16. Judas

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Soldado del Ejército de los Estados Unidos por seis años, retirado bajo el rango de Teniente hacía poco más de diez años. Agente Táctico del FBI por casi el mismo tiempo que tenía de retirado de la milicia, actual subjefe de las unidades tácticas de Nueva York. Disfrutaba tanto estar en el campo de batalla que se había vuelto un adicto a la adrenalina naina que segregaba su cerebro.

No tenía miedo. Lo había perdido en su infancia con el padre insensible y tirano que tenía. Supo en varias ocasiones los peligros que su padre, Jefferson Hopkins, había enfrentado. Amenazas de muerte. Atentados. Operativos complicados. Era solo un niño cuando Dmitri escuchaba esas noticias a escondidas de su madre y no sentía miedo de perderlo. De hecho, estaba completamente seguro de que nunca lo amó. En cambio, cuando se trataba de los esposos Brown, una vena sobreprotectora se activaba.

Cuando recibió la llamada del teniente de policía diciéndole lo que sucedía en la escuela, sintió terror, el mismo que experimentó cuando su amiga y casi hermana, Elizabeth Miller, le había llamado para decirle la desaparición de George. Primero George Brown, a quién amó como si fuese su padre. Luego Alice Brown, a quien adoraba como a una segunda madre. Había perdido al primero y sabía que no soportaría si la perdía a ella también.

Tomar la decisión de ir por su Mamá Oso y dejar a Matt, su mejor amigo, no fue difícil de tomar. Su panorama estaba claro, ella era la prioridad, pero eso no le aliviaba la culpa de abandonar al hombre que varias veces lo había salvado de la muerte en el campo minado.

Él y su equipo llegaron justo a tiempo. Poca atención le prestaron al Teniente y al Capitán de Policía sobre la situación. Sabían lo suficiente. Saber cuantos tiradores había en el interior fue lo que les dio la pauta de cómo proceder. Tres equipos pequeños, pues existían tres puertas de acceso. Dos por detrás  y una frontal.

Dmitri comandaba el equipo que ingresó por el frente. Para su fortuna, Alice no se encontraba en la planta baja, sino arriba. El equipo asignado para revisar esa planta la encontró. Y entonces, atacaron en ofensiva usando todo, tal como el protocolo dictaba: Carta Blanca, que también significaba disparar a matar.

Dos jóvenes se rindieron de inmediato, los demás murieron. No tuvo remordimiento alguno. Adolescentes o no, si se atrevían a comportarse como la peor escoria, debían caer de la misma forma. No había más para Dmitri. No había más para la Ley.

Alice estaba bien, intacta, sin ningún rasguño. Solo al asegurarse de ello, volvió a respirar. Uno de los dos agentes custodios que él mismo había designado no podía decir lo mismo. Lo supo al ver la herida en la mano, la perdería, pero no era lo único. Victor Finn había dado todo por protegerla.

Alice estuvo al borde de perder el juicio. Dmitri la refugió en sus brazos, queriendo retenerla puesto que quería acompañar al hombre que también formaba parte de ese círculo familiar. Pero él no lo permitiría. Su objetivo era llevarla al FBI.

Sin embargo, en cuanto las circunstancias enloquecieron en los exteriores del colegio, Alice también lo hizo.

—Señores, debemos apresurarnos, estamos perdiendo al paciente —exclamó el paramédico en jefe.

Dmitri abrazaba a Alice y la guiaba fuera para llevarla a uno de los autos de su equipo en cuanto escucharon esas palabras. Todos sabían que se refería al valiente agente del FBI que había derribado a varios terroristas por sí solo. Victor Finn había perdido mucha sangre sin notarlo. Tenía dos impactos de bala, uno en el abdomen y otro en la mano. Aunque fue valiente, no era invencible.

Alice lloraba, aferrada a la camiseta de Dmitri. Quería a Victor como lo hacía con todos los agentes que habían pisado su casa. Era otro hijo más así como el agente Lane. Había dado su vida por ella y no sentía justo que le pasara eso a él. No solo era joven, era un buen hombre.

Operación Bloqueo [Operaciones Especiales #2]Where stories live. Discover now