Capítulo 19: La sala de interrogatorios

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MARATÓN 1/3

En cuanto Sophí se levantó, nos fuimos todos a la cocina a desayunar. Madeline quería dejar dormir a Sam un poco más. Seguro que no había dormido muy bien esta noche. De pronto, apareció en la cocina Sam. Estaba aún un poco decaída, pero mucho mejor que ayer. Raramente, estaba ligeramente colorada

-Buenos días, cariño -Madeline la besó y la abrazó como si no hubiese día- Pensaba en despertarte, pero después de lo que pasó, no creí conveniente hacerlo. ¿Quieres desayunar algo? Puedo preparar tortitas si quieres

-No, abuela. Está bien. Tomaré cereales. ¿Dónde está el abuelo? -preguntó un poco más calmada

-Está en la comisaria -Madeline luchaba para no llorar delante de ella y de Sophí, que desayunaba tranquilamente

Un profundo silencio invadió la cocina. Todos sabíamos qué era lo que había pasado, pero por precaución por Sophí, ninguno dijo nada delante de ella. Fue Sam la que rompió ese silencio cuando Sophí se fue al porche

-Te lo ha dicho el abuelo, ¿cierto? -Sam miraba a los cereales mientras lo dijo

-Mi pequeña niña... Si no hubiese sido por Colin, tú... -Madeline no pudo con la emoción y se le escaparon algunas lágrimas que Sam secó con dulzura

-Pero estuvo -involuntariamente desvié mi mirada de la de Sam. No podía ver el daño en sus ojos

-Tu abuelo habló ayer con Lana. Nada más contárselo, llamó a Lana y le preguntó sobre los chicos estos. Dijo que no sabía cómo se llamaban, pero que aún guardaba los números de teléfono

-Luego llamó a la comisaria y dijo que buscaran los tipos a los que correspondían esos números de móvil -informé- Por eso se ha ido hoy muy temprano

-Ya...

Nuestra conversación fue interrumpida por el sonido del teléfono. Madeline se levantó a cogerlo mientras que yo seguía observando a Sam. Quería saber si estaba bien, si le pasaba algo, pero ella tan sólo miraba el bol de cereales sin expresión alguna en su rostro pálido

-¿De verdad? ¿Está allí? ¿Lo has cogido? -la voz de Madeline nos alertó a los dos- Claro, claro que iremos, mi amor. Enseguida estaremos en la comisaria. Te quiero

-¿Qué ocurre, Madeline? -le pregunté a Madeline nada más colgar

-Ya han cogido a ese malnacido -había furia en su voz cuando soltó esa palabra- Está en la comisaria. Tu abuelo quiere que vayamos para que lo reconozcas, Sam

Miré a Sam para ver cómo le había sentado la noticia, pero lo único que vi fue a Sam levantarse de la mesa corriendo a toda mecha. No comprendía lo que le ocurría, pero aun así me levanté y la perseguí. Después descubrí por qué se levantó así. Fue al baño a vomitar. Yo le sujeté el pelo para que pudiese hacerlo más fácilmente y no se lo manchase

-Ya está, Sam -le frotaba la espalda- Tranquila

-Sam, ¿estás bien, cariño? -preguntó Madeline detrás de mí

-No quiero ir. No quiero verle

"¡¿Cómo que no quiere ir a verle?! ¡Ese cabrón casi la viola!"

-Pero tienes que hacerlo, Sam. Si no, le soltaran

-No puedo, abuela. Simplemente, no puedo verle. No puede mi ser

-Cariño, tienes que ser fuerte y valiente

-Yo... no...

Ahora lo entendía. Tenía miedo de hacerlo, de encontrarse con ese desgraciado. Pero yo no la iba a dejar sola. No, señor

SIN IDENTIDAD: La otra caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora