EL EXILIO: NUEVAS OPORTUNIDADES

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Como Jimin había dicho, aquella noche llegó muy tarde a casa, casi a punto de amanecer

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Como Jimin había dicho, aquella noche llegó muy tarde a casa, casi a punto de amanecer. Yo ya estaba en la cama y me desvelé lo suficiente para oír sus pesados pasos, su gruñido de queja por tener que detenerse a quitarse la ropa, y el fuerte tambaleo que produjo en la cama al echarse sobre ella. Murmuré una queja incomprensible y fruncí el ceño sin si quiera abrir los ojos. Jimin volvió a gruñir y se acercó todo lo que pudo a mí para rodearme con los brazos y quedarse dormido. Cuando me desperté por la tarde noté un fuerte Olor a Macho, mucho más intenso de lo normal, así que fui en busca de su cuerpo y froté el rostro contra su pecho abultado y peludo mientras gemía de puro placer. Jimin me recibió con un gruñido de excitación, pero no tan claro y contundente como solía ser. Se corrió tres veces y se quedó jadeando y sudando sobre mí durante toda la inflamación, como si le hubiera costado más de lo normal. Lo achaqué al calor y no le di importancia, al menos, la primera vez; pero aquello fue algo que se prolongó durante todo el día. Un Jimin especialmente cansado, oloroso y adormilado que solo sabía comer y quedarse tumbado viendo la tele. Nada fuera de lo normal, dicho así, porque era lo que el puto cerdo de mi lobo hacía siempre, pero en esta ocasión era distinto y empecé a sospechar que algo no iba bien. Sin embargo, no fue hasta el tercer día de la semana; cuando le desperté a media tarde y me folló resoplando, gruñendo y apenas sin fuerzas, llegando a correrse solo dos tristes veces antes de caer rendido sobre mí; que le pregunté:

— ¿Qué coño te pasa? ¿Estás enfermo o algo?

Jimin levantó su mirada de ojos apagados y leves ojeras, negó con la cabeza e hizo que la gota de sudor que le colgaba de la nariz se precipitara hacia mi rostro.

— Jimin muy cansado… — murmuró en voz baja, antes de inflar el pecho de forma orgullosa y añadir. —: pero puede seguir follando.

— No… no hace falta. — respondí, apartándole de mí tras la inflamación.

Le puse una mano en la frente sudada y en las mejillas. Estaba ardiendo, pero es que hacía un calor horrible y acabábamos de follar, así que no era un gran indicativo.

— ¿Estás haciendo mucho esfuerzo estas noches? — pregunté.

El lobo asintió con la cabeza y yo apreté las comisuras de los labios.

— ¿Todos están cansados o solo tú?

— Todos. Manada está mudándose de un almacén a otro y hay que mover muchas cajas y cosas pesadas.

Solté un murmullo de comprensión y asentí. Confiaba en que fuera eso y no que se hubiera puesto enfermo de pronto. Le dejé descansar en la cama y me di una ducha fresca antes de llevarle su vaso de leche y el móvil. Jimin ya se había dormido de nuevo y no quise despertarle, así que lo dejé todo en la mesilla y me fui sin hacer ruido. Mientras desayunaba todavía le estaba dando vueltas al tema. Estaban siendo noches muy calurosas y si se habían puesto a mover un puto almacén entero, debían estar sudando a chorros, lo que explicaría el fuerte Olor a Macho con el que volvía Jimin cada día. Al parecer, al genio de Yoongi se le había ocurrido hacer aquello en pleno agosto, en mitad de una jodida ola de calor... Negué con la cabeza y me terminé mi café con hielo de un par de tragos antes de levantarme de la cafetería. No podía hacer nada por evitar aquello, pero quizá pudiera ayudar un poco a Jimin si incluía un par de botellas de agua fría junto al tupper de comida. Cosa que hice.

ʜᴜᴍᴀɴᴏ [ʲⁱᵏᵒᵒᵏ]Where stories live. Discover now