Delantero molesto

118 18 15
                                    

Diego tuvo que ir a la escuela al segundo año de haber llegado, si bien Guillermo estaba consciente que no podría protegerlo por siempre dejarlo casi dos horas en la misma casa que ese hombre lo preocupaba demasiado.

- Entonces ¿Qué dijimos que harías hasta que yo llegue?- estaba planchando con cuidado su uniforme y el de su hermanito para el día siguiente.

- Me meto a tu cuarto y te espero, cierro la puerta con seguro y no salgo- recitó alargando unas letras de manera exagerada.

- Muy bien chaparro- la preocupación en su interior crecía con cada segundo que pasaba.

- Pero no entiendo Memo ¿Por qué no puedo salir?- esa pregunta es a la que más miedo le tenía.

- Solo no lo hagas Diego, es por tu seguridad- no era partidario de no explicarle las cosas al más chico pero no sabía como podía decirle lo que estaba pasando sin vomitar.

- Está bien- la voz cansada de su hermano hizo que no quisiera buscar pelea- te quiero mucho- dijo mientras abrazaba la pierna del mayor con cuidado, había un feo moretón creciendo ahí, pensaba que era por el fútbol así que solo dejó un beso con cuidado como hacía siempre.

- Yo también te quiero mucho menso- dejó la plancha para poder abrazar y cargar al niño de cuatro años provocando un montón de risas en el pequeño.

Al día siguiente se la pasó camino a la escuela, en las clases y el trayecto de regreso rezándole a cualquier deidad existente para que ese hombre no le haya hecho nada a su hermanito.

Llegó corriendo a la casa con la mochila a sus espaldas, para su fortuna encontró a su chamaco jugando con unos camiones de plástico en el piso de su habitación.

- ¡Memo!- Diego salió disparado de donde estaba hacía él y lo atrapó entre sus brazos.

- ¡Chaparro!- respondió con la misma emoción cargando al niño.

- Hoy las maestras nos hicieron presentarnos, fue raro, demasiados niños- el pequeño no estaba acostumbrado a convivir con más personas que su hermano.

- Pero ¿Estuvo bien, ningún problema?- sabía que los niños podían ser un poco pesados a veces.

- No, jugué mucho fue divertido- la sonrisa que el infante le dio fue suficiente para mantenerlo tranquilo.

- Ps ya muévete rápido que tengo que ir al fútbol, el partido está cerca y tengo que entrenar más duro- se apuró para quitarse el uniforme de la escuela y ponerse el del equipo.

- ¿Algún día podré jugar contigo?- Diego se había sentido atraído por el deporte que practicaba su hermano muy recientemente.

- No lo sé, todo dependerá de lo que diga nuestra tía no puedo simplemente meterte a la escuela de fút- si por él fuera claro que metía al niño solo, pero su firma aún no valía además había gastos que hacer en torno a torneos, corría el rumor de la necesidad de un padrino para llegar más alto y no lo descartaba.

Cuando ambos niños estuvieron listos salieron rumbo a la escuela de fútbol apresurados, como de costumbre iban algo justos de tiempo.

Al llegar Diego se fue con la chica que lo cuidaba en lo que su hermano entrenaba sin olvidarse de sostener la pulsera que Guillermo siempre le daba como señal de que volvería por él.

- Te portas bien enano, no seas tan travieso hoy ¿Va?- dijo mientras veía el rostro del niño buscando que lo mirara.

- Está bien- el menor estaba cansado de tener esa tonta regla de no poder hacer travesuras pero la cumpliría por su hermano.

Eras solo un niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora