Capítulo 2 - Despierta la Esperanza

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Estaré suspendida, lo sé

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Estaré suspendida, lo sé. Volví a fallar. Estuve fuera de control otra vez. Caí en la maldita provocación de alguien más. ¿Por qué diablos no puedo controlarme? ¿Qué voy a cambiar? Si en mi primer día le pegué a alguien que ni siquiera conozco. Esto no me va a ayudar en nada con lo que me he propuesto al venir aquí.

Ya en la oficina del director Rogers, tuve que soportar la terrible humillación de que la esposa de mi padre tuviera que venir por mí. Él estaba considerando suspenderme, pero luego de hablar con Ximena y describir lo convincente que es, decidió no hacerlo. Sin embargo, debo asistir a un grupo de apoyo para asegurarse de que mi tipo de conducta no se repita después de clases por 20 días. Genial.

De camino a la casa, en el auto de Ximena, siento una vergüenza inmensa. No he pasado ni tres días y ya les estoy causando problemas.

¿Qué era eso, Alena? ¿De qué las cosas iban a ser mejores aquí?

Me he fallado a mí misma y me siento fatal. No quiero imaginarme la cara que pondrá mi padre al enterarse.

Ximena me ve por el rabillo del ojo, algo arrepentida. Apoyada en la ventanilla, la veo tragar antes de decir lo que sé que dirá. Debe ser incómodo.

—Alena, —empieza diciendo— sé que es difícil lo que estás atravesando. Todo lo de Emily, tu madre, debe afectar mucho —. ¿Quién te crees tú para mencionar a mi madre? —interrumpo.

Esto la pone nerviosa al notarlo. Veo que estoy siendo muy dura con ella. —Discúlpame, yo solo... no quiero hablar de eso.

Ella obviamente no quería confrontaciones, así que el silencio nos ganó en el camino. Me puse los auriculares y miré por la ventana al cielo mientras escuchaba «Dancing With Your Ghost» de Sasha Sloan.


                  🐛

Al día siguiente, como se había decidido, debía asistir a aquel grupo de apoyo. Al entrar, noté un grupo de 7 personas: 3 chicos y 4 chicas. Estaban sentados en círculo en sus sillas, con la cabeza baja. Supongo que la que estaba sentada frente a ellos era la mentora. Había un asiento vacío justo a la izquierda, así que me apresuré a sentarme y todos voltearon a verme.

—¡Bienvenida, Alena! Soy Teresa Walsh y seré tu mentora para ayudarte a conectar con eso que te atormenta. Todos den la bienvenida con sus nombres, Empezamos desde la derecha. —Soy Tina Miller—. Una morena de pelo rizado se presenta primero.

—Yo soy Francisco García—, habló un chico alto y moreno con el pelo con rulos.

—Yo soy María —dijo una chica mientras me sonreía al saludar. Era la única.—Yo soy Paula, yo Josep y yo Merlín —dijeron tres chicos algo tímidos, con la mirada baja al hablarme.

—Listo, como ya nos presentamos, Alena, sería bueno que nos expliques por qué estás aquí y cómo te sientes con lo que has hecho. Estamos todos aquí para escucharte—, dijo Teresa.

Cambiar sin nacer de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora