Keigo le había dado a Yushiro una de sus plumas en su primer aniversario como collar. Una forma más fácil de asegurarse de que su novio siempre estuviera a salvo.
En el trabajo mientras simplemente patrullaba, podía sentir las vibraciones del pecho de Yushiro cuando se reía o hablaba, sentir la temperatura de su cuerpo subiendo o bajando. En ocasiones, Yushiro tocaba suavemente la pluma roja que colgaba de su cuello, y Keigo sabía que su novio lo extrañaba.
Y ahora, después de una larga semana de trabajo como héroe, Keigo se había ganado unos días libres, volando hasta el apartamento de Yushiro para pasar un merecido tiempo de calidad con él.
Caminaron por un rato, algunos fanáticos del pro-héroe pidieron fotos y autógrafos, los cuales él con mucho gusto les dio mientras se aseguraba de que Yushiro no se sintiera incomodo o molesto, pero estaba sonriendo al ver a los chico/as saltando a su alrededor, emocionados por conocer a su héroe favorito. Vieron una película, una comedia romántica que era lo suficientemente divertida y entretenida como para verla completa.
Después de la película, cenaron en un restaurante, nada demasiado elegante pero tampoco demasiado informal. Y en su camino de regreso al departamento de Yushiro, compraron un helado cada uno, hablando y riendo todo el tiempo.
Fue una cita divertida, un día divertido. Estuvo bien.
Ya de vuelta en la comodidad del hogar, Yushiro no pudo evitarlo.
Sus manos se colocaron en las caderas de Keigo, tirando de él contra su cuerpo mientras presionaba sus labios juntos, besándolo apasionadamente, un beso profundo que dejó a Keigo nervioso, con un rubor tan oscuro coloreando su rostro. Yushiro le sonrió y dio un paso atrás, dejándolo de pie junto a la puerta principal mientras caminaba hacia su habitación.
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Acostado en la cama pacíficamente, Yushiro escuchó el agua de la ducha golpeando el piso del baño. Keigo dejó escapar un profundo suspiro cuando el agua caliente cayó sobre su piel, goteando por su cuerpo cansado y tenso, relajándose por primera vez en esa semana.
Yushiro recordó que tenía que quitarse el collar, pero antes de hacerlo, lo sostuvo en su mano. Un pensamiento cruzó por su mente, y tuvo que contener una sonrisa, y decidió probar su teoría.
Moviendo lentamente su pulgar sobre él, Yushiro acarició suavemente la pluma de Keigo.
El hombre rubio lo sintió, sorprendiéndolo cuando lo tomó con la guardia baja, pero lo ignoró. Bueno, hasta que empezó a hacerse insoportable.
Yushiro estaba ejerciendo más presión sobre la pluma del tamaño de la palma de su mano, y otro pensamiento loco asaltó su mente. No pudo evitar lamerlo, humedeciéndolo por completo mientras arrastraba su lengua por cada centímetro de la pluma.
