Capítulo 3

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—Llevábamos un tiempo distanciados y había decidido hacerle una cena sorpresa para arreglar las cosas. Cómo hoy es San Valentín... —comenzó a explicar Clara—. Pero la sorpresa me la llevé yo —su voz se apagó.

—¿Qué pasó?

Clara tomó aire antes de contestar.

—Acababa de llegar a casa del trabajo cuando me mandó un mensaje —contestó—. Me decía que ya no quería seguir conmigo. Que sus sentimientos habían cambiado, que ya no era como antes...

—Típico —comentó Hugo mientras rodaba los ojos. Miró su perfil con el ceño fruncido—. Hay más, ¿no?

—Estaba tirada en el sofá cuando mi prima me escribió diciéndome que lo había visto co-...

—Con otra mujer —la interrumpió.

Clara lo miró con sorpresa.

—¿Cómo lo sabes? —Hugo se encogió de hombros—. Lo conoces —espetó ella—, ¿verdad? —el joven asintió mientras se adentraban en una rotonda—. ¿De qué?

—Tenía una novia —comenzó a explicar—. Llevábamos cinco años juntos. Sufrimos un "bache" como cualquier pareja —giró el volante cambiando de carril—. El caso es que ella conoció a alguien.

—Marcos —adivinó Clara.

—Me dejó por él —la chica notó el malestar que se escondía detrás de esas palabras—. El tiempo pasó y ambos se dedicaron a restregarle a todo el mundo lo felices que eran. Hasta que un día me enteré de que ese tío había dejado a mi ex y que la pobre estaba hecha polvo.

—Igual que yo... —murmuró ella.

—Poco después Lucas me comentó que ese idiota había dejado tirada a esa otra chica por una morenaza. Y poco después...

—Se fue con otra.

—Y así sucesivamente.

Silencio.

—¿Es por eso que no crees en el amor? —preguntó Clara. Hugo tensó la mandíbula—. Lo siento, no quería... —se apresuró a disculparse.

—No pasa nada —dijo él—. Supongo que en parte si lo es.

—¿En parte?

—Mientras estaba en el instituto, salí con varias chicas —explicó—. Los primeros meses eran geniales, pero, al final, todas acababan dejándome por alguien mejor que yo; más alto, más guapo, con más dinero... Supongo que la suerte no estaba conmigo.

—Es horrible —comentó ella.

—Si —Hugo se encogió de hombros—. Eso me creó una especie de trauma. Pero, cuando conocí a mi ex, sentí que las cosas verdaderamente podían ser diferentes. Ella me ayudó a confiar, a olvidar las cosas malas de mi pasado... —su voz flaqueó—. La quería.

—Hugo...

—Íbamos a casarnos, ¿sabes? —le dijo en tono bajo—. Pero con la tensión al final acabábamos discutiendo, nos alejamos y... se fue —finalizó.

—Y desde entonces actúas así —él asintió —. No quieres dejar que nadie se acerque a tu corazón por miedo.

—Sé que es una exageración —Hugo pisó ligeramente el acelerador—, pero prefiero evitar que me lo rompan nuevamente.

Clara asintió en comprensión. Con esta revelación, la imagen oscura que tenía sobre su compañero comenzaba a aclararse y el malestar que sentía cuando estaba cerca de él disminuyó

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por haber intentado ayudarme...

—No tienes por qué darlas —Hugo compuso una mueca que ocultaba una sonrisa—. Por cierto... No me has dicho cómo acabaste allí atrás.

—Mi prima me dijo dónde estaba —respondió ella—. Me sentía muy enfadada y triste, y me había tomado varias cervezas, así que no le di muchas vueltas y salí a buscarlo. Ni siquiera pensé en coger el coche.

—¿Lo encontraste?

—Sí...

—¿Le partiste la cara? —preguntó él

—Le tiré un pastel de nata a la cara.

Ambos rieron con fuerza como si fueran viejos amigos.
Mientras, el coche avanzó por una avenida llena de vida.
Clara apoyó la frente en el cristal y miró el ir y venir de personas.

—¿Te sientes mejor?

—Si —dijo ella—. ¿Sabes qué?

—¿Qué?

—Tengo una amiga que se parece mucho a ti.

—¿Sí?

—No me he portado muy bien con ella—suspiró—. También quiso advertirme sobre mi ex, pero... —se interrumpió. Clara se cruzó de brazos y siguió contemplando el oscuro paisaje. La chica cerró los ojos disfrutando de la tranquilidad que había en el interior del vehículo. Cuando los abrió algo en el exterior captó su atención. Se irguió en el asiento y acercó su cara aún más al cristal—. No puede ser...

Hugo la miró extrañado.

—¿Pasa algo? —le preguntó.

—¿Puedes parar el coche un momento?

Hugo parpadeó.

—Claro... —con un giro de volante, el chico acercó el coche al arcén. Cuando esté se detuvo, Clara abrió la puerta con prisa—. O-oye, ¿A dónde vas...?

—Acabo de ver a esa amiga de la que te hablaba entrando en ese pub y necesito decirle una cosa.

—¿Ahora? —preguntó él extrañado—. ¿No puedes esperar hasta mañana?

—Dudo mucho que pueda dormir esta noche si no lo hago —Hugo alzó una ceja—. Por favor...

Hugo miró la puerta del local frente al que estaban aparcados y después su rostro suplicante.

—De acuerdo —cedió. Clara le sonrió y se alejó—. ¡Cinco minutos! —le gritó. Ella elevó el brazo confirmando que le había escuchado y se adentró en el establecimiento. Suspiró con cansancio y masajeó sus ojos—. Son solo cinco minutos —intentó animarse—. Puedo esperar.

Treinta minutos después, Hugo seguía allí aparcado.

MÁS AMOR, POR FAVORWhere stories live. Discover now