CAPÍTULO 38

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—Buenos días, Camila—Camila sonrió mirando a su madre entrar y se apresuró a decir:
—Saldremos en un minuto —Samara estaba ayudando a coger los bodys de Jack y Camila besó a su hijo—. ¿Te gusta este rojo, Jack? —ella le preguntó a su hijo, pero luego miró a su madre cuando le preguntó:
—Humm... ¿Qué te gustaría en el desayuno, Camila?
—Lo de siempre... —Camila contestó sin hacer mucho caso y vistió a su chico—. Mamá... sonríe como la abuela. ¿No es así? —Preguntó Camila y Sinuhe asintió. Se preguntó si Camila estaba siendo sospechosa, pero luego, al ver su sonrisa, Sinuhe se sacudió el pensamiento.
Camila sacó su silla de ruedas sólo para detenerse en el pasillo.
—¿Mamá?... ¿Qué es esto?
—Le he dicho que se está pasando. Mira... he intentado decir que no, pero al menos puedes facilitarme las cosas... quiero decir... son solo flores. Flores inofensivas. No reacciones, por favor...
—¿Lauren...? ¿Lauren lo hizo? —Preguntó Camila.
—No, me refiero a que tenía gente que venía para acá... sabes que son las once de la mañana. No puede estar aquí. Debe estar en su oficina —Su madre siguió parloteando mientras Camila miraba todas las cestas de flores alineadas. El olor en el aire se siente fresco.
—Mamá... —Camila susurró.
—Voy a despejar... —Sinuhe trató de explicar.
—Las flores rojas son sus favoritas mamá. No las mías...
—¿Qué... qué has dicho? —Preguntó Sinuhe y Camila suspiró mirando a su madre.
—He dicho que las flores rojas son sus favoritas. Y, Lauren sabe que me gustan los lirios blancos. Siempre trae lirios blancos a nuestra casa también. Sólo quiere una reacción de mi parte. Yo digo que lo hizo a propósito —Camila miró a su madre, que estaba demasiado sorprendida para reaccionar.
Camila no parecía molesta por las flores.
—Te has dado cuenta de que te trae tus flores favoritas...
—Mamá... no es gran cosa. Tengo ojos —ella le lanzó una mirada de fastidio sólo para que Sinuhe la mirara fijamente.
—Si tienes ojos... úsalos... —¿Qué? —Preguntó Camila.
—Nada... me muero de hambre —Sinuhe se adelantó mientras Camila la seguía solo para notar como todo el comedor estaba lleno de flores también.
—Esto es... —Camila pareció quedarse sin palabras y Sinuhe añadió:
—Vamos... vamos a disfrutar de todas estas flores por la mañana. ¿Tiene hambre mi niño? —Sinuhe intentó cambiar de tema y arrulló a Jack, pero Camila sólo negó con la cabeza.
—No, Samara le dio un biberón... pero ¿a dónde crees que va esto? No podemos hacer esto. No podemos dejar que se gaste el dinero. No podemos dejarla seguir.
—Nadie lo lleva por nada.
—¿Qué has dicho? Quiero decir que si crees que hay una posibilidad... ¡ja! —Camila negó con la cabeza.
—Bueno, si no la hay y todavía quiere intentarlo... no podemos detenerla. Y, olvidemos que fue tu ex. Quiero decir... mucho antes de eso era nuestra vecina...
—Esto no es una cosa de vecinos. Sabes que está intentando... Dios... Me pregunto cuánto habrá gastado —Camila volvió a mirar a su alrededor.
—Vamos... no pienses en el dinero... piensa en... cuánto ha invertido ella misma —Sinuhe trató de poner un poco de pensamiento en ella.
—Tú no eres una ayuda. De hecho, eres todo lo contrario a eso... —Se quejó Camila.
—Bueno, ... No estaba acostumbrada a esto. Tú me has convertido en esto —Replicó Sinuhe y Camila miró a su madre.
—¿De qué se trata?
