2.

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Solo estuve un día en el hospital, la herida más grave fue la pierna, la cual ya estaba enyesada, luego solo tenía raspones y algún que otro moretón. Mi amiga tuvo una fuerte contusión en la cabeza y quedo un día más en observación, pero estaba sana y salva, eso me lleno de alivio, no quería cargar con la culpa de que se hubiera hecho daño por mi sugerencia de ir a ese café.

Pronto comenzó a circular en los medios la noticia de que el edificio era antiguo y no estaba en buenas condiciones, por eso ante la explosión colapso demasiado pronto.

Mis padres, cuando se enteraron, vinieron al hospital totalmente asustados, al verme me abrazaron y besaron como si no hubiera un mañana. Mi madre, aunque yo me negaba, decidió instalarse junto conmigo en mi departamento hasta que me retiraran el yeso, debía tenerlo un mes. Hace ya unos años me había mudado sola a un departamento, para estudiar en la universidad, y tuve la fortuna de encontrar trabajo cerca de mi hogar sin necesidad de estar tomando transporte.

Cuando hable en mi trabajo y comente lo sucedido a mi jefe, el señor Aizawa, fue muy comprensivo y me permitió hacer home office en lo que duraba el proceso de sanación.

Pronto los días pasaron y no podía quitarme de la cabeza aquel tipo que me salvo, mi héroe: Toyomitsu san... Gracias a él estoy viva, aunque fui una negativa y pesimista en aquella circunstancia él nunca dudo de salvarme, me hizo sentir que en verdad era importante y que mi vida tenía sentido. Pero no he sido capaz de agradecerle y no sé cuándo podré volver a verlo.

En parte agradecí el hecho de poder pasar más tiempo en casa, siempre creí que el señor bigotes, mi gato, pasaba demasiado tiempo solo y ahora tengo todo el tiempo para acariciarlo y jugar con él, aunque sea algo arisco. Sin embargo el tiempo fue pasando y llegue a hartarme del encierro. Sobre todo por la convivencia con mi madre que me taladraba la cabeza contándome que la hija de fulanita ya se casó, que el hijo de zutanito ya tuvo un hijo...

— Sí, si mama, me alegro por ellos.- le contestaba y cambiaba pronto de tema porque ya sabía que seguía, el famoso:

 "¿y tú? ¿Para cuándo?". 

Eso nunca va a pasarme a mí, nadie se fijaría en una gorda como yo.

Decidí salir a dar una vuelta de lo contrario me volvería loca, tenía el yeso, pero afortunadamente cerca de mi apartamento había una pequeña plaza, iría allí, me sentaría en un banco y tomaría aire fresco.

Sí, eso esta bien.

¿Qué tan difícil puede ser?



...



Fue más difícil de lo que pensé, caminar tanto con el yeso me causaba dolor, apenas había pasado una semana desde el incidente, no estaba ni cerca de sanar el hueso.

Cuando llegue a la plaza, me desparrame sobre el primer banquito que encontré. Suspire aliviada. En seguida alce la vista y contemple toda la diversidad de individuos que pasaba por allí, especímenes de todo tipo: Oficinistas con sus maletines yendo y viniendo, adolescentes charlando, gente hablando por teléfono, madres con sus hijos juagando en los juegos de la plaza, gente comprando en un puesto de takoyaki.... Un momento... ¿ese no es....

Un sujeto de cabello rubio, sumamente alto, rellenito, que portaba una enorme campera Michelin naranja que lo hacía lucir aún más ancho, estaba comprando varias cajas de takoyakis, se me hacía familiar, pero no fue hasta que le entregan el pedido y que él sonrió que supe que era él, el bombero que me salvo la vida.

Todos quieren a la gordita ~Harem inverso AU BNHA x chuby lectoraWhere stories live. Discover now