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El ruido de un simulador de katanas a base de madera resuena por el gran campo de entrenamiento sin vegetación, solo a lo lejos -algunos metros- hay un árbol viejo que ayuda a Poe a recargarse y brindarle sombra para que el sol de mediodía no le dé en la cara ni interrumpa su lectura.

—¡Ya no quiero! —el grito de una rabieta es secundado por la espada de madera que se dejó caer al suelo. —Esto es muy aburrido. Además, no me pongas a hacer tu trabajo, Kunikida-kun.

Su amigo Ranpo asistía a sus clases de katana diarias, una clara petición del esposo del señor feudal. Desde que se le asignó esto, no ha dejado de quejarse cada día, diciendo que no sirve para esto y es mejor ponerse a platicar con los del pueblo.

—Está dictado por Fukuzawa-dono que debe practicar todos los días durante al menos tres horas. —el guardaespaldas dice, aunque no es directamente el del azabache, es quien se ofreció a la tarea de ayudar. Aunque Poe piensa que es totalmente opuesto a lo que está logrando, lo riguroso no funciona con Ranpo, nunca lo ha hecho y tal vez nunca lo haga.

—Ed, ven a practicar conmigo. —el azabache se acerca mucho al brazo del lector, ignorando en su totalidad al rubio estricto que sigue insistiendo en que haga algo aburrido. —Tal vez así sería más divertido. ¿Qué dices?

Poe alterna sus ojos entre su amigo y el guardaespaldas de la única fémina de la familia. No sabe si está bien que él tome el lugar de ese avanzado y experto soldado. Aunque es solo su idea, ya que es solo un aprendiz.

—No lo sé, Ranpo-san. —cierra su libro para prestarle atención, pero está tan decidido con invadir su espacio personal, que simplemente no es capaz de mirarlo directamente. —No sé si yo deba interrumpir.

—¿A quién le importa? —ladea la cabeza. —Soy yo el que pone las reglas y condiciones. —lo agita demás para intentar que se vayan sus malas ideas y negatividad. —Además, pasas más tiempo conmigo que cualquiera, sería de mucha ayuda que aprendas. Solo por si acaso.

Su inocencia pintada a mano prende un foco en el rubio soldado que sólo se quedó parado frente a ellos mientras rabiaba, Poe por otro lado, fue el que alcanzó a notar el leve tono de diversión en los ojos medio abiertos de su amigo.

A veces su intelecto es usado para el mal, pero no es que pueda hacer mucho por eso.

Sabe que no tiene muchas alternativas para ello y deja el libro de lado, su ropa no es para la ocasión, notoriamente, pero a nadie parece molestarle ese hecho. La alegría de Ranpo es risible para el más alto, se siente halagado de que se ponga de este estado de ánimo con una simple acción que realice.

—¿Qué tengo que hacer? —sabe que no le puede decir que no a Ranpo, y de ahí se provee toda su fortaleza. Nadie había confiado tanto en él, además de su abuelo, ni siquiera él mismo.

El rubio los mira, primero a Ranpo, después a Poe. Suspira, ya no puede hacer nada al respecto si son órdenes del joven amo.

—Pelearás conmigo primero, luego con Ranpo-san. —se ve serio, preparado para pelear. Aunque Poe no sabe qué hacer, su amigo lo está mirando.

Ranpo le brinda su espada de madera y le ayuda a colocarse en la posición correcta para empezar.

—No necesitas moverte mucho, solo lo justo. —da ese consejo mientras termina de acomodar sus piernas y después pasa a los brazos. Edgar siente un cosquilleo por donde va paseando sus manos. —Y creo que solo eso aprendí. Muchas suerte, Ed.

La sonrisa de Ranpo hace que todo este lío en el que se ha metido tenga sentido; han pasado ya unos años desde que se conocieron y aún no puede creer que sea tan afortunado de caerle bien a una persona como Ranpo. Y no lo dice solo por su título de heredero de las tierras, sino por todo lo que le ha enseñado a él y a su abuelo. Es por eso mismo que su determinación será mostrada cuando crezca y pueda comprometerse con Ranpo, tiene un plan, y aunque es muy a largo plazo, no necesita desenfocarse de él.

| Soberanía De Amor | RanpoeWhere stories live. Discover now