*Contexto: desenlace diferente de la segunda noche que pasan Armando y Beatriz.
☼ Alba: Primera luz del día antes de salir el sol.
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Aquello no debía estar sucediendo.
Aquella noche no tenía que ser otra cosa más que una reconciliación por su metida de pata con Adriana Arboleda y una reafirmación sobre aquella fraudulenta relación que se había esmerado en llevar con Beatriz para no perder su preciada empresa.
Aquella noche no tenía que ser nada más que pasar el tiempo suficiente con Beatriz para que ella quedara tan prendada de él como para que ese tal Nicolás Mora no fuera capaz de confundirla en el tiempo en que Armando se encontraba de viaje con su prometida y su estúpido amigo.
Sólo tenía que decirle unas cuantas palabras bonitas, compartir algunos cuantos besos con ella y —¿por qué no?—, hacerle el amor, si se daba la oportunidad.
Y vaya que se dio.
Armando aún podía recordar la sensación que lo había abrumado tras besar a Beatriz con toda la pasión que tenía contenida. Fue como si, de repente, aquella llama alojada en su corazón, se convirtiera en un fuego abrazador y quemase todo a su alrededor.
Y su dulce Betty le había correspondido con la misma pasión. Le correspondió cada beso y cada caricia que compartieron. Cada mirada y cada sonrisa.
Cada «te amo».
Y así, se les había pasado gran parte de aquella noche tan fría.
El tiempo había corrido mucho más rápido de lo que hubiesen deseado, y así, en medio de aquel remolino de pasión, tanto las llamadas de una muy celosa Marcela, como las de un muy enojado Don Hermes, pasaron totalmente desapercibidas para la pareja de enamorados.
Y así es como las primeras luces del amanecer se comenzaron a colar por una de las ventanas del departamento de Mario Calderón.
Armando se encontraba correspondiendo los dulces besos de Beatriz, ambos, enredados en la sábanas, en la habitación principal.
El hombre se separó de la mujer, lo suficiente como para poder contemplar su rostro —que, por cierto, cada vez le parecía más bonito—. Y su cuerpo volvió a vibrar con fuerza.
Los primeros rayos del sol, colándose por la gran ventana de la habitación, iluminaban el rostro de Beatriz. Aquella luz acentuaba tan bien su sonrisa y esos preciosos ojos oscuros, escondidos tras largas pestañas, que lo volvían completamente loco. Esa mujer lo volvía loco.
—La amo, Beatriz — le dijo él con voz ronca.
Ella sonrió con más ganas, dejándole ver sus bonito hoyuelos.
—Lo amo, doctor.
Y la volvió a besar.
Él enredó su mano en el cabello de ella para profundizar aquel beso. Para hacerlo eterno. Para que los labios de ella, y la sensación que éstos le provocaban, se quedasen grabados cual tatuaje en su propia boca.
No quería separarse de ella.
Pero el tiempo se les acababa.
Aquel día, él se iría con su amigo y su prometida. Y ella se tenía que quedar sola, a cargo de la empresa. Ambos debían separarse, aunque sus corazones sangraran por ello.
Y sin embargo, así tenía que ser.
Ambos sabían que aquella relación debía terminar tarde o temprano. No podían ser tan egoístas. Nadie merecía el dolor que se alojaría en el pecho de Marcela cuando se enterase de que su amado prometido y su asistente compartían mucho más que besos y la cama.
Nada se compararía al dolor que sentiría Marcela cuando se enterase que Armando había comenzado aquella relación para salvar su empresa, pero que durante el camino, el corazón del hombre había terminando cayendo a las manos de Beatriz Pinzón Solano.
Y entonces, justo en medio de los besos que compartía con la mujer de su vida, a Armando se le ocurrió otra terrible idea.
Una idea increíblemente egoísta, pero que los haría infinitamente felices: a él y a su Betty. Herirían a mucha más gente a su alrededor, como a sus padres, a los padres de la propia Beatriz, a sus amigos y a la empresa.
El corazón de Armando latió con entusiasmo.
Pero, ¿qué importaba?
¿Realmente, importaba?
Si aquella era la única forma en la que él podría estar con Beatriz, Armando Mendoza estaba dispuesto a correr el riesgo de jamás ser perdonado por su familia, amigos y la mismísima Marcela Valencia.
Incluso si aquello conllevase a perder la empresa.
Y a terminar con la vida de excesos que había llevado por años.
Porque en aquel momento, en lo único que podía pensar, era en no separarse jamás de Beatriz. En lo feliz que sería al despertar cada día a su lado. De hacer una familia con ella. Envejecer con ella. Cosas que jamás creyó imaginar con ninguna mujer.
Armando rompió el beso y miró a la muchacha frente al él.
Beatriz, al abrir sus ojos, quedó sorprendida ante la mirada tan decidida del hombre. Armando Mendoza la estaba mirando con una seriedad que jamás había visto. Definitivamente, el objeto de sus pensamientos tenía que ser algo terriblemente fuerte. Increíblemente importante.
—Doctor — musitó Beatriz, nerviosa —, ¿qué est...?
Pero él le interrumpió.
Le interrumpió con unas palabras que cambiarían todo para siempre.
—Vámonos lejos, Beatriz.
La voz de él es suave, como muy pocas veces. No es imperativa. No es una orden.
Es la petición más dulce que ha hecho.
Beatriz demora bastante más de lo normal en digerir aquella corta, pero potente frase que ha salido de los labios de su jefe y amante. Y luego, una oleada de sentimientos la golpearon sin piedad. Tristeza, felicidad, rabia, nerviosismo... Eran tantas emociones que de pronto se sintió mareada. ¿Él quería huir con ella?
¿Con ella?
¿Estaba dispuesto a dejarlo todo, por ella?
Y él, ante su confusión, la vuelve a besar. Para convencerla. Para que ella se de cuenta de que aquellas palabras que acababa de pronunciar eran las más importantes que había pronunciado en mucho tiempo.
Ella le corresponde.
Y luego de unos cuantos besos, la propuesta ya no parece una idea tan loca.
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Fin del corto.
Nota del autor: Hola. ¿Qué les ha parecido? Muy corto y simple, pero tenía ganas de escribir algo ligero. Esta idea me estuvo rondando a lo largo de la serie, la primera vez que la vi: el si alguna vez Armando consideró en dejarlo todo por Betty. Después de todo, al final nos demuestra que si fue capaz de cambiar mucho, gracias a la influencia de ella.
Como les dije, estoy organizando mis tiempo para que no haya tanto tiempo entre actualizaciones. Ahora, me voy a enfocar en seguir escribiendo el siguiente capítulo de "Cómo curar un corazón", porque se vienen algunos hechos trascendentales para la historia jeje.
¡Espero que les guste y lo disfruten!
Se despide con cariño,
Estrella de David.
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Instantes
FanfictionSerie de historias cortas e independientes entre sí sobre Armando y Beatriz. Basado en la obra "Yo soy Betty, la fea", escrita por el magnífico Fernando Gaitán. Disfruten. *Créditos a Ximenart15 por la imagen usada para la elaboración de la portada.