—El centro de tratamiento ha llamado... y, si no confirman pronto... no habrá plaza durante los próximos cuatro meses. No es que no haya otras instalaciones, pero era una de las mejores —Sinuhe se quedó callada mientras Camila cogía la mantequilla de cacahuete.
—Creo que ya lo hemos hablado —Camila trató de sonar despreocupada.
—Bueno, sí... lo sé, pero si no puedes entender cómo me hace sentir, me niego a reconocer que quieres una salida de los avances de Lauren. Quiero decir... ¿Quién soy yo para decir algo?
—Buen intento... estás tratando de hacerme caer en la trampa porque sé que Lauren no se irá, aunque diga que sí a esta rehabilitación.
—Pero... ¿Cuál es el problema cariño...? —Sinuhe tomó la mano de Camila y preguntó—... Mira... no estaré aquí para siempre. Y, sólo quiero lo mejor para ti. ¿Por qué no lo haces por... por Jack si no es por mí?
Todo esto llevó a Camila al día en que se despertó. Cuando le dijeron que no podía caminar y Shawn la dejó por su discapacidad. Por ahora, ella sabía que una rehabilitación es una opción, pero sí ella falló. Ella sabía que viviría para lamentarlo para siempre. Era mejor que se acostumbrara a esta discapacidad.
Tragando saliva, intentó esbozar una débil sonrisa.
—Me he unido a un grupo de Facebook. Es todo sobre la silla de ruedas. Y hay muchas mujeres que se las han arreglado con hijos y trabajos. Puede... puede ser un reto o una dificultad... pero es mejor que me acostumbre... —Camila podría haber continuado, pero su madre la cortó.
—Vamos, Camila. Nunca has sido débil. La Camila que conozco...
—Es una lisiada ahora. Antes de que podamos evitar esta realidad... mejor. —¿Camila? —Su madre jadeó.
—Y, sin olvidar que debe haber gente mucho más apta que yo para esta rehabilitación... vamos... y desayuna. Se está enfriando —Sinuhe dejó este tema y tomó nota para pedirle a Lauren que la obligara.
—Gracias... —Su madre se levantó con el vaso y añadió antes de irse—... Han dejado un paquete para ti.
—¿Qué? —Preguntó Camila, pero Samara se apresuró a pasarle el paquete que estaba envuelto en papel.
Camila no le dio importancia y quitó el papel sólo para leer las palabras de la portada del libro. Era el último lanzamiento de su autor favorito, Day. Camila abrió el libro y se dio cuenta de que estaba firmado por Day. La autora siempre había sido su favorita y escribía encuentros románticos apasionantes.
Podía mentir diciendo que ya no lee esos libros. Pensó, pero entonces recordó que Lauren había visto su colección cuando vino a visitar su casa el año pasado.
—Devuélvele este libro cuando pase por aquí —le dijo Camila a Samara y terminó su desayuno.
Tenía previsto quedarse con su hijo unas semanas más antes de empezar a solicitar los puestos de trabajo. La ventana de la sala de estar había sido su lugar favorito con Jack y su teléfono ya estaba repleto de fotos de Jack. Al tenerlo en sus manos no se sentía sola ni fracasada.
Él la hacía la persona más feliz y deseada del mundo. En el momento en que lo vio por primera vez supo que esas pequeñas manos tenían toda su existencia.
Jack la miró fijamente a los ojos y ella sonrió. —Sí, mi niño... te quiero mucho.
Sinuhe miró a Camila desde la distancia. Sólo podía preocuparse por cómo Camila debía pasar este tiempo de rehabilitación y no jugar con un chico que ni siquiera era suyo. Incluso si Sinuhe no quería admitir que Jack estaba tomando todo el tiempo de Camila. Trataba de decirse a sí misma que si su propio nieto estuviera aquí le iba a quitar tanto tiempo. Pero las cosas eran diferentes y ella no podía deshacer las cosas.
Sinuhe ya había llamado a Lauren y ella le había prometido que iba a empezar su rehabilitación con toda seguridad. Y, aunque sonaba confiada, Sinuhe tenía poca o ninguna esperanza de que Lauren pudiera convencer a Camila.
