• Estorbos •

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Después del desayuno, me encerré de vuelta en la habitación. Quería estar sola, sumergirme en mi propia agonía y miseria. 

Fácilmente pierdo el interés al momento de realizar ciertas actividades, de hacer nuevas amistades, de salir con la misma gente, de tener una relación, pero ¿por qué con él no me sucede lo mismo? 

Después de enterarme que se casarán, ¿por qué me cuesta tanto dejarlo ir? ¿Por qué tiene que doler tanto aquí dentro y sentirse tan horrible? 

[...]

No sé con exactitud cuánto tiempo había transcurrido desde que me encerré, pero hubo un ligero y gentil toque en la puerta. Vi entrar a Fabián a mi habitación y automáticamente solté el computador a un lado de la cama. 

—¿No interrumpo?

—No, pasa. ¿Y mamá? 

—Se fue al trabajo. 

—Ya veo. ¿Y qué te trae por mi habitación? Te hacía de camino a la universidad. 

—No puedo simplemente dejar las cosas así. 

—¿Dejar las cosas así? ¿A qué te refieres?

—Escúchame bien, Luna— se sentó en el borde de la cama, descansando las manos en las rodillas—. Eres una mujer adulta, confío plenamente en que podrás entender todo lo que te voy a decir— me miró de reojo, antes de soltar un suspiro—. No quiero que me veas como un usurpador o que pienses que estoy tratando de ocupar bajo presión el lugar de tu verdadero padre. Quiero que entiendas, que nada va a cambiar. Nuestra convivencia y buena relación quiero que persista como hasta ahora—volvió a suspirar, relajando los hombros—. Tal vez esto no viene al caso, pero bien sabes que las cosas entre tu papá y tu mamá no funcionaron, aun así, para sus ojos y el del resto de la familia, me ven como la manzana de la discordia, como el culpable de su separación, pero tú más que nadie sabes que la relación entre tus padres estaba afectada desde hace mucho tiempo. Sé que todo ha sido demasiado prematuro; primero mi presencia en la vida de tu mamá, luego la separación definitiva de tus padres, la convivencia temprana y ahora la noticia de nuestro matrimonio. 

«¿Así que solo ha venido a hablar de eso?». Es como echarle alcohol a la herida. 

—Lo entiendo. Todo está bien, créeme… 

—Me cuesta creer que todo está genuinamente bien para ti después de esa reacción que tuviste en la mesa— sostuvo mi mano y la llevó a su muslo, descansando la suya sobre la mía, como si tuviera intenciones de consolarme—. No voy a molestarme, incomodarme o sentirme mal por oír lo que tienes que decir, pero al menos dime lo que piensas al respecto. 

—Yo…

Quería decirle todo, porque por dentro no podía soportarlo más, pero estaba consciente de que si abría la boca y le confesaba mis sentimientos, la confianza que hemos construido con el paso del tiempo y la buena relación que tenemos, se verá irremediablemente arruinada. 

Se ve realmente afectado con la situación. Le afecta enormemente lo que yo piense y sienta, en lo que a su relación respecta. 

—Estoy bien, te lo prometo. Estoy feliz por ustedes. Después de todo lo que han pasado, merecen oficializar su relación y ser felices. Nada me haría más feliz que verlos juntos. 

—Me hace sentir un gran alivio que nos des tu aprobación y bendición. 

La respiración se me acortó al momento de sentir su mano colocarse por mi nuca y notar que su repentino acercamiento desembocó en un delicado beso en la frente. Mi corazón saltó un latido. El calor y suavidad de sus labios alborotó todos mis sentidos, enviando ondas de calor más abajo de mi ombligo. Su embriagante perfume me debilitó por completo. 

—No sabes lo dichoso que me siento de tener una hija como tú. 

«¿“Una hija…”?». Claro, eso es todo lo que soy para él. 

Fue en ese momento que lo comprendí todo. 

«Entonces, seguiré siendo esa hija que no pidió, pero le ha tocado tener…». 

—Te amo, papá—me separé de él, dedicándole una apacible y relajada sonrisa—. Te amo demasiado. 

La sorpresa por mis inesperadas palabras fue bastante notoria en su mirada. Era la primera vez que le decía que lo amaba y le llamaba papá. Por supuesto que mi amor por él no es el de una hija a un padre, sino el de una mujer a un hombre, pero era un secreto que no estaba dispuesta a revelar… al menos no todavía… mientras existieran tantos divinos estorbos entre los dos. 

Al Borde De Un Hilo (Segundo Libro: Preludio) [✓]Where stories live. Discover now