El Heredero De Las Últimas Voluntades

~ Veintiocho ~

~~~|⚕️⚕️⚕️⚕️|~~~

—no pueden hacer esto! Son solo niños!—

El grito hizo que todos los que estaban discutiendo guardaran silencio y voltearan en dirección del hombre de cabellos negros, el cual por primera vez en mucho tiempo desde que se dió a conocer como un héroe clandestino perdió la compostura de forma abrupta, un milagro porque el hombre siempre dejaba de lado sus emociones en cada reunión

Aunque estaba justificado, eran cerca de veinte héroes reunidos, por lo menos la mitad eran maestros en las escuelas de Héroes de Japón y para lo único que fueron llamados fue para informar sobre los próximos pasos a seguir, nadie de los altos mandos estaba pidiendo permiso y eso todos los héroes lo sabían, las siguientes palabras que salieron después de la intervención del clandestino solo confirmaron sus sospechas

—no es un si aceptan, ellos estarán en la redada del hospital y para detener al frente de liberacion, como futuros héroes ellos solo responden a nosotros, es mejor que se acostumbren temprano—

Aquello no le gustaba a ninguno de los profesionales, los maestros solo tenían alumnos de primer año y pocos de tercero, sabían que sus niños no tenían oportunidad de salir vivos de una misión de aquella magnitud, incluso la UA sabía que sus primeros años no estaban capacitados para nada de aquello, eran ligas mayores

Nezu estaba pensando una forma de dejar fuera a los niños humanos, sabía que esto terminaría explotando en sus caras, ya lo veían venir desde el encuentro entre macchia y Midoriya, pero no pensó que iba a ser tan pronto, habían hablado sobre una guerra, una de la cual sus alumnos no estaban preparados, analizaba posibles soluciones pero al final sabía que estaba de patas atadas, porque aunque quisiera negarlo y aborrecer ellos seguían siendo sus jefes, estaban por encima de todos los profesionales, incluso por encima del director de una de tantas academias de héroe

—pero solo son niños, ellos no merecen esto— aizawa no sé quería rendir, ellos eran sus hijos, no quería que vivieran todo esto

—dejaron de ser niños cuando entraron al curso de héroes— si bien aquello era verdad, nadie quería admitirlo, porque ellos una vez fueron jóvenes con esperanzas y aspiraciones, no querían quitarles eso a los mocosos

Mientras todos discutían en la silla frente a la presidenta de la comisión estaba izuku, el chico de cabellos verdes era el único estudiante que fue citado a aquel lugar, sus compañeros jamás recibirían esto, a menos que sea un hijo demasiado influyente, pero aún así no tenían tantos privilegios, izuku era un cuento aparte porque a parte de que tenía las manos de la jefa atadas a su contrato, el también estaba sujeto a algunas reglas, nada demasiado peligroso para el

Al ser el único enlace completamente directo de la jefa fue citado a aquello, escuchando las discusiones el simplemente analizaba los hechos, justo como un juego de shogi analizaba posibles escenarios de victoria, teniendo solo un 10% de victoria garantizada

El otro 90% del tablero estaba escrito con muertes

Sabía que aquello sería demasiado en la consciencia de los primer años, la sangre goteando de sus manos y entrando en un cuadro ansioso, justo como el cuando inicio el primer día de entrenamiento con los antiguos ninjas, se volvió paranoico rozando la locura, recordando el calor del carmín en sus manos, el como sus puños se llenaron de tanto rojo, las pesadillas que le seguían y el como no puede quitarse unos guantes sin sentir que seguía la sangre en sus manos, el aroma a hierro seguía presente aunque era algo más de su ansiedad

Así que por una vez podía hacer uso de lo que alguna vez le enseñaron, el ya tenía las manos manchadas, sus compañeros eran jóvenes, podían esperar a su tercer año para que vean el lado oscuro de la sociedad, por ahora mantendría la sonrisa que el tanto quiere en los rostros de todos, no podía permitirse que kaachan pueda volver a su estado depresivo, la tía sufrió mucho cuando su hijo no peleaba con ella con la misma libertad de antes, los gritos de pesadillas la seguían en sus noches