Capítulo 6

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Tras varios traspiés y algunos minutos de espera, las puertas del ascensor se abrieron.
Con cuidado, Hugo ayudó a mareada Clara a salir al rellano. Allí, la joven apoyó la espalda contra la única puerta existente.

—Te juro que solo me bebí dos copas —él asintió sin creerla—. Y uno de esos chupitos especiales.

Hugo asintió creyendo sus palabras. Él mismo solo se había tomado uno junto con medio botellín de cerveza y estaba que se caía por los rincones.

—Ya... —le dijo él—. Parece inofensivo, pero te pega de una manera...

—Sí, aunque ya estoy mejor —Clara parpadeó, visiblemente cansada—. Si te soy sincera, no esperaba que me ayudaras.

—Me alegra saber que tienes tan buen concepto de mí —Hugo arrugó el ceño al ver cómo levantaba el felpudo—. ¿Qué haces?

—Coger la llave de emergencia —le explicó ella—. Al salir estaba tan ofuscada que me dejé las llaves dentro.

—Eso está muy bien.

Ambos rieron.
Clara metió la llave en la cerradura, abriendo la puerta de su apartamento.
Después, se giró y lo encaró.

—Gracias —la chica desvío la mirada y Hugo creyó intuir un leve rubor en sus mejillas. Y él, por alguna razón desconocida, sonrió por ello—. Por todo. Aguantar a una tía deprimida y borracha no es fácil.

—¿Lo dices por experiencia?

—Tengo una amiga que tiende a verse en situaciones similares.

Hugo enarcó una ceja.

—Vaya amigas más raras tienes tú, ¿no? —preguntó con burla—. Por cierto, ¿dónde estaba esa de la que me habías hablado? ¿Te ha dejado tirada?

—Supongo —respondió ella—. Creo que me dijo algo de que se iba con un amigo.

—Ya.

Silencio.

—Bueeeno... —suspiró Clara—. Seguro que estás deseando llegar a casa. Y yo me muero por meterme en la cueva, así que...

—C-claro... —respondió Hugo repentinamente nervioso.

—Sí.

—Bueno, pues... emmm... Adiós.

—Adiós —Clara agitó su mano y se adentró en el interior del apartamento.
Él dio media vuelta y se aproximó al ascensor—. ¡Hugo! —Sorprendido, Hugo se giró recibiendo el impacto del cuerpo de la chica contra el suyo—. Gracias por haber estado esta noche conmigo... —y añadió—: y por dejarme conocerte.

—Clara...

La chica se alejó y lo miró.

—Eres bueno, Hugo —posó su pequeña mano sobre su mejilla—. Y... te mereces otra oportunidad. Todas las del mundo. Mereces más amor...

—Por favor... —dijo sin sentido él.

Un instante después, ambos se encontraban besándose con desesperación contra la pared. Se apretaron con fuerza el uno al otro mientras sus lenguas batallaban y sus sentidos se embriagaban con la esencia del otro. Durante un par de minutos, solo fueron ellos dos en el mundo.

Cuando sus pulmones comenzaron a arder por la falta de oxígeno, se separaron.

—Creo... —habló ella con la respiración acelerada—. Creo que me gustan los tipos gruñones...

—Y a mí las chicas que me llevan la contraria —le respondió él.

Después volvieron a unir sus labios, esta vez en un beso más lento y suave. Se acariciaron lentamente y sus bocas, que parecían estar hechas para encajar entre sí, bailaron con maestría. La temperatura de sus cuerpos comenzó a subir con rapidez y por ello, Hugo no pudo evitar notar cómo unas manos intentaban colarse bajo su abrigo. Ese gesto fue suficiente para sacarlo de su dulce sueño.

—No podemos —le susurró a la chica.

—¿Por qué?

—Hemos bebido —explicó—. Y no quiero estar contigo estando así. Y menos si mañana no voy a poder recordarlo.

Ella tardó varios segundos en aclarar su mente y responder.

—Tienes razón —la chica caminó hacia atrás un paso poniendo distancia entre ellos—. No estaría bien.

Clara dio media vuelta y, tras lanzarle una sonrisa como despedida, entró en su apartamento y cerró la puerta dejando a Hugo solo en aquel triste descansillo.

MÁS AMOR, POR FAVORWhere stories live. Discover now