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Perdió la cuenta de las veces que el cansancio mental y emocional de no encontrar un porqué, a la razón de extrañar a Enid la interrumpen constantemente en sus sesiones matutinas

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Perdió la cuenta de las veces que el cansancio mental y emocional de no encontrar un porqué, a la razón de extrañar a Enid la interrumpen constantemente en sus sesiones matutinas. En su escritura, con el violonchelo, hasta con su tortura diaria a Pericles, pareciera ser que su mente luchaba internamente por destapar, desenterrar algo. Y esa sensación de que parte de su pasado quedó enterrado en una niebla borrosa, la mantuvo ansiosa todo el maldito día, ya no sabia que mas hacer.

¿Por qué de repente se sentía de esta forma?

Desde que se fue de aquella cabaña habitada por esa colorida chica, no pudo mantener el orden que acostumbraba. Ella era una persona racional, estratega, siempre previniendo los riesgos, ventajas y conveniencias, meticulosamente analizadas por su mente, jamás cediendo a tomar decisiones precipitadas que arruinaran su futuro o su presente incluso. Entonces, porque sentía que la decisión de aceptar aquel trato con esa chica, fue algo precipitado. Sentía la ansiedad, una bruma gigante de ella llenando su espacio vital de forma invasiva, otra vez su estupido balde de emociones le indicaba que se estaba perdiendo de algo, y esa pieza faltante no le permitía seguir con su día a día.

La mente de Merlina tenía un gran poder de raciocinio, pero pareciera ser que dicha potestad no era capaz de conjugar lo que su corazón le decía a gritos, como consecuencia se sentía atrapada, y abrumada por no poder mantener sus emociones encapsuladas.

Su abuela, quien se encontraba ultimando pequeños detalles de aquel elixir, le dio la opción de que podía ser un amarre, o en los casos más cotidianos, un amor perdido. Merlina, se negaba rotundamente a la segunda opción, no cabía posibilidad alguna de que eso fuera siquiera una opción.

─Muy bien, tienes que sacudirlo antes de utilizarlo, la saliva de sirena es más espesa que la de humanos o cualquier otra especie.─ expresó con una voz rasposa la vieja anciana, su aspecto demacrado, pelo gris desaliñado, y ropa añeja por el pasar de los años, era su clara marca de aquella generación de los Addams, cuando se dedicaban a la brujería y preparación de posiciones.

Asintiendo de forma afirmativa, salió sin despedirse, sabía que su abuela no era muy expresiva y cariñosa siquiera, no sabía porque su madre era tan emocional teniendo a la abuela de la familia como madre. Camino una vez más hasta las afueras de la mansión, evitando el invernadero o la sala principal, donde sus padres solían pasar la mayoría del tiempo. Ahora no quería lidiar con ellos.

Su salida de la casa fue rápida y silenciosa, tomo aquello que tenía que llevar y un par de herramientas para arreglar aquel seguro y parte del alambrado del lugar, maldijo el momento en el que se le dio por entrar a esa maldita cabaña, ahora tenía que estar haciendo favores. El movimiento brusco de algo en el bolso de su montura captó su atención, estaba cerca de llegar a la anomalía circular, se detuvo en el camino y metió su mano en el bolso, logrando sentir la suave piel de una mano, no necesito mucho más para saber de quién se trataba.

─Maldita sea dedos, ¿cuantas veces te he dicho que no te metieras en asuntos que no te incumben?─ dijo, tomando a dedos y sacandolo de aquel bolso, la extremidad se paro en la cabeza del negro animal que montaban.

©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Место, где живут истории. Откройте их для себя