Capítulo 7. UNA NOCHE DIFERENTE

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La noche cubría gran parte del pueblo de los Santos. Horario en el que rutinariamente las personas se dirigían a sus casas para descansar de sus actividades.
La joven Eliz ahora se había integrado a esto y se encontraba descansado en su habitación en la posada.
Muy cerca de ella, Walter intentaba trabajar en su computadora mirando registros sobre el pueblo, pero no encontraba mucho.
Las fechas parecían vacías y los eventos históricos inexistentes, como si en verdad el pueblo llevará poco tiempo de existir. Lo cual no le hacía ninguna lógica.
En esa noche también el joven semivampiro Airet daba vueltas por las calles a una gran velocidad sin que nadie lo viera.
Esta actividad le servía para relajarse del continúo estrés que vivía.
En su recorrido, justo pasó por la posada y la vió diferente al resto de noches. Pudo sentir la presencia de dos personas nuevas en la solitaria construcción y eso le llamó la atención.
Se acercó a una casa cercana y vió desde ahí la luz prendida en una de las habitaciones que daba a la calle. Curioso, se infiltró en la posada lo cual era muy sencillo pues la encargada ya estaba durmiendo y no había nadie más que lo pudiera detener.
Caminó por las escaleras y llegó al segundo piso.
Ahí sintió una presencia desconocida, alguien a quien nunca había visto en el pueblo y que por alguna razón le atraía a saber más.
En el piso de arriba Walter terminaba de redactar lo último de la información que había reclutado ese día. Sintió la necesidad de beber algo y con la pesadez y cansancio de un día laboral se levantó para bajar y ver si podía obtener algo para sacarse.
El vampiro Airet estaba muy cerca de la puerta que lo separaba de la habitación. Con mucho cuidado giró la perilla rompiéndola con su fuerza pero con la otra mano absorbió el impacto para no hacer ruido.
La habitación estaba muy obscura aún para el poder de visión de sus ojos. Pero pudo distinguir la silueta de la persona que dormía ahí. Era de una mujer joven que reposaba boca abajo con un profundo sueño. Airet pensó en entrar y averiguar un poco más de ella, pero se vió sorprendido por el ruido que hacía Walter al caminar arriba de ese pasillo.
Airet se detuvo un momento para seguir sus pasos y vió que se dirigían hacia abajo. Con su velocidad se ocultó en otra habitación que tenía la puerta abierta, justo a un lado de la actual y observó desde ahí.
Walter bajó caminado por las escaleras muy tranquilamente con los brazos detrás de su cabeza. Después de un pesado día sentado frente a la computadora cualquier cuerpo humano necesita estiramientos para relajarse.
Llegó al piso donde la joven Eliz descansaba, él deseaba avanzar rápido pues no quería pasar mucho tiempo fuera de la habitación. Aunque como todo buen detective experimentado, observar el lugar era algo rutinario.
—Este es el piso donde se supone estaba la chica que también es inquilina.—Habló en voz baja.—Que desafortunado que haya venido de visita en un momento como este.
Airet mostró sus colmillos mientras estaba al asecho, como una bestia salvaje esperando el momento adecuado para saltar sobre su víctima.
Walter caminó un poco para recorrer las habitaciones más de cerca.
—Qué raro, todas las puertas están abiertas, si estuviera alguna ocupada ¿No deberían cerrar su puerta?
Siguió caminando una por una dando un pequeño paso dentro para asomarse. Todas se encontraban deshabitadas y muy ordenadas, este patrón se repitió en todas hasta que llegó a la penúltima al fondo. Se asomó y pudo ver la cama destendida y la silueta de alguien acostado en ella.
Se sorprendió mucho al verlo y dudo en tocar y preguntar el motivo, pero solo cerró la puerta despacio asumiendo que la chica la dejó así por una razón.
Airet tenía tantas ganas de salir de su escondite para matar al intruso, alimentarse con su sangre le haría fortalecerse aún más aquella noche. Pero por una extraña razón se detuvo, controló sus instintos asesinos y solo observó al hombre regresar por donde vino e irse de ahí.
El semivampiro se acercó nuevamente a la habitación con la esperanza de ahora sí poder entrar y ver a esa persona que llamaba tanto su atención. Sentía algo muy diferente al resto y quería averiguar que era.
Pero no pudo entrar a la habitación, lo intentó pero una fuerza parecía oponerse a su ingreso así que se fue de ahí un poco molesto para no regresar más.
Walter estaba en la parte baja y su instinto estaba muy activo pero no lograba entender el motivo para que este se pusiera así.
El lugar parecía bastante seguro, no sabía que situación podía alterar la tranquilidad de ahí. Así que también decidió ir por su refrescante vaso con agua fría y dar la media vuelta. En el trayecto se encontró con un reloj antiguo que llamó mucho su atención, estaba descompuesto pero sus manecillas parecían ser flechas que indicaban una posición o algo por descubrir.
Pero por más intriga que le ocasionará decidió dejar el misterio para resolverlo después.
Al caminar, observó que la puerta de aquella habitación estaba abierta nuevamente. Eso le causó confusión pues él estaba seguro de haberla cerrado.
Asumió que era una costumbre de la inquilina y no quiso indagar más, se marchó a su habitación.

Hijo de sangre Where stories live. Discover now