Eran las siete de la tarde cuando Camila se dio cuenta de que su madre entraba pareciendo preparada para irse a algún sitio. Camila sólo consiguió levantar las cejas cuando Sinuhe mencionó.
—Se me pasó por la cabeza, pero tengo un amigo al que tengo que ver... —¿Qué amigo? —Preguntó Camila.
—Paige...
—Oh, ¿está aquí en Nueva York?
—Sí, para algo con su marca. Seré rápida...
—Sí, claro... no hace falta que te molestes. Estaré bien. Estoy segura —Camila sonrió, pero la reacción de su madre no fue emocionante.
—Genial —dijo su madre, pero su sonrisa parecía forzada.
Camila se preguntó si todavía estaba disgustada por la hora del desayuno, pero sabía que no podía hacer nada al respecto. Ella había tomado una decisión sobre la rehabilitación y nadie tenía derecho a cambiarla.
Un golpe en la puerta principal la sobresaltó, pero antes de que pudiera bajar a Jack y dirigirse a la puerta, Samara pasó junto a ella.
—Voy a comprobar la puerta —dijo Samara.
—Gracias, Samara —Camila esperó en la sala de estar y cuando Samara no dijo quién era Camila la llamó—. ¿Quién es? —Pero antes de que pudiera obtener una respuesta se encontró con que Lauren entraba en la habitación con lirios blancos en las manos.
—¿Qué estás...? —Camila era quien menos la esperaba. No tenía derecho a irrumpir así. En este punto, Camila estaba convencida de que siempre requería un aviso antes de que Lauren apareciera. No hay manera de que ella podría manejar las visitas sorpresa de Lauren.
—Salí temprano. Y... —Lauren se fijó en el pequeño Jack y caminó hacia él—... No podía dejar de echar de menos a este pequeño... ¿Puedo? —Camila sólo se quedó mirando sus manos ya extendidas cuando Lauren añadió—: Está acostumbrado a mí. Estará bien conmigo... —Y, sonó más como una promesa.
Camila asintió un poco y Lauren levantó al pequeño. —¿Cómo has estado Timmy?
—¿Timmy? —Preguntó Camila y Lauren la miró. No reaccionó y se tapó perfectamente—. Así es... como lo llamo...
—¿No era el nombre de tu perro... el que tenías cuando éramos niñas?
—Sí... —Lauren recordó y asintió—. Espero que no te enojes porque le puse ese nombre...—
—¿Por qué todo el mundo me pregunta mucho esto? ¿Mamá y luego tú...? ¿No la llamaste antes de venir aquí? Quiero decir... ella no está aquí —Lauren la miró fijamente por un momento antes de decir:
—¿Te das cuenta de que vengo aquí por ti? —Camila puso los ojos en blanco y se estremeció.
—¿Por qué tienes que ser tan directa?
—Y, ¿por qué no puedes dejarme estar aquí... o preguntarme si quiero quedarme a la cena? Dime que no estás planeando matarme de hambre...
—No tenemos nada especial. ¿Qué es posible?
—Tu pasta... —Lauren intervino y Camila la miró recordando todas aquellas veces en las que le decía que nunca la dejaría por lo bien que cocina.
Pero antes de que pudiera reaccionar, Samara se le adelantó diciendo.
—Sinuhe me había pedido que preparara la cena —En ese momento Camila supo que su madre era la que la había vendido. Intentó darle una sonrisa forzada aparentemente.
—Bien, quédate... Lauren.
Camila se sentó en la silla de la cabecera y Lauren en la de enfrente. Jack estaba acostado en su cuna. Samara sirvió la mesa y Lauren preguntó:
—¿Recuerdas lo locamente que amabas a Timmy?
—Sí... estábamos desoladas cuando tuvieron que sacrificarlo. Era muy viejo en ese momento. Pero Clara estaba muy apegada a él.
—Sí... ella lo consiguió en un refugio local barato... —Lauren trató de recordar.
