III: Un intento más

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Pronto los caballeros se enteraron que los invitados de su diosa eran nada menos y nada más que la dama Hilda y algunos de sus dioses guerreros. Aunque lo que no sabían era la razón de su visita, pues de un momento a otro se considero una alianza entre ellos y no sabían cómo era posible o cuál era la condición a la que se someterian por tener nuevos aliados.

Camus simplemente sonrió, el ya sabía de esas visitas y de la llegada de su amada Hilda, pues en la carta que había recibido hace unos días indicaba aquello. Lo que solo significaría la formalización de su relación y la unión de sus fuerzas.

No tardó mucho para que Athena finalizará sus palabras y antes de retirarse ella solicito hablar con Camus. Ante lo que el caballero se acercó a su diosa y se arrodilló ante ella en señal de respeto, imagino que debían tratar el asunto de la llegada de Hilda, pero Athena tenía otra preocupación.

—Mi querido Camus, algo ocurrió con Milo? Es la primera vez que no le veo en el entrenamiento, normalmente siempre está contigo o buscando pelea con Aioria.— La preocupación de la diosa era evidente, pero el asunto de Milo era algo que ya no le incumbia, no desde que se enteró de esos repulsivos sentimientos.

—No lo sé señorita Athena... El y yo ya no tenemos esa relación tan cercana.— Camus no iba a dar detalles de lo ocurrido, por lo que dijo solo lo más importante.

—Camus, lamento escuchar eso, se que tú y Milo eran como hermanos. Pero creo que nadie más que tú puede decirle las noticias de nuestros nuevo invitados, el no esta aquí, pero debe saber que pronto llegará Hilda como tú futura prometida.—

—Creo que no es un buen momento señorita, puede Aioria hablar con el sobre este asunto.— Por el momento, Camus no deseaba hablar con Milo, talvez aún estaba superando el rechazo que le dio, por lo que no era bueno verlo.

—Tu tienes más confianza con el, vamos Camus, es una orden.— Dijo con voz dulce la diosa, poniendo su mano en el hombro de su caballero, no le gustaba que sus caballeros se pelearán, por lo que la invitación que le hacía a Camus talvez podría arreglar la situación tensa en la que ambos se encontraban.

—Como ordene señorita Athena.—

Camus simplemente no puso negarse ante una orden de su diosa, por lo que luego de escuchar aquello se retiró. Al estar lejos recién pudo mostrar su frustración, no quería tratar con Milo, pero ahora tenía órdenes de decirle de su relación.

A un paso lento se dirigió al templo de Escorpió, en donde imagino que estaba el caballero, al llegar hizo notar su presencia con su cosmos, pero aquello no hizo salir a Milo, así que a Camus no le quedó otra que adentrarse a la parte privada.

—Escorpió, sal de donde quieras que estés. Necesito hablar contigo, son órdenes de la señorita athena.—

Se le hizo extraño a Camus que ni con sus palabras el caballero lo recibiera, así que finalmente entro a la habitación ajena, donde por fin encontró al heleno, aún durmiendo, pero esa no era la único que le sorprendió, puesto que desde donde estaba notaba que Milo había bebido de más, quien sabe por cuántas noches y las ojeras oscuras en el rostro del heleno eran notables.

No quiso despertarlo, ya que por lo visto lo estaba pasando mal, así que buscaría otra oportunidad para hablar con el, sin embargo, como la habitación estaba algo desordenada Camus tropezó con una botella lo que causó un estruendoso ruido que despertó a Milo.

—Hmm quien es?— Preguntó entre sueños el caballero, pero al despertar y ver a Camus en el suelo se sorprendió y olvidando todo lo que le había dicho hace unos días, se levantó tan rápido como pudo para ayudarlo.— Camus estás bien?

El heleno no tenía idea de que hacía Camus ahí, hasta que una pequeña idea cruzó por su mente, tal vez Camus había recapacitado y estaba ahí para disculparse.

—No me toques!— Grito con molestia el caballero de Acuario, rompiendo inmediatamente las ilusiones del escorpión. Al parecer Camus nunca cambiaría.

Solo observó en silencio como Camus se ponía de pie solo y se limpiaba su ropa, cuando finalmente acabo recibió esa mirada fría a la estaba acostumbrado, solo que ahora se notaba cierta molestia en esos ojos azules.

—Que haces aquí?— Milo algo decepcionado pregunto aquello, agachando su cabeza para no ver esa mirada de desprecio de su amor.

—No vine por gusto propio escorpió, fueron órdenes de la señorita Athena, ya que al parecer se te dio la gana de faltar a los entrenamientos por dormir— El galo se cruzó de brazos luego de no ver respuesta por parte de su amigo, así que soltó un suspiro para continuar— Mira, no sé qué rayos te paso, pero deja de ser tan idiota, tus faltas a los entrenamientos solo causan preocupación a los demás y a mi solo me das problemas, tan solo mirate cómo estás!

—Y por quién crees que estoy así!? Tú causaste esto!—

—Mira, no vine a discutir contigo sobre tus repulsivos sentimientos, yo respeto que te gusten los hombres, pero no comparto los mismos gustos ni sentimientos, así que dejemos el tema ahí.—

—Entonces solo viniste a reprocharme mis faltas? No tienes nada más que decir?—

—No he terminado escorpió, la verdadera razón de mi visita es para avisarte que pronto recibiremos visitas de las tierras de Asgard, está visita es importante porque la dama Hilda vendrá con algunos de sus dioses guerreros. Por lo que te sugiero estar listo para el día de su llegada y no hacer nada que arruine su estadía aquí, de esto va a depender una nueva alianza.—

—Encerio solo eso debes decir?— Lo que mínimo esperaba Milo era una disculpa y si era posible una reconciliación, pero Camus solo estaba ahí por otra razón, lo que solo causaba que una molestia indescriptible se formara en su interior.

—Acaso no escuchaste lo que dije? Las visitas...— Camus callo al instante que las manos de Milo sostuvieron su cuello con tanta fuerza que le cortó la respiración en segundos, aquello no se lo esperaba, de hecho un miedo lo invadió ya que su amigo nunca había sido agresivo con el, de hecho lo trataba como una joya delicada, pero ahora era totalmente diferente, trato de librarse del agarre arañando las manos del caballero mientras pedía que se detuviera.

—Ya me cansé de esa actitud tuya! Una simple disculpa es lo que espero de tu parte, pero ni eso puedo recibir... Yo solo queria arreglar las cosas, estaba dispuesto a olvidar la tontería que cometí solo por tenerte como amigo, pero veo que tú ni aún así me quieres! Ya no se que hacer Camus!—La desesperación en la voz de Milo era clara, pero por como estaba la situación Camus no lo notaba, ahora solo deseaba alejarse de Milo con mayor razón.

El caballero de Escorpió noto que su amigo se quedaba sin aire, pues estaba más pálido de lo normal. Recién se dio cuenta de su error y soltó al galo. Quien cayó al suelo empezando a toser.

—Lo siento... No se qué me ocurrió, porfavor disculpame...— Milo quizo ayudar a su amigo, dandole algunas palmadas en la espalda. Pero una vez Camus se recuperó empujó al caballero, para luego alejarse de el.

—Estas demente! Maldito loco...—

Camus no dijo nada más, provocar a Milo talvez le costaba la vida, así que se fue de la habitación tan rápido como pudo. Sin duda el comportamiento de su amigo solo iba de mal en peor.

Pero por fortuna, no tendría que soportarlo por mucho tiempo, ya su compromiso con Hilda le daría la libertad de irse del santuario y eso era lo que esperaba con ansias.

Continuara....

Dime que me quieres [MiloxCamus] Where stories live. Discover now