• Tan pequeña •

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La traje a la casa, sin hacer ninguna otra parada. La guié directamente al baño de su habitación y, aunque planificaba dejarla sola mientras buscaba la ropa que se pondría, ella me retuvo al aferrarse nuevamente a mi camisa. Era inevitable que no me dejara convencer fácilmente con esa mirada suplicante. 

Así de mal debía sentirse, como para que no esté evitando que la vea desnuda y esté actuando con cierta paranoia, mirando cada rincón del baño y todo lo que había alrededor. 

—Entra. Estaré aquí fuera esperándote. 

Me tomó bastante tiempo y trabajo convencerla, pues no quería perderme de vista. Tanto así, que tuve que mantenerme asomado en la bañera mientras ella dejaba que el agua recorriera su cuerpo. 

Debo estar loco al sentir curiosidad y tener ansias de que el embarazo se note. A cada mujer, el embarazo le choca de distinta manera. Aún no se le nota nada, por lo que debe tener muy poco tiempo. Ella se estuvo viendo con ese tipo varias veces a la semana. No sé si llegaron a eso. Aunque, conociéndola, con tal de darme por la cabeza, es capaz de meter las patas… o más bien, abrirlas.  

Debo evitar sacar algún tema que involucre a ese muerto. Si es o no suyo, no es como que venga del infierno a reclamar ese bebé. 

—Lávate. Solo con agua no estás bañándote. 

Ella no dejaba de mirar a todas partes de la bañera, sin inmutarse a tomar el jabón o el champú. Su miedo era bastante notorio, por eso decidí hablarle sobre temas irrelevantes, de cómo me fue en la universidad, de los alumnos problemáticos y la ola de exámenes finales que he estado corrigiendo. 

Quién diría que estaría enjabonando su cuerpo, con cero intenciones de tocarla más allá y hacerla mía. No ha sido tan difícil concentrarme, pues verla tan asustada hace que mi enfoque principal sea mantenerla entretenida y pensando en otras cosas. 

Me fui a su espalda para secarle un poco el cabello con la toalla y noté que su cuerpo estaba temblando demasiado. Enrollé la toalla alrededor de su cuerpo, abrazándola por detrás y haciendo fricción con su espalda. 

«Tan grande y en mis manos luce tan pequeña y frágil en estos momentos». No sé cómo sentirme al respecto, pero tal vez inconscientemente me gusta sentirla tan cerca y mía. 

Retiré su cabello hacia la espalda y dejé un ligero beso en su hombro. 

—Todo estará bien. 

«¿Qué tanto ve que no estoy viendo?».

No me gusta verla así. Prefiero mil veces a esa niña que busca sacarme de quicio con su constante rechazo. 

[...]

Después de ayudarle a vestir, la traje conmigo a la cocina. Pareciera que nos estaban vigilando, porque oí varios toques en la puerta. Rodni había enviado a su ayudante con las medicinas y una amplia lista con la dieta de Luna. Será difícil convencerla en algunas cosas, pues tiende a ser demasiado selectiva con la comida. No le gustan los vegetales ni las verduras. 

—Tuvimos suerte. Llegaron tus medicinas a tiempo antes de la cena. Pero primero debes comer para que te las tomes. 

Me abrazó repentinamente, descansando su frente en el centro de mi espalda. Su fuerte agarre me hacía difícil siquiera moverme. 

—No tengo hambre—su tono se oía como si estuviera al borde de quebrarse en llanto. 

«Esto será más difícil de lo que pensé». 

«¡Maldita seas, Valery!».

Al Borde De Un Hilo (Segundo Libro: Preludio) [✓]Where stories live. Discover now