Oscura promesa... ||Cookie run•Darklico||

#05; Intereses

Ese día era extrañamente tranquilo en la torre del caos, todos estaban en lo suyo y parecía un día de descanso para todos; Licorice estaba caminando por los pasillos golpeando su bastón contra el suelo como si de un bastón se tratase mientras estaba asumido en sus pensamientos hasta que algo lo saco de su mente, ese algo era una melodía muy conocida para sus oídos la cual venía de la habitación de Dark Choco.

Con curiosidad por esta melodía se acercó al cuarto asomándose solo para ver a el de tez oscura sentado en su escritorio mientras el tocadiscos que había en dicha mesa reproducía un disco, aquel disco tenía una peculiar estampa que el mago reconocía bien; estaba tan perdido en aquella melodía que no se percató de que Dark Choco lo había visto y su voz le hizo dar un pequeño brinco

— ¿Buscas o necesitas algo?

— Ja, como si necesitara algo de tí... Solo me llamo la atención esa melodía.

— ¿La conoces?

— ¿Cómo no conocerla? Solo un idiota no reconocería Don't Stop me now...

La Mirada de el chico de cabellos oscuros de relajó un tanto antes de girarse a ver completamente al hechicero frente a él

— ¿Te gusta Queen?

— ¿Gustarme? Es uno de mis favoritos y no pienso discutir con nadie que su mejor canción es Killer...

— ¿Killer Queen? Me encanta ésa.

Dió una sonrisa antes de invitar a pasar a Licorice quien entró sin mucho reproche, su mirada y expresión también habían cambiado; se sentó en una silla de la habitación mientras Dark Choco se ponía frente a él, sin darse cuenta los minutos pasaron de manera fugaz hablando de tal música y sus mejores canciones, sus logros, sus discos, sencillos y demás, no se dieron cuenta cuando acabaron sentados en la cama del de tez oscura quien tenía una caja en sus piernas, su caja de discos la cual ambos observaban con una sonrisa mientras este mismo le enseñaba los discos que habían allí.

— Está también es un clásico de clásicos, era mi favorita de pequeño...

— ¿Billie Jean? ¡Siempre la escucho! Ha sido siempre una inspiración para mí, hombre solo falta que me digas que también tienes discos de My Chemical...

— ¡My Chemical Romance! Fueron mis favoritos por un tiempo, mi canción favorita siempre fue...

— ¡Welcome to the black parade!

Dijeron ambos al mismo tiempo mientras reían, por un momento el chico de cabello oscuro dejo de parecer tan irritante para el hechicero, se estaba empezando a mostrar muy interesante, se quedaron allí por más tiempo hablando de distintos cantantes, bandas y música, resulta que tenían más en común de lo que parecía pues ambos amaban casi los mismos músicos incluso Dark Choco le regaló a Licorice uno de sus discos, el disco con todas las canciones del álbum Three cheers for sweet revenge para ser exactos, Licorice lo acepto con mucha felicidad y cuando menos se dieron cuenta estaban en medio de la habitación, Licorice tenía una mano en el hombro de Dark choco quien tenía una mano en su cintura y tomaban sus dos manos libres; Licorice venía sus pies con confusión mientras Dark Choco soltaba algunas risas.

— ¿Por qué es tan complicado?

— No tiene tanta ciencia... Solo, mueve tus pies de esta forma y concéntrate en la música...

El tocadiscos fue activado por Dark Choco y de manera lenta empezaron a bailar, Licorice mantenía su mirada fija en sus pies pero de manera suave el de tez oscura hizo que levantase la mirada.

Empezaron a bailar con lentitud y mediante la canción iba subiendo su tono y velocidad ellos también lo hacían, se movían de un lado a otro bailando y aunque el hechicero llegaba a tropezarse solo reía, por un momento solo se centraron en el otro, en la música y en ese baile que cada vez se hacía más libre y divertido, Dark Choco le daba vueltas a Licorice con su mano antes de volver a su posición, se inclinaba sobre el mientras el se dejaba caer con una sonrisa y cuando la canción llegó a su punto más alto no pensaban en nada más, Dark choco cargo a Licorice por la cintura dándole una vuelta en el aire lo cual lo hizo reír y luego unos segundos más de danza la canción acabó pero ellos no se separaron, tenían la respiración agitada viéndose fijamente a los ojos con una sonrisa, estaban concentrados en los ojos del otro hasta que Licorice reaccionó y se soltó del agarre de Dark Choco con una risa nerviosa mientras veía hacia otra parte.

— Fue- fue divertido... No sabía que sabrías bailar.

— Pienso lo mismo y para ser sincero también me sorprendiste, dijiste que era tu primera vez bailando y sin embargo estuviste muy bien.

— Bueno, hay muchas cosas que no sabes de mí.

Dijo con una sonrisa arrogante mientras se cruzaba de brazos haciendo reír a Dark Choco quien puso una mano en su hombro.

— Cuando desees escuchar más música siempre puedes venir, mi puerta estará abierta siempre.

— Sigue soñando que venga... Al menos seguido.

Le dedicó una sonrisa burlona antes de salir de la habitación, mientras caminaba miro el álbum que Dark Choco le había regalado y una vez estando en su habitación soltó un suspiro, cerró la puerta tras el dejando el álbum sobre su mesa aprovechando para alimentar a su tarántula mascota quien estaba en una caja de cristal con unas letras grabadas en ella formando "Mr.paws" que era el nombre de dicho insecto, cuando cerró nuevamente la caja se dejó caer sobre su cama cerrando sus ojos pero los abrió nuevamente al sentir un pequeño peso sobre su pecho.

Frente a el vio a su pequeño gato, un hermoso gato negro de tan solo 8 meses que era muy apegado al hechicero quien dió un suspiro antes de acariciar su cabeza.

— ¿Que es lo que haré Nightmare? Dark Choco ya no me resulta desagradable... Eso es malo ¿No crees?

El gato se bajó de su pecho y se acostó a su lado acurrucándose para dormir, Licorice se acostó de lado viendo a su pequeño peludo mientras acariciaba su lomo, realmente estaba extrañado ¿Ya no le parecía molesto gracias a su música? ¿Por qué se sintió tan cómodo y libre bailando con el? Había sido una sensación extraña pero que estaba dispuesto a repetir pues no le molestó, al contrario... Le había gustado aquella sensación y despertó en el cierta felicidad que lo hacía sentir seguro, amado, era una sensación tan cálida que deseaba que se repitiera nuevamente.