Capítulo dedicado a Ainex_06!
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54. Traición de Sangre
Apenas cayó la noche y se hizo lo suficientemente tarde para que la mayoría durmiera, Helisto se escondió debajo de una capa negra y salió a escondidas.
Desde el inicio intentó mentalizarse para lo que iba a venir. Estos no eran monstruos ni desconocidos, eran semidioses con los que había convivido y hablado... Pero ahora que estaba sucediendo, su mente no podía dejar ir el temor por lo que podía llegar a pasar ni la culpa por lo que estaba por hacer.
La mayoría de casas en Olimpia tenían algún regaló dado por su respectivo padre divino, regalos que sólo podrían ser usados en el momento y por la persona correcta.
Y ninguno de esos era el caso...
Helisto apretó la mandíbula, intentando apartar esos pensamientos de su mente... No tenía otra opción.
Al escabullirse dentro de las paredes de la "casa" (aunque técnicamente era un distrito) de Ares, tuvo que observar a varios de los hijos del dios caminar por las calles, tal vez a sus hogares, tal vez buscándola sí su padre les había advertido de su misión... Ambas eran buenas posibilidades.
No pasaron más que algunos minutos, pero cada paso se sintió como una eternidad, cómo un par de ojos en su espalda en la espera de atacar...
Hasta que llegó al lugar.
Frente a ella, una estatua del dios Ares se paraba orgullosa. Desde su armadura a sus venas, su figura estaba pulida con todo cuidado y detalle en el mármol, observando a la lejanía cómo sí estudiara el sangriento campo de batalla.
En su cinturón colgaba una espada enfundada, en su mano derecha una lanza, y en su brazo izquierdo un escudo... Las tres armas sagradas protegidas por magia y vueltas en granito, esperando por la sangre de su señor.
Con un nudo en la garganta, ignoró la lógica que conllevaba el hecho de que las armas permanecerán así, ignoró el peso que tendría que cargar... Ignoró el hecho de que la habían mandado allí para teñir aquellas calles de carmesí.
Intentó tomar la lanza y deslizarla fuera del agarré del el mármol tallado en la forma del dios, pero el tamaño y el peso fue demasiado. Luchó contra el, incluso cuando el mármol se puso al rojo vivo y su piel comenzó a humear y sisear, trató de sacarla hasta que sus brazos empezaron a temblar.
La realidad finalmente la alcanzó, pero aún así no pudo dejarla ir. Aún mientras sus palmas empezaban a arder y el mármol brillaba como brazas, bajo el arma de vuelta a su lugar sin hacer ruido.
Sin siquiera observar el daño, miró a su alrededor y, al asegurarse de su soledad, tomó el mango se la espada con ambas manos.
El arma ni siquiera tembló.
El mármol brillaba con fuerza mientras el calor aumentaba hasta el punto dónde la piel de cualquier otra persona ya se hubiera derretido cómo plástico.
Con un silencioso gemido de dolor, la dejó ir. Sus palmas ya estaban rojas y su piel ya estaba empezado a quemarse... Pero aun así, ella busco el escudo en la mano de la estatua.
...
Pero está vez, algo más sucedió.
Helisto ahogó un grito de agonia.
Apenas sus dedos lo tocaron, el mármol y el metal debajo brillaron y se derritieron entre sus manos... Por primera vez en años, sintió el calor quemar de verdad a su piel y su sangre arder.
Creyó haberse soltado, pues terminó golpeando su espalda contra el suelo...
Pero ahora en su brazo, un brazalete de oro estaba adherido a su piel que luchaba por curar las quemaduras.
En su interior, su sangre hervía, la magia del arma y su cuerpo luchaban entre ellos, incompatibles.
Cómo pudo, luchó contra el dolor y sus agonizantes músculos, y se puso de pie.Pero detrás de ella, una figura levantó su arco y flecha en dirección al cráneo del intruso... Sería una muerte rápida.
⟨Detrás...⟩
La flecha corto el aire y se dirigió a su objetivo en segundos.
Gracias a la advertencia, Helisto alcanzó a moverse, causando que la flecha se encajará en su hombro en lugar de su cabeza.
En lo que probablemente fue una tonta decisión, Helisto tomó la flecha y la arrancó de su cuerpo antes de correr.
Más flechas la siguieron, algunas fallando y otras dejando cortés sangrientos en su piel. Los gritos y las posadas resonaban detras de ella...
Se escondió entre sombras y callejones oscuros, esperando poder perder a sus perseguidores.
Cuándo creyó haberlo logrado, se detuvo un momento a recuperar su aliento.
La sangre goteaba por su cuerpo...
El infierno se había desatado en un sólo segundo.
Un filo frío se posó entre su hombro y cuello, ella se congeló mientras una voz hablaba a sus espaldas, "Mueve un sólo músculo y puedes despedirte de tu cabeza..."
...Una voz familiar.
"Harías eso... Sirius?" Murmuró, sintiendo la espada temblar por un momento.
No se habían visto en un tiempo, pero fueron amigos durante sus cortas estadías en Olimpia... De verdad hubiera deseado no encontrarlo en ese momento.
La mano del chico removió su capa, y su dueño le pregunto con una mezcla de enojo y incredulidad: "Qué haces aquí? No, que demonios estás hac—?!"
"Shhh!"Helisto lo calló, apartando la espada con cuidado y encarando al chico que tenía enfrente. "No estoy aquí por decisión propia, Hera— ella me mandó aquí... Es esto o morir."
"Por qué... Por qué debería creerte?" Helisto podía ver la contrariedad en su expresión, era la vida de su amiga contra su sangre y legado. "No serías la primera ni la última en traicionarnos..."
Sus ojos rogaban por una explicación, una que Helisto no podía darle en ese momento...
"Sirius, mírame a los ojos y dime qué razón en el mundo podría tener yo para traicionarlos."
"Lo siento, Isto... Pero no puedo traicionar a mis hermanos." Por sus palabras, Helisto se preparó para luchar... Pero el chico solamente dejó caer su espada. "Vete. Ahora."
No necesito más, simplemente salió corriendo.
Las voces volvieron a sonar detrás de ella poco después, al igual que los pasos, pero ella ya iba de salida.
En la espalda del caballo alado, observó desde las alturas a la isla por lo que probablemente sería la última vez.
Mientras la adrenalina se iba, el dolor aumentaba.
Helisto sostuvo su costado con una mueca de dolor, su mano y ropa estaba manchada de sangre.
"Mierda..."
. . .
...
La oscuridad la envolvía como una corriente de la cual no podía escapar.
Había perdido la noción del tiempo, y sus recuerdos eran confusos.
Dónde estaba?
"Eres tú..."
Desde la oscuridad, un par de ojos violetas la observaban.
"...Adam?"
. . .
Jejejejeje
Me divertí con este capítulo :)
Nos vemos a la próxima, linduras ✌️✨
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Hija del Sol || Bnha
FanfictionDicen que el destino se forja de camino a cambiarlo... Pero, será verdad? Eso es algo que Helisto, descendiente del Dios Apolo, tendrá que descubrir y aceptar tarde o temprano. Ya sea luchando contra el destino y volviéndose la heroína que siempre q...