• Culpa •

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—Estás exagerando y viendo cosas donde no las hay.

—Ni en estás circunstancias dejas tu orgullo.

—No le digas nada a papá—le advirtió.

—¿Sobre esto?

—No. Sobre lo que pasó con tu perra madre.

—No le llames así.

—Eso es lo que era. No intentes tapar el sol con un dedo.

—Papá merece saberlo.

—Papá dejó de amar a tu madre desde hace mucho tiempo. ¿Qué te hace pensar que le importa realmente saber lo que ahí ocurrió? Por fin se liberó de esa carga; porque eso es en lo que se convirtió ella por elección propia. Si se hubiera quedado tranquila y hubiese seguido las órdenes que le dio papá de mantenerse lejos de él y de Luna, hubiera podido evitar este destino. Él ya hizo su vida y bien por él. De igual manera, tu madre no lo merecía. Ella no estaba enamorada de papá, estaba enamorada de su dinero y de todo lo que le daba. La trataba como una reina, la mantuvo en un pedestal, cumplía con todos sus caprichos y soportó los cuernos que por tantos años cargó. Incluso debo enmarcar el hecho de que, por nosotras, él decidió darle una segunda oportunidad. De no haber estado nosotras de por medio, quien la hubiera empujado no habrías sido tú, sino él mismo le hubiera dado el empujón que le hacía falta.

—Cállate, Valery.

—Eres increíble. No sabía que mi algodón de azúcar fuera capaz de cometer tan vil acto por mí. Pero no te sientas mal, no hiciste nada que ella no se hubiera ganado. Liberaste a papá y a ese hermanito que estamos esperando de esa loca, al mismo tiempo pudiste vengarte de todo el mal trato que recibiste de su parte.

—Mi mamá solo fue una víctima de las circunstancias y lo sabes. No hay nada de lo que debas alegrarte al respecto. Lo que hice no tiene perdón.

—¿Realmente le creíste lo que dijo?

—Sí, para mí eso explica muchas cosas. He sido una mala hija. Le exigí tanto y, sin darme cuenta, le hice mucho daño con mi presencia por mis propios anhelos y deseos de arreglar nuestra relación. ¿Quién en su sano juicio estaría feliz de tener una hija producto de una violación?

—Ella tuvo la oportunidad de abortarte. Fue su decisión traerte a este mundo, aun sabiendo a lo que debía enfrentarse. ¿Por qué intentas defenderla y justificarla tanto? ¿Por qué sientes tantas lástima por alguien que jamás la tuvo por ti? ¿Los golpes que te dio hace varios meses atrás no fueron suficiente para que entraras en razón? ¿Por qué buscas engañarte a ti misma todo el tiempo y culparte de algo que no tienes culpa? ¿Tú tuviste la culpa de lo que le hizo ese enfermo? ¿Tú le pediste que te diera el derecho a la vida? Solo porque te dio la vida, por encima de todo pronóstico, no significa que haya sido correcto el desquitar todas sus frustraciones contigo. Si quería desquitarse con alguien, lo hubiera hecho con ese viejo de mierda. ¿Por qué contigo? ¿Qué mierda le hiciste tú a ella? Todo lo que hiciste fue mendigar atención y cariño, cuando jamás tuvo la intención de dártelo sinceramente. Entonces, ¿por qué deberías sentirte mal?

—¡Porque era mi mamá y porque la amaba por encima de todo! —explotó—. Pero ¿qué vas a saber tú de eso sí jamás tuviste a la tuya, ni siquiera la conociste? Incluso si debía resignarme para siempre a solo recibir malos tratos, miradas llenas de odio y palabras hirientes de su parte, lo hubiera soportado sin quejas, siempre y cuando supiera que ella estaba bien y era feliz. Pero ¿ahora qué hago yo con esta culpa que me carcome por dentro? Pero ¿qué vas a saber tú de eso, si jamás has sentido culpa o remordimiento por todo lo malo que haces?

Al Borde De Un Hilo (Segundo Libro: Preludio) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora