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El ser humano es alguien que no puede no sentir, su crecimiento y funcionamiento se rige bajo esas estrictas afecciones no tangibles, que siempre surgen de forma fortuita, y en algunos casos, nos afectan de por vida

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El ser humano es alguien que no puede no sentir, su crecimiento y funcionamiento se rige bajo esas estrictas afecciones no tangibles, que siempre surgen de forma fortuita, y en algunos casos, nos afectan de por vida.

En el caso de Enid, su eterna adoración por su amor no correspondido, es lo único que parece prevalecer a través de los años. Incluso antes de ser condenada a ese extraño hechizo, sabía que estaba destinada a lo peor. De acuerdo a lo que le inculcaron, era de suma importancia encontrar un aliado, un compañero, un tándem que asegurara que estaría para toda la vida con ella. Para los licántropos una unidad no era funcionable.

Por esta misma razón, el luto lunar, era una anomalía que poco se hablaba en las manadas, ya que de alguna forma se esperaba bendecir a las próximas generaciones con sanos progenitores formados por fuertes lazos entre licántropos, y entre menos licántropos solos hubiera, sería mejor para la manada. Por ende, el luto lunar, aquel estado depresivo, melancólico, pero por sobre todo, doloroso, por el cual atravesaban los licántropos en caso de que no encontraran a su media naranja, era de alguna forma una maldición irremediable para la especie.

Ella siempre se preguntó, qué clases de abominaciones hizo en su vida pasada, para merecer tan cruel destino, tan doloroso mal. Aún recuerda cómo su lobo y ella, sintieron por primera vez aquel contacto profundo con su destinada, justo antes de recibir aquel hechizo por parte de Thornhill, en un sumergido accionar inopinado, logró abrazar a Merlina. Y fue cuando lo supo.

Por eso, a pesar de que Crackstone estaba derrotado, cuando Marilyn se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban luego de ser atacada por las abejas de Eugene, dando un último suspiro apuntó aquella caracola hacia Merlina con la clara intención de querer acabar con el principal obstáculo de su plan. Ella no lo dudo, y se interpuso, ella jamás podría permitir que le hicieran daño a su tándem.

Esa noche, Enid salvó dos veces a Merlina Addams.

Su condena siguió su rumbo. Y ella no podía no pensar en la desgracia en la que se había transformado su vida, hasta que descubrió que se encontraba exiliada en los profundos bosques situados a los límites de la mansión Addams.

Comenzó con breves visitas nocturnas, o incluso durante las tardes, se posaba en las copas más altas de los árboles y miraba. Merlina en sus horas de arco, en su rutina de cello, en su hora de escritura, o tan solo peleando con cualquier miembro de su familia, su lobo parecía satisfecho, pero con el tiempo eso ya no era suficiente. Y cuando por fin vio la oportunidad de establecer contacto con ella, luego de años, se dejó ir.

Pero no pareció mejorar, ¿acaso no existía manera para calmar aquellos espasmos dolorosos que la atormentaban desde que descubrió que su apenas amiga Merlina, era su pareja de vida?

En un intento desesperado, y de forma tímida, quiso darse a ver. Se adentro al patio de aquella mansión en una de sus tantas visitas, buscando a la pelinegra, cuando se asomo por la ventana, en su forma lobezna, intento olfatear buscando una forma de entrar, pero su gran tamaño no le permitía ser cuidadosa, por ende fue descubierta, esa noche Merlina la intercepto y la expulsó de su casa con una escopeta. En ese momento Enid comprendió que, su lobo no se percataba de que estaban bajo el encanto de sirena, ella era consciente, pero su lobo no.

Se desvivia en dolorosos y desesperantes aullidos que mandaban temblores por todo su cuerpo al no recibir la atención que exigia, sus transformaciones dolían cada vez más, y ella sentía desaparecer poco a poco, como si su conciencia humana desapareciera y solo quedara un animal desconsolado, lo raro es que no lo percibía como un dolor recurrente o como los demás, si no que era uno anormal, un tormento y desconsuelo que ahogaba, te aprisionaba y provocaba que cuestiones el porque tienes que pasar por él, ¿acaso no eres merecedor de eso?

Era un dolor tan distintivo, que al primer momento lo sabes.

Solo el amor puede doler así.

¿Acaso Merlina no la amaba?

No tuvo tiempo de pensar, su cuerpo comenzó a convulsionar, espasmos comenzaron a hacer estragos con su sistema nervioso, sabía que estaba sucediendo otra vez.

Enid se levantó de la cama para caer al piso derrotada, contuvo la respiración, tratando de oprimir su salvaje transformación, tenía que esperar a que Merlina y sus amigas volvieran de nuevo, no quería perderse de nuevo, no en el bosque, en su dolor, por fin las volvia a ver despues de tanto tiempo, no podía irse de nuevo. Y para su conveniencia, el galope de un par de caballos le avisaron que su compañía ya estaba aquí, dejaría de estar sola otra vez.

Torció la boca en un intento de sonrisa, con un poco de fuerza se elevó en sus doloridas piernas, y camino desesperada hasta la puerta, abriendola dejo que el frío de la casi noche golpeara en sus desnudas piernas, solo una camisa de colores pasteles cubría su cuerpo. Divina fue la primera en aparecer en su panorama, bajando del caballo, y con una mirada sumamente preocupada que mantenía un atisbo de angustia, le pudo transmitir que habían encontrado lo que buscaban, pero no era algo positivo.

Yoko y Merlina venían detrás, la chica de rasgos asiáticos ni siquiera acomodó al animal que la transportaba, tan solo saltó de él en cuanto llegó.

─Enid, sabemos como ayudarte, pero no tenemos tiempo...─ Divina habló, estaba más cerca por ende ella pudo escucharla, pero la interrumpió al salir corriendo pasando por su lado, sin darle importancia a sus palabras. ─¡Enid!

No respondió a su llamado, Yoko la miró sonriente en cuanto la vio correr a ella, pero frunció el ceño al notar como pasaba de largo, siguiendola con los ojos, vio como corría en dirección al caballo de Merlina, quien apenas se encontraba bajando del animal.

La pelinegra estando concentrada, no se percató de la desesperada rubia que corría en su dirección. Cuando la vio, ella ya había sido derrumbada cuando de un empujón el cuerpo de Enid la abrazo, ambas cayeron al suelo.

Merlina sintió su pecho arder por la incomodidad de la cercanía no deseada, frunció el ceño cuando Enid la miró a los ojos entre lágrimas.

─Suéltame... ─ Merlina intentó reprochar a la chica pelicorto, pero fue interrumpida.

─¿No me amas?

Los iris antes azules se tornaron de un insufrible verde, sus ojos ahora rojos, fueron adquiriendo la forma lobuna, antes de parar y perforar su persona, esperando una respuesta. Merlina trago duro, desconcertada, solo miro aquellos ojos, observando cómo la desesperación tomaba poder de la chica que invadía su espacio personal, suspiro desesperadamente sin saber que hacer, hasta que hizo lo único que se le ocurrió, estiró sus brazos y tomó a la rubia de los hombros, alejando a la chica de ella, y volviendo a la distancia.

En ese momento. Enid se rindió, y desapareció junto a su conciencia, mientras se transformaba una vez más.

Viendo como el cuerpo se desplomaba, Merlina volvió a extender sus brazos para sostenerla, y en ese momento, su cabeza dio un estirón para atrás.

Tuvo una visión.

Tuvo una visión

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©𝖠𝖮𝖩𝖮──❨𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳 𝘓𝘪𝘣𝘳𝘰❩Where stories live. Discover now