༻ Capítulo 13 ༺

4.6K 512 200
                                    

El suave rumor del viento, el agua y la hierba eran los únicos que podían presenciar aquel bendito momento.

No había ningún otro sonido, más que el de dos hombres amando con el cuerpo.

Aquel lugar guardaría por siempre las memorias de aquellos seres, hechos del bosque y del mar, haciéndose uno mismo en tantos sentidos.

Espiritual y carnal.

La resistencia que Neteyam estaba mostrando podría ser acreedora de un premio. Este no estaba seguro si el tamaño de Ao'nung era un premio o un castigo.

El vínculo incrementaba todo lo que sentían. Era embriagador, como estar completamente dopado.

Abrazó el cuerpo de su compañero, tirando su cabeza hacia atrás mientras su cola se enroscaba al muslo del Metkayina.

Podía sentir a Ao'nung, lo que pensaba, lo que sentía. 𝘓𝘰 𝘷𝘦𝘪́𝘢.
Percibia su placer cuando apretaba sus paredes alrededor de su miembro, lo feliz que se ponía cuando lo escuchaba gemir y lo veía retorcerse bajo sus brazos.

Podía sentir lo orgulloso que estaba por llenarlo de esa manera, con el único objetivo de satisfacerlo.

Compartían el cuerpo y el alma.

Nunca imaginó que aparearse se sintiera así de bien. Nunca se espero que dentro de su cuerpo algo le hiciera añicos por el placer cuando Ao'nung alcanzaba cierto sitio ahí. Un lugar que el Metkayina ya no le dio descanso al entender que siempre que lo estimulaba le arrancaba fuerte gritos al Omatikaya, se encogía y le mordía cualquier pedazo de piel que tuviera al alcance.

Y, por la Diosa, como amaba que fuera el primogénito de Tonowari el único hombre que lo hacia sentir así.

Las piernas le temblaban, apretadas alrededor de su torso pero sus caderas se movían insistentemente contra las del chico del océano.

☾✧

Ao'nung adoraba mirarlo fijamente a la cara cuando se hundía hasta la empuñadura. Cuando los pies de Neteyam se curveaban y sus dedos se apretaban mientras sus paredes más se cerraban a su alrededor. Amaba admirar como su expresión le decía lo bien que lo hacia, sus ojos desorbitados mirando constantemente hacia arriba y su boca abierta.

También le gustaba ver, orgulloso, como su falo desaparecía dentro del cuerpo de su compañero, haciéndose presente solo por un pequeño bulto en su vientre bajo que aparecía siempre que la cabeza de su pene entraba en lo más profundo.

Neteyam sollozó de placer cuando el Metkayina presionó aquella protuberancia, frotandola.

- ¿Puedes verme? Estoy aquí. - Ao'nung jadeo sobre los labios de Neteyam, haciendo alarde de la profundidad visible de su miembro dentro de su compañero. - Exactamente 𝗮𝗾𝘂𝗶́.

Sus dedos presionaron de nueva cuenta su vientre bajo, notando él mismo la presión sobre la cabeza de su pene.

Neteyam lloró, rogando a Eywa.

El Metkayina le tomó en un brusco beso. En ese momento ni Eywa le iba a salvar.

☾✧

Entrar había sido difícil, pero el cuerpo del Omatikaya le recibió con una gran bienvenida, como si lo hubiera estado esperando toda la vida. Neteyam pensó por un momento que seria más difícil querer sacar a Ao'nung de su cuerpo, que meterlo. Y tenía razón.

Ninguno estaba cerca de terminar aquel frenesi.

☾✧

Ao'nung nunca había sentido nada comparado, aquella calidez y humedad que lo rodeaba.

Su propia naturaleza le impedía soltar a su compañero hasta que la cópula diera por terminada con todo su semen en su interior.

Descubrió que al Omatikaya le gustaba morder, cada vez que golpeaba cierto sitio por dentro se retorcía, gritaba y le enterraba los colmillos.

Su pecho se hincho con verdadero orgullo. Quería que todos en la aldea se dieran cuenta, que todos supieran que se habian apareado.

Que ahora Neteyam era suyo.
De nadie más.

No de su familia, no de la mujer con la que se casaría.

𝘚𝘶𝘺𝘰.

☾✧

- Estoy cansado...

Neteyam habló. Neteyam, el primogénito de Jake Sully, conocido como Toruk Makto. El mismo Neteyam que montaba a su compañero, manteniendo sus caderas al mismo nivel cuando lo hundía una y otra vez dentro de su anatomía.

El tamaño y resistencia del Metkayina definitivamente era un castigo.

Ao'nung sonrió, apretando los glúteos de su compañero. El vínculo le permitía saber que era mentira, solo estaba haciendo un pequeño berrinche. Amo ver ese comportamiento infantil, algo que solamente le mostraría a él.

A nadie más.

- Tienes que aguantar un poco más, lo estás haciendo tan bien.

El Omatikaya tiró su cabeza hacia atrás cuando Ao'nung cerró sus labios alrededor de uno de sus pezones, chupando. Su cuerpo completamente sobreestimulado. Los cumplidos del Metkayina ponía su cuerpo sensible.

No sabía cuantas horas habían pasado desde que iniciaron, ahora la noche los cobijaba y la luz era regalada por la tierra y el agua con su fluorescencia natural.

- Es cansado... Me gusta más cuando lo haces tu.

Ao'nung mostró sus colmillos en una sonrisa, no se podía negar a los caprichos de su compañero.

Existía para amarlo. Para protegerlo. Para complacerlo y satisfacerlo.

- ¿Te gusta más cuando yo te tomo? - Molestó Ao'nung, haciendo que Neteyam se escondiera bajó su cuello, asintiendo.

Aquella pizca de timidez le encendió la sangre dentro de las venas.

Le tomó con fuerza casi sofocante de la cintura, evitando que le siguiera montando. Su gran e inmensa mano sostuvo su cadera, bajando hasta sus glúteos. La cola inquieta de Neteyam se le enredó en la muñeca, cosa que le hizo reír.

Sin mediar palabra el Metkayina tomó a Neteyam con fuerza, duro, provocando en ambos un mareo de sensaciones.

El Omatikaya dejó caer todo su peso, gritando mientras su compañero gruñia. Su miembro atrapado entre su abdomen y el suyo provocaba un placer que le cegaba y a la vez le hacía ver todo.

No podía aguantar más.

Ahí llego su limite y su quiebre. No podían retrasar más lo inevitable. El orgasmo de Neteyam provocó el de Ao'nung.

Ambos hombres vaciaron toda su excitación, humedeciendo sus cuerpos con los fluidos. Neteyam siendo llenando por dentro, Ao'nung con la excitacion de su compañero sobre su pecho.

Sus cuerpos vibraban, totalmente embriagados por lo que acababa de pasar. Mareados, sudorosos.

Felices. Enamorados.

Ao'nung acurrucó el cuerpo de Neteyam sobre su pecho, recostados sobre la hierba mientras salía lentamente de su cuerpo, ganándose un ronroneo.

Las manos del Omatikaya buscaron su rostro. Le besó las palmas cuando lo encontraron.

- No puedes dejarme. - Sentenció aquel hombre del océano, sin aliento, acariciando cada centímetro de su piel.

- Tendrán que matarme. - Neteyam besó sus labios, sellando aquello que no era una promesa, pero si una total verdad.

- Los mataré primero.

Le creyó.

☾✧

Solamente hicieron falta unas pocas horas de sueño para reponerse. Al amanecer, cuando la luz tocó con sus rayos la tierra de los arrecifes, volvieron a amar con sus cuerpos.

𝐋𝐢𝐞 𝐬𝐢 𝐨𝐞 𝐍𝐞𝐭𝐞𝐲𝐚𝐦𝐮𝐫 - 𝘈𝘰'𝘯𝘶𝘯𝘨 𝘹 𝘕𝘦𝘵𝘦𝘺𝘢𝘮. Where stories live. Discover now