CAP 4: De apariciones y desapariciones

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Cassie

La vibración del móvil me despertó de pronto. El sol iluminaba por completo mi habitación, seguramente ya había pasado el medio día, pero los acontecimientos de la noche anterior me habían dejado exhausta. Palpé somnolienta bajo el almohadón para desbloquear la pantalla y leer el mensaje con los ojos aún entrecerrados.

«[Número Desconocido]: Cenicienta, se te quedó esto ayer.»

A pesar del sueño, supe de inmediato quién era el remitente; Blake. ¿Qué se me pudo haber quedado? Toqué mi cuello pensando que quizás dejé caer mi collar, pero ahí estaba. Abrí el mensaje, traía una foto adjunta. La luz del celular me encandiló. En un principio no podía distinguir nada, veía un tumulto de sábanas y una mata de cabello rubio... «¡Dios! Sofi».

Ella vivía a las afueras de la ciudad. La conocí a principios de año, en la semana de inducción. Nos tocó sentarnos juntas, y solo le bastó con el intercambio de nombres para soltarse y comenzar contarme con demasiada exaltación lo emocionada que estaba de entrar a la universidad.  Aunque en un principio pensé que el entusiasmo con el que hablaba se debía su pasión por la psicología, no tardé en descubrir que gran parte de su ilusión se debía a las extrañas expectativas que las películas norteamericanas habían sembrado en ella.

Tras ese primer día llegué incluso a pensar en cambiarme de puesto, pero apenas entré al salón en mañana siguiente Sofi me se volteó dando palmadas en el asiento vacío junto a ella. Esa misma tarde inició nuestra amistad. Nunca había imaginado tener una amiga como Sofi, pero la combinación entre su optimismo natural con una inocencia algo fingida terminaron por cautivarme. 

Aún así, con todo lo que la había alcanzado a conocer durante el último semestre, jamás hubiera anticipado que ella y Blake terminarían pasando la noche juntos. Él no parecía ser la clase de chico en búsqueda de un encuentro casual, y Sofi... sus gustos eran más del tipo "chico malo" que del "chico guapo pero aplicado".

Entonces, ¿cómo se suponía que debía responder a ese mensaje? ¿y por qué habían decidido inmortalizar su momento de intimidad enviándome una foto? Me apoyé en el respaldo de la cama pensando en una posible respuesta, pero de prontosentí una punzada de dolor en mi abdomen bajo.

—Oh, no. —El móvil resbaló entre mis dedos y mis ojos se detuvieron en una mancha de sangre resaltando sobre la blanca sábana. Caí presa del pánico por un momento antes de deducir quien era el autor de tal macabro crimen—. Genial... —le murmuré a mi pelvis, enroscándome—, llegas justo cuando mi vida no podía ir más normal...

Bajé las escaleras rápidamente en dirección al baño. Dylan estaba acostado en el amplio sofá de terciopelo azul, absorto en la televisión donde unas marionetas que vestían pijamas se negaban a ir a la cama. Hubiese pensado que no notó mi presencia de no ser por el grito que soltó cuando me metí al baño.

—¡Mi mamá fue a comprar fruta!

—¡Pero me la voy a comer yo! —Respondí en broma, y cualquiera que haya sido su protesta la interrumpí con un portazo.

Apoyé mi celular sobre el estanque del inodoro y dejé que la música sonara antes de meterme a la regadera. Tras unos minutos el agua ya caía limpia a mis pies. Estaba cantando a todo pulmón y justo cuando la canción llegaba a su mejor parte, la melodía se detuvo abruptamente. Me asomé tras la cortina para ver qué ocurría, y entonces me encontré con él, de pie ante el inodoro, alejando su índice de mi pantalla.

—¡Genial, no sabía que podía hacer eso! —dijo Devon sorprendido.

Solté un grito de horror y cubrí mi cuerpo expuesto con la cortina.

DEVONWhere stories live. Discover now