¡Yo te protegeré!

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A la mañana siguiente, Hinata se levantó muy temprano y salió de la casa de la familia Uchiha sin que ellos lo notaran, o eso creía ya que en la última habitación del segundo piso un hombre la observaba desde la ventana. Ella sin darse cuenta salió a la calle y caminó un gran tramo para lograr conseguir un taxi y llegar a su hogar.  Al estar frente a su casa soltó un suspiro.

_¿Cómo terminé durmiendo en casa ajena?

Se preguntó mientras a su cabeza llegaba la imagen de dos pequeños azabaches

_Son tan lindos... Lástima qué no los volveré a ver

Se dijo a sí misma con voz llena de tristeza, apenas había conocido a los niños, pero ya se habían ganado su corazón por completo. Solamente esperaba qué ya no sufrieran acoso en la escuela.

Caminó hasta su habitación y saltó en su cama dejándose envolver por su calides y durmió profundamente. O eso hubiera querido pues su alarma sonó 45 minutos después, se levantó y se duchó. En menos de una hora debía arreglarse.

Mientras en otra parte

En la mansión Uchiha, dos pequeños se estaban arreglando para ir al preescolar. Estaban desanimados pues al despertar, la joven ojiperla no se encontraba en la casa, al parecer se había ido sin que ellos se dieran cuenta y sobre todo sin despedirse de ellos. Su humor estaba por los suelos y ni desayunar quisieron, Sasuke miró todo eso con detenimiento. Sus hijos jamás habían hecho una rabieta y hoy parecía que sólo eso sabían hacer. ¿Quién era esa mujer? ¿Que les hizo a sus hijos para qué se comportarán cómo lo qué son, niños? El había intentado todo, pero nada funcionaba y sólo bastó un día, para qué conocieran a esa jóven mujer y su mundo se volteó de cabeza. Suigetsu los llevó al prescolar mientras Sasuke se dirigió a su empresa. Tenía qué firmar unos papeles y dejar algunas instrucciones. Todo ese rato estuvo pensando en los mellizos y su comportamiento, y por otro lado estaba viendo la fecha en el calendario.

De vuelta con Hinata.

_Por que hacen esto? Ya les dije que no tengo dinero

_Entonces nos llevaremos toda su mercancía - unos policías estaban levantando los puestos ambulantes de la calle

_Por favor! No pueden hacerlo, necesito mi puesto para poder ganar dinero y cuidar de mi nieto! - gritó la anciana para que se apiadaran de ella, pero fue empujada por ellos

Hinata quién veía desde lejos la escena no podía quedarse sin hacer nada

_Oigan! No pueden hacer eso! - gritó Hinata mientras se acercaba a dónde estaba la señora y la ayudaba a levantarse.

_¿Está bien?

La anciana negó, mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas

_Ya les expliqué, que este es mi lugar de trabajo, pero dicen qué no es verdad

Explicó la señora sollozando

_La señora no quiere pagar la cuota para poder vender en la vía pública

Dijo un oficial con sorna mientras los transeúntes estaban cómo espectadores y ninguno decía palabra alguna para apoyar a la mujer

A la gente insignificante, les gusta meterse en problemas últimamente. Algunos vendedores cercanos miraron a Hinata con simpatía. Sabían que estos policías querían ganar dinero fácil y no les importaba rrecurir a la violencia y a Hinata no le importaba meterse en problemas por salvar a la adorable anciana.

Era imposible mantener la calma frente a estos policías. Pero sabía que el puesto sería arrebatado por ellos, si no hacía algo. Su cuerpo se movió sólo, impulsado por la justicia y sin que se diera los amenazó. Sacó su celular y comenzó a grabar.
No supo de dónde le salió el valor pero ya no podía retractarse.

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