Capítulo 1 - Expulsada y sin rumbo

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No hay nada más desalentador que la etiqueta de una «chica problemática» en la escuela, esa sombra que nos sigue implacablemente año tras año, es como si no tuviéramos el derecho a ser diferentes, como si el simple hecho de como si llevarla nos pr...

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No hay nada más desalentador que la etiqueta de una «chica problemática» en la escuela, esa sombra que nos sigue implacablemente año tras año, es como si no tuviéramos el derecho a ser diferentes, como si el simple hecho de como si llevarla nos privara de merecer una nueva oportunidad.

Vivo con el constante pensamiento de que hubiera pasado sí... Sinceramente, la culpa es lo peor de todo. Esa que llega luego de la metida de pata de tu vida.

A este ritmo me quedaré sin patas.

Como, esa vez, que fingí tener un demonio dentro para que no me molestaran, fue un gran espectáculo, rodé los ojos, con mi boca babeando y cabello revoloteado, empecé a caerle atrás a mis compañeros, vociferando idioteces igual que una completa loca.

Aunque confieso que hacía todo lo posible para lograr que me vieran como una chica diferente. Una loca.

El que me veas como alguien con quien no puedes meterte, porque es peligrosa.

También las numerosas peleas entre compañeros, sin importar el género, que estallaron a la menor provocación hacia mí.

¿O como cuándo le dije a dos chicas que fueran mis amigas y podría protegerlas, las acosé, siempre me he sentido atraída a los débiles que no pueden protegerse a sí mismos, pero ¿por qué?

Pensé que quizás, estuve haciendo por esos débiles, lo que hubiera querido que hagan conmigo.

Al final del día, con el mínimo acto que consideraba desleal, termina arrinconándolas y amenazándolas hasta el punto de tener que alejarse de mí. No toleraba las traiciones, más de aquellas a las que me obsesionaba.

En momentos de soledad, me pregunto si estas cosas son normales, si vivir una vida infeliz es parte del proceso. Intento pensar que tal vez algunas personas han pasado por situaciones peores, pero lamentablemente el consuelo de ese momento se va en un instante.

 Yo no creo que pueda hacer que las cosas funcionen de manera diferente, tal vez a este punto ya me acostumbré.

Me acostumbré a sentirme infeliz. 


                                                                                    🐛


Mientras estoy en mi habitación, escuchando música a lo lejos escucho la puerta ser tocada. Me vuelvo a ver, pensando que es mi abuela Elena. Al voltear, veo que es Samuel Hills, aquel que se hace llamar mi padre. Me volteo ignorándolo completamente.

No me interesa hablar con él, me imagino porque se enteró de lo que sucedió hace unos días.

—Tenemos que hablar, Alena, dijo mi abuela desde la puerta de mi habitación.

—No tengo nada que hablar con ese señor, abuela. Por favor, dile que se retire —le dije de inmediato.

De repente, escuché la voz de mi padre decir: «Escuchaste a tu abuela, deja lo que sea que estés haciendo, tenemos que hablar».

Cambiar sin nacer de nuevoWhere stories live. Discover now