𝖍𝖔𝖚𝖘𝖊 𝖔𝖋 𝖙𝖍𝖊 𝖉𝖗𝖆𝖌𝖔𝖓
❛ quemaría el mundo
si eso significaba
mantenerla a salvo ❜
━━ EN DONDE un peligroso príncipe se enamora de la gentil leona, la chica profetizada para acabar con la guerra que él inició...
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prologue ❝ EL COMIENZO ❞
A primera vista, uno podría pensar que la vida de los habitantes de la resplandeciente Fortaleza Roja era alegre, abundante y repleta de riquezas y oportunidades. Uno no se equivocaría al pensar tales cosas, pero había un aire de ignorancia cuando se trataba de la manera en que los opuestos se veían entre sí. Los que vivían en los castillos y las ciudades se creían superiores y, basándose únicamente en la riqueza, eran mejores que los pequeños que vivían por debajo de ellos.
Del mismo modo, los campesinos veían a los de los castillos y las ciudades como privilegiados, arrogantes y egoístas. Mientras ellos trabajaban día y noche, luchando por poner comida en la mesa de sus familias, los ricos derrochaban su riqueza en torneos, bodas y otras celebraciones extravagantes, cuyo único propósito parecía ser hacer ostentación de riqueza y estatus.
Era la maldición del reino: estar siempre dividido. Los ricos contra los pobres, los fuertes contra los débiles, los extranjeros contra los nativos. De lo que no se daban cuenta los ricos de los castillos y las ciudades era de que su riqueza y extravagancia no les hacían mejores que nadie. Todo era una insípida competición para ver quién superaba a quién y todo nacía del deseo innato de ocultar las propias inseguridades y defectos señalando los de los demás.
Al igual que los poderosos tenían defectos en su forma de pensar, los pequeños también los tenían. No tenían en cuenta lo absolutamente difícil que era existir en la corte. Saber cuándo hablar y qué decir, saber qué señores representan a qué casas, saber que tu vida nunca sería verdaderamente tuya.
Nacer hijo en el mundo de Poniente era una bendición y una maldición, pero aun así era un oficio mucho mejor que nacer hija. Un hijo podía entrenarse con espadas, arcos y caballos. Un hijo podía elegir a su esposa y forjarse un nombre. Un hijo podía hacer lo que quisiera. Una hija no tenía tanta suerte.
Las menos afortunadas de todas eran las hijas prestigiosas cuyas vidas estaban confinadas a la Fortaleza Roja. Estaba la primera y favorita hija del Rey Viserys, la Princesa Heredera Rhaenyra, una mujer cuya vida ha estado envuelta en miseria y susurros, una mujer cuyas acciones han cosechado consecuencias no deseadas e impunes. Luego estaba la segunda hija del Rey Viserys, la Princesa Helaena, la pobre muchacha que había sido desposada con su cruel y necio hermano. La soñadora cuya voz fue olvidada.
Estaba la tercera y última hija del rey Visyers, la princesa Aenora, la gemela del príncipe desfigurado cuya mera presencia inquietaba a toda la corte. Esta hija vivió su vida a la sombra de sus hermanos, nacida la hija menor de un rey que sólo amaba a su primera hija, la gemela del príncipe mucho más infame. No era tan dulce ni obediente como su hermana mayor, ni tan inteligente ni fuerte como su gemelo.
Y luego estaba Alysanne Lannister, una muchacha que no era una princesa ni una verdadera dama, sino simplemente la hija de un caballero y la sobrina de un lord. Para la mayoría de los ojos, Alysanne podría considerarse una chica sencilla, siendo su rasgo más notable su larga cabellera dorada que le llegaba más allá de la cintura, una llamativa declaración de quién era y del color de la sangre que corría por sus venas: oro. Como todos los Lannister, Alysanne eligió adornarse con tonos dorados y carmesí, decorando su delicada figura con los colores de su prestigiosa casa, sus vestidos eran un reflejo de la increíble riqueza que poseían su padre y su tío.
Su cabello dorado y sus ojos azul zafiro la señalaban como la heredera de su casa, como la única descendiente de Lord Jason y su hermano gemelo, Tyland, un giro del destino que favorecía a Alysanne y a su padre más que a su tío, Lord Jason Lannister, que no había tenido éxito hasta el momento en producir un heredero adecuado. De las dos esposas que había tomado en vida, ninguna había logrado producir un heredero que continuara su linaje.
Su primera esposa había sido una mujer obediente y dulce que intentó una y otra vez producir un heredero para su marido. Después de tres partos fallidos, lamentablemente, su vida se perdió en el cuarto parto, una experiencia traicionera que produjo un bebé que sobrevivió unos míseros meses. Su segunda esposa era una mujer mucho menos dulce, pero obediente al fin y al cabo. Hasta ahora, su vientre había resultado estéril, pues, tras casi una década de matrimonio, su vientre no se había hinchado ni una sola vez con un niño.
Alysanne era la única hija de Tyland Lannister, que perdió a su primera y única esposa al nacer su hijo pequeño, el hermano de Alysanne, que había perecido con su madre cuando Alysanne era una niña. Desconsolado por la pérdida de la única mujer a la que había amado, Tyland juró no volver a casarse.
A primera vista, uno podría pensar que una joven tan modesta y de ojos tan abiertos era incapaz de heredar una de las casas más ricas y prestigiosas de todo Poniente. Era más bien sencilla, aparentemente simple y, por supuesto, una hija. No un hijo.
Pero sólo un necio miraría a una chica como Alysanne Lannister y pensaría que es simple y sencilla.
