Capítulo 6: Espectáculo de otoño.

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Lee Ye-jun

Martes por la mañana.

La pereza se apropia de mi cuerpo en cuanto hago el intento de separar mis párpados, y doy una pesada exhalación al fallar torpemente en el acto. 

Asumo la culpa por tratar de encontrar una distracción, y aquella era: parlotear con la primera chica que me apareciese en los contactos telefónicos. Sabía que la consecuencia de ese lujurioso diálogo por vía electrónica, sería el desvelo, y aquel traería consigo el motivo de no querer levantarme en estos momentos.   

Necesitaba despejarme del mal rato que me hizo pasar la castaña ayer. Y la única responsable de aquél infortunio era mi madre, ella solo llegó y me impuso a su gusto toda esta mierda de la tutoría.

«Desconocía que las pesadillas tuvieran nombre y apellido. La mía: Isabella Waldorf.»

Es realmente desagradable tenerla cerca. Me causa antipatía verla en los pasillos muerta de la risa o en los entrenamientos de las porristas hablar con cualquier ser que respire, es muy parlanchina y a mi no me gusta eso. 

Soy más reservado. No me gustan las bromas ni reirme como hiena a cada rato. Socializo con los indicados, por ende, mi círculo amistoso se reduce a mis tres mejores amigos y las chicas con las que ligo. Suertudas, no cualquiera puede ser bendecido con mi compañía. 

He notado desinteresadamente que la castaña es de las personas que por ejemplo: pueden ordenarle hacer sin razón aparente mil sentadillas, y esta obedece sin objeciones persistiendo con aquella curva entusiasta en sus labios.

«Además de patética, es tonta».

Ayer intente a como dé lugar ponerle excusas para que desistiera de estudiar conmigo, le dediqué mis peores caras, pero es una chica muy pesada. ¿Cómo es posible que encuentre solución para todo? 

Y aquello es solo el principio de mi martirio. 

Se atrevió a espiarme mientras hablaba con mi madre. Después en su casa soltaba palabras hasta por los codos y seguía con su sonrisa de payaso a pesar de dejarle en claro con mis expresiones faciales que no quería escucharla. 

Y como guinda de la amarga torta, me insultó y golpeó. Es una grosera, sabía que ese pequeño demonio americano se disfrazaba de ángel solo para ser amado por el resto. 

Mis labios se curvan al recordar ese golpe, fue un chiste al igual que ella.   

—Aish ¿Como los demás pueden quererla cerca? ¿Acaso no ven lo que yo? —Niego moviendo mi juicio de izquierda a derecha mientras manifiesto en voz alta mi descontento en la soledad de mi habitación. 

En fin ¿para qué darle más vueltas al asunto? Espero se disculpe por su ofensas hacia mi persona. Y para no tener más problemas con mi madre "intentaré" poner atención en las tutorías, si aprendo rapido, antes terminamos esta jodida tontería. 

«Depende de mí, lo sé». 

—Bien Jun, hora de levantarse.—Me tiro ánimos a mi mismo destapando una por una mis extremidades. 

Comenzaba un nuevo día y como de costumbre ya iba bastante atrasado a la escuela. No me importaba en lo absoluto que mi madre fuera la directora, ella por su lado siempre madrugaba para estar lo antes posible trabajando. Igual que mi padre y mi hermana, la futura abogada. 

El frenesí de Isabella [Saga: Amor y Aflicción]Where stories live. Discover now