CAP 6: De dulce y agraz

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CASS

La sala de espera estaba sumida en un inquietante silencio en comparación al alboroto del personal médico que hubo en un principio o el incesante timbre del teléfono que quedó después, mientras las secretarias realizaban el cambio de turno. Aunque molesto, ese sonido funcionaba como amortiguador para los oscuros pensamientos que me inundaban mientras esperaba en una de las sillas pegadas al muro, entre una máquina de café descompuesta y la puerta de la habitación de Dylan.

La nueva secretaria llegó hasta mí, inclinándose para ofrecerme limonada en un vaso de plástico transparente. Su tono fue de extrema delicadeza cuando se disculpó por no tener agua caliente, pero según su parecer necesitaba beber algo dulce ya que mi rostro evidenciaba, al igual que el de mi hermano cuando llegó hasta la sala de urgencia, una posible baja de azúcar. Cuando me preguntó si mi madre querría algo, le aconsejé que sería mejor no interrumpirla, a lo que ella asintió respetuosamente antes de regresar a su puesto tras el escritorio curvo.

Apenas alcancé a beber un sorbo de mi limonada cuando las puertas automáticas se abrieron de par en par, dando paso a Sofi y Blake, quienes entraban cautelosos a la sala. Sofía saludó tímidamente a la secretaria alzando una mano para luego sentarse a mi lado, visiblemente preocupada.

—¡Oh, Cassie...! —Me tomó ambas manos repentinamente, casi haciéndome volcar mi vaso. Su tono reflejaba un profundo pésame, y sus ojos, aún húmedos, la acusaban de haber llorado en el camino—. Lo siento tanto, tanto...

La sobrecarga emocional de mi amiga y su voz cargada de dramatismo me molestó de un modo casi incomprensible. Aunque sabía que Sofi solo estaba siendo empática, lo último que necesitaba eran más pensamientos pesimistas de los que ya tenía en ese momento.

—Se recuperará. —Tragué saliva y me esforcé en sonar convincente—. Algo pasa con su sangre; sus niveles de azúcar estaban críticos y el coma inducido es parte del tratamiento. Sé que puede sonar grave, pero será mejor confiar en los expertos.

Blake se mantenía a unos prudentes pasos de distancia, vistiendo un suéter colorido. Con una mano sostenía una gruesa chaqueta, y la otra la llevaba metida en los bolsillos de sus pantalones de mezclilla.

—Hubiésemos llegado antes... de no ser por su nefasto sistema de transporte público —aportó Blake, sin molestarse en ocultar su hastío. Aparentemente había captado mi necesidad de disminuir la tensión de la conversación, puesto que lo siguiente que hizo fue apuntar a la máquina de café apagada a mi lado—. ¿Acaso no hay café?

—Está averiada —respondí, y luego me incliné hacia adelante para susurrarle—. Pero estoy segura de que ella estaría encantada de hacerte una limonada.

La secretaria, que hasta entonces había estado mirando flechada a Blake, desvió rápidamente su atención hacia su monitor apagado. Blake giró su mentón levemente para sonreírle y, por un breve momento, su blanca sonrisa fue como un bálsamo para mi dolor.

—¿Y pasarás la noche acá? —preguntó Sofi, aún preocupada y sin entender las señales respecto al tono de conversación.

—Hoy no —respondí, lo más calmada que pude—. La vigilia la puede hacer solo una persona, y obviamente será mi madre. Tengo que ir a casa y luego volver para dejarle unas cosas, pero antes quiero despedirme. Además, no quiero que ella salga de la habitación y no tenga a nadie con quién desahogarse.

Blake pareció percibir antes que nadie la llegada de alguien más a la sala. Seguí su mirada hacia el pasillo, justo a tiempo para ver cómo las puertas se volvían a abrir, esta vez para darle paso a Elías, el novio de mi madre. Su rostro reflejaba completa desesperación mientras agitaba nervioso las llaves de su camioneta. Llevaba tres chaquetas encima, como si la prisa no le hubiese permitido decidirse solo por una.

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⏰ Last updated: 5 days ago ⏰

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