22. Fotos

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—¡Un casino!

—¿Es en serio?

—Por supuesto, bonita.

—Bueno, haz lo que quieras.

—¿Qué pasa?

—Tu padre va a rentar un casino, por una noche, Thomas Bancroft.

—Nunca invirtió tanto dinero en mí, deja que lo haga —le resta importancia.

—Ok. ¿En qué piso estás? —pregunto.

—¿Perdón? —habla, aparentemente confundido.

—¿En qué piso está tu oficina? —formulo nuevamente la pregunta.

—¿Estás aquí... ? ¿Viniste al edificio de Charles? —se escucha pasmado.

—No, estoy frente a otro edificio con tu apellido en un letrero gigante —ironizo, tratando de no usar un tono demasiado cruel.

—Espera, ¿en qué parte? Voy para allá —dice.

—¿Por qué? ¿Tienes un amorío de oficina? No te preocupes, no soy celosa —bromeo.

—¿Cómo? ¡No! Claro que no —responde, desconcertado.

—¡Cómo te atreves! Creí que me amabas —escucho en la lejanía una voz masculina imitando la de una mujer.

Gilbert. Adoro a ese chico.

—Voy a entrar al ascensor, dime, o si quieres dejo el recado en recepción —sugiero, con mi mano libre esperando a presionar el botón para que se abran las puertas a la pequeña cabina.

—Nueve —dice por fin.

—Ok, allá te veo.

Ingreso junto a otras dos personas que van a pisos más arriba, el último es el 16.

¿Habrá una cláusula de no-acrofobia en los contratos?

Fue fácil explicarle al personal de seguridad qué hacía allí sin una tarjeta de pase, al parecer la mayoría de los trabajadores están al tanto de la ceremonia que se avecina, y eso aún no aparece en el periódico local... Porque por esa razón estoy aquí.

En apenas segundos, las puertas se abren nuevamente, mostrándome un piso lustrado, paredes blancas, escritorios con divisiones y aproximadamente una docena de cubículos ocupados por personas muy ocupadas. La fachada del espacio es moderna, hay una pared sólo de cristal y... Thomas está observándome desde el otro extremo de un pasillo formado entre los escritorios.

Sacude su mano a modo de saludo y camino en su dirección.

—Hola —digo frente a él.

—Hola —muestra esa sonrisa que le llega a los ojos, genuina.

—¿Están seguros que son sólo amigos? Yo percibo algo más aquí —aparece el "amante" de Thomas, saliendo por la puerta que, probablemente es la entrada a su oficina.

¿Qué le pasa a las personas estos días? Mis alumnas insisten en que Thom es mi novio, su madre cree que estamos enamorados... Y la mía que actuamos demasiado cercanos. Ahora este joven asegura que hay "algo más", como si fuese una novela de romance.

Ya recuerdo por qué no adoro tanto a ese chico.

—¿Cómo estás, Gilbert? ¿Te agrada saber que me has roto el corazón? —pregunto, usando un tono casual.

—No sé de qué hablas... —me mira, con los ojos bien abiertos y el ceño levemente fruncido.

—Thom, tu amigo no es divertido, en absoluto —le hago saber, señalando al individuo—. Estás semanas ha herido mis sentimientos más veces que mis años de vida, y caigo en sus redes como una tonta —explico, expresando el rencor en mis palabras. Creí que podíamos ser amigos... Lástima.

No Quiero Casarme Contigo.Onde histórias criam vida. Descubra agora