"Levi Ackerman, yo acepté ser tu esposa y cuidarte en la salud y enfermedad"
Ni siquiera los más apasionantes e inspiradores sueños salvaron la sonrisa de Hanji Zoe, quien de un día para otro debía casarse para salvar a su hermano y la empresa por l...
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Un nuevo amanecer coloreaba el cielo una vez más. Hanji salió de su habitación como siempre, dormir más de la cuenta se había vuelto su refugio entre tantas emociones que la hundían. Había ocasiones donde dormía hasta el mediodía, no desayunaba y tenía fuertes dolores de cabeza. Pero cualquier cosa que le impidiera ver a Levi era algo positivo en su vida. Sin embargo, no siempre podía esperar a tener un muro que la protegiera de él.
Aquella mañana no sería así.
Mientras bajaba por las escaleras sujetando su cabello con una coleta, se encontró a Levi en la cocina. Sólo él. Hanji se quedó inmóvil por un largo instante. Estaba relajado, apoyado sobre la mesa de la cocina con una taza de té negro en la mano mientras veía las noticias en la televisión sobre el refrigerador. Rápidamente Hanji se giró para buscar algún rastro de Mina Carolina, pero no estaba por ningún lado. Supo por el silencio de la mansión que ella no se encontraba en la mansión, ni ella ni su risa chillona.
—¿A quién buscas? —, habló Levi y Hanji volteó a verlo con una expresión de sorpresa. Levi dió un sorbo más a su taza y la dejó sobre la mesa para luego ver a Hanji.
—A nadie —. Respondió, y se llenó de todas las fuerzas que poseía para evitar algún titubeo.
Se sentía incómoda y asustada con la presencia de su propio esposo.
—No sabía que dormías tanto, son casi las 11:00 de la mañana —. Levi se acomodó la camisa blanca y dejó la taza sobre el fregadero. —¿Estás enferma?
Más que preocupación, Hanji sentía su pregunta como una forma de compromiso. Sabía con certeza que a aquel hombre poco le importaba si estaba enferma o no.
—Estoy bien.
Hanji caminó hacia el refrigerador y tomó la botella de jugo junto a un vaso de vidrio de la alacena bajo la atenta mirada de Levi. El vestido sencillo que llevaba remarcaba su figura. Levi la observó de pies a cabeza y Hanji lo sabía, la estudiaba con cuidado.
La castaña no tenía la intención de quedarse en la misma habitación que él, así que se sirvió el jugo y se dirigió a la salida de la cocina.
—¿A dónde vas? —, preguntó el Ackerman cuando ella estaba a punto de salir.
"Lejos de ti" pensó Hanji.
—Quiero volver a mi habitación —, dijo sin darse la vuelta. —¿No puedo?
Levi se acercó lentamente hacia ella y poniendo su mano en su hombro la hizo darse vuelta. Hanji dió un paso hacia atrás sin perder el contacto visual.
—Tengo algo para tí, ven conmigo —. Levi salió primero de la cocina y Hanji, con extrañeza, pensó seriamente en si seguirlo era buena idea. Al final, terminó por obedecer, dejando el vaso de jugo en la mesa.
