Capítulo 6

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Volví de la cuidad y me dirigí a la librería. Isa estaba leyendo una revista de vestidos de novias. Con una sonrisa y el ceño fruncido, la miré.

—Espero que me invites a la boda.

Ella rodó los ojos, divertida.

—Ni siquiera tengo novio. Solo estoy facilitando algunas preocupaciones para la Isabella del futuro —respondió, como si eso fuera coherente. Reí.

—Bueno, si te consuela, yo ya tengo los nombres de los hijos que no tengo con el novio que no tengo.

—Aún —especificó.

Tomé asiento a su lado y le quité la revista para echarle un vistazo a los vestidos que había marcado con un corazón rojo a su lado.

—Dante nos trajo el desayuno. Supongo que son las ventajas de tener un amigo cocinero —comentó, enseñándome dos vasos de café y croissants. Se me hizo agua la boca de solo verlo.

—Dante me hará subir diez kilos si sigue preparando esos deliciosos croissants.

—¡Lo sé! Parecen hechos por un Dios.

Revolví el café con azúcar y bebí un sorbo.

—¿A qué fuiste a la ciudad? —preguntó Isa.

—Compré un celular. No es de los mejores, pero...

—¡Ahh! —su chillido me interrumpió—. ¡Al fin! Ahora podemos deguirnos en Instagram. O Twitter. ¿Tienes Snapchat? No importa. Pásame tu número así te agrego a mis contactos.

La reacción de Isa me hizo reír.

—Nada de redes sociales por el momento. Solo lo voy a usar para llamadas, ¿okey?

Resopló.

—¿Al menos nos podemos tomar una foto? Para tener de recuerdo...

Asentí, desbloqueé mi celular y se lo tendí. Isa puso la cámara y posó de mil formas diferentes antes de capturar el momento, que quedó inmortalizado para siempre. Lo guardé en mi bolsillo cuando quedó satisfecha con el resultado.

—¿Qué te vas a poner mañana? En la cena.

—Un vestido, supongo.

—¡Uh! ¿Elegante? Me gusta.

Reí.

—Los básicos que uso, literalmente, todos los días. —especifiqué e Isa bufó—. Quizás el celeste.

—Está bien. Lo acepto. Yo me voy a poner un vestido floreado. ¡O uno azul, así combinamos!

•••

—Hola, cabeza de mono. Trajimos esto —Isa, tan encantadora, saludó a Dante con un beso en la mejilla y le tendió un vino blanco.

—Vaya amabilidad. Hola, Liv.

—Hola —respondí divertida, mientras Dante e Isa se dirigían a la cocina dándose empujones para ver quien de los dos llegaba primero.

—No me gusta presumir, pero hoy vas a probar las mejores pastas que hayas comido jamás —alardeó él, revolviendo una cacerola con salsa de tomate.

—¿Hasta los de paquete?

—Por favor, Liv, no digas eso ni en broma. Los de paquete son una mierda a comparación de los míos.

Reí.

—Lo siento, lo siento.

—Ah... No veo la hora de embriagarnos —comentó de repente Isa, quien suspiró, apoyando un antebrazo en la mesada y su cabeza sobre la mano.

Perdida [COMPLETA]Where stories live. Discover now