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El día comenzó algo agitado. Fui al hospital por papá, quien a cada rato decía que estaba feliz por salir del "maldito hospital". Lo decía en voz alta, me parecía vergonzoso y gracioso a la vez, todos lo miraban con extrañes.
Apenas dejé a papá en casa, fui al hogar de los Anderson. Apenas entré y Susan se me tiró encima.

—¡Te extrañé, Rachel! — me abrazó a lo que también le correspondí.

—Pero si ayer nos vimos —dije riendo.

—Aun así, todo el tiempo te extraño ¿Por qué no vives conmigo? —me miró e hizo un puchero que me derritió el corazón. Está niña era irresistible.

—Hija, Rachel no estará contigo todo el tiempo, ella tiene que estudiar —le dijo su madre mientras se preparaba para ir a la oficina.

—Su, trataré de estar todo el tiempo posible contigo ¿Está bien? —ella asintió— Hoy iremos al parque así que, ve preparando un abrigo.

Susan apenas escuchó eso y corrió a su habitación. Lamentablemente su madre la pasaba en el trabajo, su padre igual —eran divorciados— cosa que hacía que no siempre esté con sus padres, era lamentable.

—Rachel, te tengo buenas noticias —me informó—. Ven, siéntate aquí —señaló el sofá.

Rápidamente fui hasta allí y me senté a su lado.

—¿Cuáles son las buenas noticias? —le pregunté entusiasmada.

—Debo informarte que en una semana me darán mis vacaciones, por lo que quiero pasarlas con Susan en Japón —¿Eso era buenas noticias para mí?— Sé que necesitas trabajo, por lo que te recomendé a una amiga. Ella se irá dos meses de trabajo y quiere que cuides a su hija. El padre trabaja hasta la noche, así que tendrías que estar todo el día con ella. Pero es tu decisión.

Justo yo también entre a vacaciones, pensaba pasarlas con papá, pero no podía darme el lujo ¿Cómo pagaré la universidad?
Cuidar a otra niña me daba algo de miedo, pero no quedaba otra.

—Aqui está el número —me dió un papel con el nombre de la mujer, Christin Peters.

—Muchas gracias, señora —ella solo negó.

—Gracias a ti, Rach. Bueno, debo irme —tomó su bolso y lo puso en su hombro y agarró las llaves de su auto— Disfruten el día en el parque.

Y sin más, se fue.

Yo fui a la habitación de Susan, a ver qué tanto hacia. Me asomé a la puerta y pude ver qué tenía sus cinco muñecas sentadas, ella estaba en frente, con su ceño fruncido. Parece que no sabía cuál llevar al parque, era tan indecisa.

—¿Que ocurre, Su? —le pregunté mientras me ponía a su lado.

—Ellas cinco quieren ir al parque conmigo, pero solo puedo llevar a una ¿Que hago?

—¿A quien ,hasta ahora, no te acompaño al parque? —le pregunté mientras le seguía el juego.

—Raquel, ella nunca vino conmigo.

—Entonces llevemos a Raquel ¿Bien? —ella asintió, tomó a su muñeca y la puso en su mochila.

Salimos de la casa, tomadas de la mano. Ella daba pequeños saltos de felicidad, yo solo la miraba feliz, pasar las mañanas con Su era lindo. La iba a extrañar cuando se vaya, eso era lo malo, cuando eres niñera por mucho tiempo de algún niño es difícil despegarte de ellos.

Cuando llegamos al parque rápidamente Susan fue hacia los juegos dejándome atrás, yo fui hacia unos asientos que estaban allí para cuidar de ella.

Aproveché para llamar a la señora Peters, quería el trabajo. Llamé y esperé unos segundos hasta que respondió.

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