Omar, un viudo de cincuenta y tres años que ha vivido en el closet toda su vida; conocerá a Kevin en una app, un estudiante de enfermería con un oscuro y peligroso secreto. Juntos se embarcarán en una intensa relación; no obstante, las sombras del p...
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VI: Kevin
—Ke-Kevin, para, a-aquí no...
Omar pedía detenerme, sin embargo, sus manos se aferraban a mis cabellos para impedirlo. Seguí adelante, deleitando mis papilas gustativas con la dureza y sabor de su miembro.
En fin, necesitaba recuperar el control de la situación, luego de huirle a Cory toda la noche. De saber que el evento al cual asistiría Omar se trataba de la gala benéfica suya, jamás hubiese aceptado acompañarlo; se supone que suele hacerla en Renacer, su centro de operaciones de Santa Mónica, es decir: en casa.
¿Cómo saber que había decidido mudar el evento ese año? Creí poder fugarme al viaje con Omar sin problemas, igual que otras veces, pero en ese momento mientras le daba el oral de su vida, solo esperaba haber pasado inadvertido.
Encima, como no fue suficiente terror, topar a este tipo entre los asistentes me produjo escalofríos, jamás esperé encontrar a alguien como él en un sitio así. El enano llevaba la razón, gente de la high y cuerpos de seguridad estaban mezclados en todo eso, aunque debí saberlo hace años.
«Ya no más, idiota, concéntrate en Omar», me dije a mí mismo.
Cómo sea, nunca antes había puntuado a un tipo de Grindr con un cinco, sin embargo, ese fin de semana me di por bien servido y ya que lo presencié en vivo y directo, asegurando así que no hubiese un truco de cámara, se llevó un diez sin dudar.
Lo juro, llegué a preguntarme: «¿Habrá algo que no sea increíble en Omar?», a la vez que me aseguraba de embarcarlo en un viaje al espacio sin necesidad de encender o abandonar el auto. Sentí deseos de sacarnos la ropa allí mismo y permitir que su fuego me volviera cenizas.
—Kevin, baaasta...
Tiró con fuerza de mis cabellos en el mismo instante que lo sentí comenzar a escurrirse, eso respondía a mi pregunta anterior, todo en él era increíble, incluido su sabor. Despacio liberé su miembro, enseguida reposó la cabeza en el espaldar, respirando de manera entrecortada, mi mano siguió masajeando, pese sus débiles súplicas por parar.
Me lamí los labios antes de juntarlos con los suyos en un beso urgido, se notaba en él la necesidad de sentirme y obvio, no podía negar que yo estaba igual.
—Kevin...
—Solo deja que fluya, Omar —susurré contra su boca y una vez más volví a besarlo, aceleré el juego con su pene sin despegar nuestros labios. Sus gemidos ahogados eran música en mis oídos y enloquecían cada uno de mis sentidos; así seguimos hasta que alcanzó el clímax y yo sonreí por la placentera expresión de su rostro.
Una risa baja le devolví mientras él respiraba con dificultad y no paraba de repetir mi nombre entre susurros. En la penumbra conseguía divisar su enrojecido rostro, lo mismo que el azul de sus ojos, aunque estos lucían como un océano profundo y cristalizado, en ellos pude notar la incredulidad por lo que acabábamos de hacer, o bueno, yo a él.
