Desgracia

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El tiempo siguió pasando aunque Guillermo no lo sentía tanto, había dado el famoso estirón hace unas semanas, su complexión había cambiado todo a su alrededor parecía cambiar pero no lograba sentir cambio alguno en sí mismo.

Siempre primero en la escuela, siempre esforzándose por ser el mejor hermano para Diego, siempre presa de ese hombre, siempre con un nuevo grupo de moretones repartidos por el cuerpo, siempre con dolor, esa era su rutina.

Sus padres habían vuelto a la normalidad después de un tiempo, seguían sin prestarle mucha atención pero volvían a gritarle de vez en cuando, claro que fuera de la vista de su hermano menor.

Aún recuerda como a su padre se le ocurrió darle una cachetada frente al otro niño y cómo dicho niño había corrido en su defensa golpeando las piernas del adulto con toda su fuerza gritando "Fuera" varias veces, fue todo un proceso para que el pequeño perdonara a su papá.

Desde entonces no lo golpean pues a veces no saben si está Diego o no rondando por ahí, las palabras despectivas y humillantes sustituyeron los golpes junto a los reclamos a puerta cerrada cuando alguno de los adultos sacaba al niño a pasear.

Realmente a Memo no le importaba nada de eso, las únicas cosas buenas de su vida eran su hermanito y la familia Álvares, había tomado como misión cuidarlos, procurar evitarles preocupaciones si lo estaba haciendo bien lo demás podría soportarlo.

Su cumpleaños número 12 lo pasó en compañía de su hermanito y la familia de su amigo, sus padres se habían tenido que ir por trabajo así que los dejaron encargados con ellos pues sus tíos tampoco podían cuidarlos.

Ese había sido el mejor cumpleaños de su vida, lamentablemente unos días después su calvario empeoraría.

- Muertos...- El señor Álvares miraba con pena al muchacho frente a él, deseaba no haber tenido que ser quien le dijera eso pero el niño tenía derecho a saberlo por alguien de confianza.

- Sí, encontraron su auto en un barranco todo parece indicar que bebieron demás, se desviaron, el impacto fue mortal- no le mentiría, sabía que quizá estaba siendo demasiado directo con él chico, prefería que lo supiera bien antes de enterarse por otra gente.

Escuchó el suspiro sonoro que salió de los labios del niño y no pudo evitar ir a abrazarlo, le parecía sorprendente que el muchacho no llorara, si él a su edad se hubiera enterado que sus padres murieron estaría destrozado.

- Gracias por decírmelo así, ahora tengo que ver como decírselo a Diego- estaba disfrutando realmente de ese gesto pero no podía olvidar que tenía que dar la noticia al más chico.

- No tienes que ser fuerte siempre ¿Lo entiendes verdad?- dijo el hombre mientras apretaba un poco más al niño contra su cuerpo.

- Lo sé pero no queda de otra, si yo no soy fuerte para Diego no habrá quien lo cuide, tengo que serlo por él- se sentía tan cansado, quería poder dormir todas las noches que había estado en vela en esos brazos que lo hacían sentir seguro, tener responsabilidades era una mierda.

El hombre quería decirle que no necesitaba hacerlo, que él podía ser fuerte por ambos niños, que podía cuidarlos junto a su familia pero esos hombres lo habían dejado claro por teléfono los menores irían con sus tíos a la ciudad, habían aceptado la tutela y todo lo referente a ellos, lo único que podía hacer era desear que ese matrimonio pudiera cuidar bien de esos dos.

Se quedaron abrazados por un buen rato hasta que Memo decidió que era hora de decirle a su hermano lo que había pasado.

Exhaló con fuerza antes de entrar al cuarto donde estaba la madre de su amigo con su hermanito en brazos, ella se levantó aún cargando al niño, lo pasó a sus brazos y lo abrazó.

Eras solo un niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora