chisen

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"La infeliz no se rinde."

Roan- Rhaegar Blake estaba seguro de una cosa; su madre no estaba muerta

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Roan- Rhaegar Blake estaba seguro de una cosa; su madre no estaba muerta. Era imposible, su padre le había explicado lo mejor posible que vería su rostro y la vería caminando pero esa no era su madre y no debía acercarse a ella, que su madre ahora cabalgaba en las estrellas. Pero el niño sabía muy bien que su madre seguía viva, ella se lo había dicho en el bunker, le dijo que la gente diría que ella estaba muerta, que llorarían por ella pero que él no les creyera. Podía recordar palabra por palabra lo que le había dicho antes del incendio de la hidro granja "La gente te dirá que mamá esta muerta, no les contradigas pero tampoco les creas, tu madre jamás te dejaría"  Y él le creía porque su mamá no mentía.

Aun así lloró toda la noche y día por su tía Clarke a quien amaba profundamente, la mujer que le había dado de comer, le había enseñado a dibujar, a sumar y restar y le decía increíbles historias cada noche. Su segunda madre. Su padre lo sostuvo toda la noche, durmiendo a su lado. Y cuando sucumbió al cansancio, soñó que era un dragón, volando hacia el atardecer, sus alas contra el viento, jamás se había sentido así de libre, como si el mundo le perteneciera a él. Cuando despertó deseó ser un dragón más que nunca, si lo fuera, hubiera podido proteger a su tía Clarke.

Ahora estaba tratando de mejorar sus saltos, su abuelo Diago lo veía desde unos dos metros, era un hombre bastante alto y por la mirada amenazadora que tenía nadie si quiera se atrevía a mirar al niño. Sin embargo Rhaegar se detuvo de saltar cuando sintió una vibración debajo de sus zapatos. Curioso, salto otra vez y hubo la misma especie de vibración.

Se puso de rodillas, escuchando el ruido de los tambores. Bum, bum, bum, le recordaban a los latidos del corazón de su madre que escuchaba cada vez que se dormía con su cabeza en su pecho. Pero estos eran mucho mas fuertes, como si hubiera un gigantesco corazón debajo de la tierra, y el ritmo de los latidos lo estaba llamando, como una llamada de auxilio. Rhaegar sintió el impulso de escarbar la tierra con sus propios dedos.

—¿Hola?— el niño golpeo suavemente la tierra con sus nudillos y pego de la nueva la oreja al suelo—. ¿Hay alguien allí abajo?

Nadie dijo nada sin embargo los latidos se hicieron más fuertes como respondiendo a sus palabras.

Mientras tanto el hombre que estaba viendo atentamente al niño y a cualquiera que pasase remotamente cerca de él, fue aproximado por Ryder y Gaia. Diago vio a la dos jóvenes frente a el.

— ¿Esta hecho?

— Esta hecho.— Gaia asintió aun que Diago siendo un experto en lenguaje corporal sabia que la mujer estaba insegura de sus actos. De seguro solo lo había hecho porque era su deber.

— Espero que sepas lo que haces... Heda.— Diago vio al ahora comandante, la llama insertada en su cuello. Ryder había anunciado que nunca más se pondría esa cosa en la cabeza, sin embargo Lyanna estaba muerta y ninguno de los dos quería compensación, querían venganza. Gaia siendo la guardiana y teniendo un deber con su fé fue la que ascendió al hombre por una segunda vez.

KADIKH | The 100 #6Where stories live. Discover now