Epílogo

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Los latidos dejaron de sonar en su pecho, luego silencio y oscuridad absoluta.
Dejó de sentir, su último pensamiento era su amado, quería irse con él.

Necesitaba tenerlo, necesitaba verlo, olerlo, sentirlo.

Xiao Zhan gemía en la cama, las lágrimas se acumularon en sus ojos cerrados. Las crudas  imágenes de su pesadilla le hicieron sentirse abatido.
Él era una especie de demonio que había acabado con su amado sin poder evitarlo. Las lágrimas acumuladas se deslizaron por sus sienes y mejillas.

- N-no...

La oscuridad, la soledad y el miedo lo hicieron gemir y removerse cada vez más fuerte entre sueños, él quería despertar, tenía que hacerlo, alguien debía hacerlo despertar para no continuar sintiendo aquel tormento.

De pronto una lejana voz lo llamó a la distancia, su salvavidas había llegado, estaba aquí, había venido a salvarlo.

- Zhan. - El pelinegro sollozó intentando despertar de su oscura pesadilla pero no podía. - ¡Zhan ge! - Lo removió hasta que el otro se alejó de la oscuridad y abrió los ojos encontrando los hermosos ojos preocupados de su amado.

- ¡Bo di! - Abrazó a su salvadidas, se aferró fuertemente a él inhalando su reconfortable aroma.

- Ya ya, es solo una pesadilla, amor. - Lo consoló mientras acariciaba su espalda con suavidad.

- Fue muy feo. - Respondió entre sollozos.

- Todo está bien Zhan ge, estoy contigo, no te pasará nada. - Sentía su tembloroso cuerpo estremecerse entre sus brazos.

- Soñé que te perdía. - Hipó.

- Nunca me perderás, amor... - Besó su cabeza. - Te amo, siempre estaré contigo...

Xiao Zhan lo abrazó más fuerte calmándose poco a poco.

Wang Yibo comenzó a darle dulces besitos en su cabeza y rostro para calmar su dolorido corazón. Necesitaba besarlo para que el otro olvidara su pesadilla, así que tomó sus piernas y las puso alrededor de su cuerpo para tenerlo más cerca, continuó besándolo.

Muchos besos después, Xiao Zhan ya había comenzado a corresponderlos en cuanto sus labios se encontraron, su lengua se encontró con la de su amado y rápidamente comenzaron a besarse apasionadamente, cada vez más profundo

Tendrían una dulce noche después de todo.

Afuera, una pálida mujer vestida con hermosas túnicas negras caminó frente a la casa de la pareja. Era la única que caminaba en medio de la silenciosa noche en aquella calle arbolada. Es un hermoso vecindario, pensó ella.

Miró la luna que se ocultó entre las nubes haciendo oscurecer más aquella noche. Todo estaba en extrema calma y silencio.
Así que con sus pasos silenciosos se fue caminando tranquilamente hacia la oscuridad entre los árboles.

Ellos finalmente estaban juntos.

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InmundiciaWhere stories live. Discover now