—El segundo cachorro... sí... todavía estoy en contacto con Lis, la encargada de allí. Siguen siendo los mismos... haciendo un gran trabajo —Hubo un silencio incómodo de nuevo cuando Lauren preguntó.
—Bueno, ¿todavía les faltan donaciones? Aunque estoy segura de que siguen donando, pero no podemos hacer nada con la sociedad que no quiere. ¿Podemos?
—Habla de ti, Lauren. Para empezar, no dejaste que Clara adoptara de nuevo —Lauren gimió ante la mención.
—Mamá estaba devastada. No podía arriesgarme a que se alterara de nuevo con un nuevo perro.
—Pero así es la vida. Creo que podría haberla ayudado a superar lo de Timmy —Lauren la miró. Sólo podía esperar que ella siguiera siendo la misma cuando se enterara de cómo le habían ocultado la identidad de Timmy.
—Supongo que tendré que estar de acuerdo. Siempre puede haber cosas que te ayuden a seguir adelante. La vida... no se detiene para nadie —Sólo ahora Camila se dio cuenta de a qué se refería y se quedó callada antes de dirigir su atención a su plato.
—¿Te dijo mamá que iba a salir? O le pediste que saliera y nos dejara solas —Preguntó Camila y Lauren sonrió.
—Vamos... no es que estemos haciendo equipo contra ti todo el tiempo.
—Entonces, no todo el tiempo... —Camila preguntó haciendo reír a Lauren y eso solo hizo que Camila se quedara quieta.
Ella pudo notar como su sonrisa era toda la misma. Su sonrisa podía iluminar todo el entorno. Y, cuando Lauren la miró fijamente, Camila trató de disimular con una pregunta.
—Entonces, ¿no tienes mucho trabajo en tu oficina o qué? —Sobre la oficina... Hum, me estoy retirando.
—¿Qué vas a hacer? —volvió a preguntar Camila.
—Me voy a retirar...
—Qué más vas a hacer sí... no estás trabajando —Pero al darse cuenta de su sorprendente reacción se apresuró a añadir—... Creo que entiendes lo que te estoy preguntando. Tú eres Lauren Jauregui... ¿Qué pretendes? —A Lauren le divirtió que Camila parezca un poco interesada en saber lo que estaba haciendo. Pero en lugar de darle una respuesta, le preguntó.
—¿Qué te parece? —Camila miró como si estuviera buscando una respuesta, pero luego susurró.
—No sé... ¿Obtener tu título? Quiero decir que eres una graduada universitaria, pero no será sorprendente si quieres continuar...
—Estoy planeando vivir para ti, Camila... —Camila se preguntó si había oído bien eso. No había forma de que abandonara su trabajo y todas esas cosas por las que había trabajado tan duro.
Pero entonces, recuperando la compostura, trató de reñirla.
—¿Puedes, por favor, no ponérmelo difícil? ¿Crees que es tan relajante escuchar...?
—Está bien... no me debes nada, Camila. De todos modos, mi vida no tiene sentido. Y, piénsalo. Tú querías una vida así, ¿verdad? Créeme, no lo estoy haciendo por ti. Lo estoy haciendo por mí. Ahora, quiero vivir esta vida contigo. No sólo por ti, sino por nosotras. Y ya nada más tiene sentido para mí.
Camila la miró a los ojos. Por un momento, quiso creer y confiar en sus palabras. Pero esto es lo que ella siempre había hecho estúpidamente. Creer.
Ella creía que tenía un futuro con Lauren. Ella creía que Shawn era el indicado para ella. La gente no siempre quiere decir lo que dice. Y, ella había aprendido esta lección de la manera más difícil.
—Realmente no sé qué decirte, Lauren. Pero estoy segura de una cosa. No veo ningún futuro contigo —Lauren tragó saliva con fuerza ante sus palabras, pero luego sonrió un poco.
—Está bien... ya lo sé. Ya me lo has dicho. No espero nada de ti. —Entonces, no lo hagas —susurró Camila.
