YOONGI: POR DESGRACIA, TIENE ALGO MUY GORDO ENTRE MANOS

857 115 18
                                    

Yo ya no tenía que dividirme entre el trabajo y JiMin, ya no tenía que gastar energías ni tiempo en una guerra sin fin con la Manada y con Yoongi, ya no tenía que preocuparme de alejarme y de mantener el exilio; ahora todos aquellos ríos revueltos...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Yo ya no tenía que dividirme entre el trabajo y JiMin, ya no tenía que gastar energías ni tiempo en una guerra sin fin con la Manada y con Yoongi, ya no tenía que preocuparme de alejarme y de mantener el exilio; ahora todos aquellos ríos revueltos se juntaron en uno solo, así que mi vida empezó a fluir suavemente y en la misma dirección. A las dos semana de volver de Inchon, me sentía muy cómodo en mi puesto de conserje: llegaba con JiMin y me iba con él, los chicos venían a visitarme regularmente y me mantenían entretenido, seguía ganando dinero con mis clases especiales de PIHL a las que seguían viniendo de seis a doce humanos por semana, y el resto del tiempo no trabajaba demasiado y podía hacer lo que quisiera sin que nadie me lo impidiera… excepto fumar dentro del edificio. Normas del Alfa. Un Alfa que, para mi sorpresa, no solía molestarme en absoluto. Los dos trabajábamos allí, pero a tres alturas de distancia y muy separados el uno del otro, lo suficiente para que la tensión entre nosotros no provocara chispas que, por accidente, pudieran prenderle fuego a algo. Si él quería algo de mí, me llamaba al despacho, a no ser que tuviera otros planes en mente, como aquel viernes noche a finales de octubre.

Yo estaba tumbado en mi sillón, recostado, con los brazos detrás de la cabeza, las piernas sobre la mesa de pino y la mirada perdida en un vídeo de YouTube sobre subnormales metiéndose cucharadas de canela en la boca mientras se grababan. Encuentro un retorcido placer en ver a gente gilipollas sufriendo, lo reconozco. Así fue como me encontró Yoongi, riéndome porque una mujer estaba a punto de ahogarse con canela en mitad de su bonita cocina de lujo. Apareció por el pasillo, quedándose de brazos cruzados frente a la ventanilla. Ya había empezado a hacer frío y a llover constantemente, por lo que los lobos habían empezado a dejar de usar su obscena ropa de verano para ponerse su obscena ropa de invierno: todo acababa siendo obsceno en ellos porque con lo apretados que iban y lo mucho que se les marcaba el paquete, era imposible no serlo. Incluso Yoongi, con su jersey de punto sobre la camisa de vestir, parecía un toro de gimnasio que, por alguna razón, se había disfrazado de oficinista. Evidentemente, ya le había visto llegar y quedarse mirando, pero fingí no haberme dado cuenta hasta que golpeó el cristal con los nudillos para llamar mi atención. Entonces volví el rostro y cruzamos una de nuestras miradas silenciosas antes de que yo bajara las piernas de la mesa y deslizara la ventanilla.

— ¿Te has perdido, Yoongi? — le pregunté.

— No. — murmuró antes de echar un rápido vistazo a la pantalla del ordenador, donde la mujer seguía tosiendo como una puerca mientras buscaba desesperadamente algo que beber. — Sé que estás ocupado… pero quiero que me acompañes esta noche.

Arqueé las cejas y esperé a comprobar si bromeaba o no. Por supuesto, Yoongi nunca bromeaba conmigo, así que le pregunté:

— ¿Vas a llevarme al puerto para tirarme al río con un bloque de cemento atado a los pies?

— Si quisiera matarte, Jungkook, no me esforzaría tanto — respondió con su tono seco y grave. — No voy a repetirlo de nuevo. — añadió al final, volviéndose un poco a un lado para advertirme de que se iría, así que era decisión mía seguirle o no.

ʜᴜᴍᴀɴᴏ [ʲⁱᵏᵒᵒᵏ]Where stories live. Discover now