Capítulo 8

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Caminé por las grises y estrechas calles del pueblo hasta llenar a la dirección que Isa me pasó cuando la llamé por teléfono. La casa era color blanca, con las puertas y ventadas de madera, sin ninguna decoración.

Golpeé dos veces y esperé a que me abriera. Esperaba no molestarlo, aunque conociéndolo, a esta hora ya estaría despierto.

—Hola.

Su cabello estaba despeinado y llevaba puestos unos pantalones cortos y una remera de blanca. Uno de sus fuertes y grandes brazos sostenía la puerta. Mi mirada lo estudió hasta que se aclaró la garganta y volví a sus ojos azules.

—Hola. —Le sonreí.

—¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda?

—Nop. Vine a enseñarte esto.

Prácticamente, le refregué delante de sus narices una hoja algo arrugada y llena de garabatos. Él frunció el ceño, o al menos eso noté cuando alzó la mano y quitó el papel que estorbaba su campo de visión.

—¿Qué es?

—Vela —dije, entusiasta.

Daniel bajó la vista a ma hoja de papel y la inspeccionó por encima. Luego, comenzó a leer:

—La lista para ser feliz de Olive —pronunció y me miró—. La hiciste.

—Ajá. ¿Te gusta?

—Punto número uno, tener un bonito jardín.

—Ese está a medio cumplirse, ¿verdad? Solo tengo que regarlo todos los días y...

—Debes regar día por medio. Tienes que darle agua a las plantas, pero siempre procurando no ahogarlas.

—Día por medio. Ya entendí.

—Punto número dos, bailar Can't Help Falling in Love de Elvis Presley con alguien que me guste.

—¡Ey! Taché el "que me guste". No debes leerlo.

—Punto número tres, experimentar un beso bajo la lluvia. Qué romántico —comentó y mis mejillas se ruborizaron.

—No hace falta que lo leas todo.

—Punto número cuatro, hacer reír a Daniel.

Sonreí, tímida, cuando él me miró con el ceño fruncido. Estaba mordiendo su lengua, intentando contener una sonrisa.

—No me juzgues, quiero presenciar eso.

—Ya lo hiciste. En la playa.

—Pero eso fue antes de hacer la lista, debo comenzar de cero. Tendré que hacerte reír una vez más.

Él negó con la cabeza y volvió a la lista.

—Punto número cinco, meterme al mar con ropa. A cualquier hora. Sin pensarlo. Bien, me gusta ese —dijo—. Punto número seis, embriagarme.

—Pero no embriagarme por estar de fiesta. Quiero embriagarme solo porque sí.

—Bien. Me apunto. Punto número siete, viajar a Paris y comer pan francés. Ulalá —añadió y reí.

—Hasta podría hacerme un bigote francés.

—Punto número ocho, enamorarme. ¿No te enamoraste nunca? —preguntó, clavándome la mirada con sus profundos ojos azules.

—Una vez. Acabé en este pueblo.

—El destino, quizás. Punto número nueve, dejar de preocuparme por cosas del pasado. Y punto número diez, disculparme con mamá y papá.

Perdida [COMPLETA]Where stories live. Discover now