—No quieres vivir conmigo. Es tu elección. Pero no puedes impedirme que viva para ti — Camila ya sabía que sus palabras la estaban afectando. Aunque intentaba mantener su corazón a raya, podía sentir que Lauren podía conmoverla.
—¿Podemos no... hablar de esto? —Preguntó Camila y Lauren asintió con la cabeza.
—Bien, de todas formas, tengo muchas cosas de las que hablar —Ella notó una sonrisa genuina en el rostro de Lauren.
—¿Por ejemplo? —preguntó Camila. No quería admitirlo, pero era bueno ver lo buena que se había vuelto Lauren para comunicarse.
O tal vez es sólo para ti. Una voz retumbante que ella atenuó cuando Lauren preguntó. —Digamos que... esperaba que pudieras darme el número de contacto de Liz. A mí también
me gustaría hacer una donación.
—Vaya... eso estaría muy bien —Aunque Lauren lo hiciera por ella, sabía que era por una buena causa.
—Sí, yo también lo creo... por cierto, Sinuhe me llamó. Me contó lo de la rehabilitación — Camila suspiró ante la mención.
—No sé por qué te metió en esto. Lo siento. No te mereces oírlo —Y, Lauren pudo escuchar un poco su angustia. Que Camila la regañara no le dolía tanto, pero que la viera como alguien que no debía molestarse por ella, sí le hacía daño.
—No te preocupes. Está bien —Dijo Lauren, pero Camila la miró con desconfianza. —¿No me digas que te ha pedido que me convenzas?
—No puedes culparla. Dime que no estarías preocupada si fuera por Jack... —No te atrevas... —Camila se ofendió un poco.
—Lo entiendo, pero intenta pensar en ella —Lauren lo intentó de nuevo, pero esta vez su paciencia se estaba agotando. Realmente estaba poniendo a prueba a todos los que la rodeaban.
—No estoy hecha para eso, Lauren—Al escuchar su respuesta se puso alerta y preguntó de verdad:
—¿Cómo? No hay nada que no puedas sacar adelante Camila. Me temo que si se pone peor. Estoy preocupada por ti.
—No voy a dejar que nadie decida por mí, Lauren. Sólo porque hayas planeado vivir para mí no te permite... —Sacudiendo la cabeza, Lauren la cortó.
—Sabes qué... dejémonos de tonterías. Por qué no dejas de lado todas esas inseguridades tuyas y tratas de hablar con sentido común por una vez —No quería ponerse en voz alta, pero estaba al final de su paciencia.
—¿Perdón? —Camila se sobresaltó ante su reacción.
—Es suficiente, Camila. ¿Por qué no lo ves? ¿Tienes la oportunidad de volver a caminar y esperas que no me importe? Eso es una estupidez. No va a suceder —En este punto, todo lo que Camila podía ver era a Lauren tratando de dominarla.
—Lo que va a pasar es... que te vayas de aquí y no vuelvas nunca más. No quiero ver tu cara —Camila se retorció de rabia y algo se rompió en Lauren.
No estaba aquí para irse nunca más.
—¿Quieres vivir una vida de lisiada? Te diré cómo te funcionará —Dijo mientras se levantaba de su silla y se dirigía hacia ella.
—¿Qué... qué estás haciendo? —Lauren la sacó de la silla de ruedas.
—Tú te lo buscaste... —dijo Lauren y Samara se apresuró a entrar en el comedor dada a todos estos gritos.
—Lauren, déjame... bájame —Pero entonces Camila miró a Samara y le pidió.
—¡Samara... llama a mi madre... llama al 911! —gritó Camila, pero Samara parecía demasiado conmocionada para actuar mientras Lauren abandonaba su lugar. Sólo cuando Jack gritó, Samara se movió e hizo una llamada a Sinuhe.
—Sinuhe... ella se llevó a Camila... la señora Jauregui estuvo aquí y se llevó a Camila. Por favor, date prisa...

El regreso de mi ex (camren gip)Where stories live. Discover now