I: Omar

4K 408 463
                                    

Hace 3 años

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hace 3 años...

El intranquilo batir de mi pluma, repiqueteando contra el escritorio, obligaba a preguntarme una y otra vez: ¿por qué decidí hacer aquello? Fijé la vista en el pequeño retrato junto al laptop, ese donde aparece mi querida hija y recordé la conversación que tuvimos hacía apenas unas horas:

—¿Crees que no lo noté? —me dijo mientras organizábamos los restos de la parrillada familiar que habíamos compartido aquel domingo de verano y la contemplé extrañado.

Mi hijo mayor, Oliver, en compañía de su esposo, Armando; vinieron a casa felices y orgullosos para presentar a su retoño: la pequeña Milena, llamada así en honor a mi difunta esposa. Compartimos en el patio trasero, reímos, hablamos, pero también nos burlamos de mi segundo hijo, Mike, cuando tembló al intentar cargar a su sobrina.

A pesar de pasarla fantástico hasta que mis hijos se despidieron por la noche para seguir con sus cosas y quedar a solas en casa con Mari, yo no comprendí las palabras de mi hija menor.

—¿A qué te refieres, corazón? —le pregunté confundido y ella dejó de secar los platos, de hecho, ubicó sus brazos en jarra al contemplarme con reproche.

—Papi, observaste la foto de mamá que Oliver colocó en la mesa, ¡todo el rato!

—Corazón, es normal, era una ocasión especial. Oliver y Armando al fin consiguieron la adopción, tu madre habría estado muy feliz.

«O eso quiero creer», el pensamiento me atravesó un instante, no sabía si realmente se habría emocionado, dada la homosexualidad de su hijo mayor.

Ella nunca se mostró homofóbica, pero crecimos en una época donde se le consideraba una abominación, aunque quizás al tratarse de su adorado hijo mayor, quisiera creer que no tendría problema. Yo, ciertamente, no lo tuve; sé quién es mi hijo como persona y con eso es suficiente; además, Armando es un buen hombre, juntos son felices y con la llegada de Mile, mucho más porque han luchado contra el mundo para conseguir lo que tienen.

Debí interrumpir mis divagaciones mentales en el momento que noté nuevamente la voz de mi hija, rompiendo el silencio:

—Sí, lo sé, pero quiero decir, ya no somos niños. ¡Ni siquiera vivimos aquí! ¿Cuánto más dejaras tu vida en pausa por nosotros?

—Hija, ¿de qué hablas?

En realidad, era consciente, con frecuencia recaíamos en el mismo tema: Mari quería verme feliz en una nueva relación con una mujer viva, en lugar de hablar con el retrato de una muerta.

—Papi, aún eres joven y no nos caigamos a mentiras, ¡estás buenardo! —Su manera de expresarse consiguió provocarme carcajadas y desvié la atención de ella hacia el lavadero para acabar con los trastes—. ¡No te rías, pa! Tienes cincuenta y tres años, pero ese cuerpo que has esculpido a base de ejercicio y buena alimentación, ¡uuuf, todo un viejo sabroso!

Un Sugar boy enamorado  ||  #PGP2023Where stories live. Discover now