CAP 26. RECUPERACIÓN

349 18 3
                                    

Tenía a Izan en brazos, mientras le daba el pecho. Arthur se encontraba en su hamaca de bebés dormidito mientras yo lo mecía lentamente con mi pie. Y Emma y Soru se encontraba jugando los dos juntitos. 

Mientras, Koko se encontraba en el sillón de al lado contando un fajo de billetes. 

Llevaba tres días en casa desde que di a luz. Los gemelos tenían tres días de nacidos, y yo tenía unas ojeras enormes. 

Y os estaréis preguntando. ¿Rayis, como te va con los gemelos? 

Bueno, pues digamos que las cosas se han complicado un poco mucho...

Tenía unas ojeras enormes,  y mi cabello estaba todo desordenado, llevaba puesto una camisa de tirantes negra, que hacía resaltar mi vientre aún un poco hinchado por el parto y unos shorts negros cómodos. 

Mi cuerpo estaba todo destrozado por el parto y ya ni hablemos de como estaba mi intimidad...

Llevaba tres días sin dormir nada. Ya que Izan se la pasa llorando todo el día. Cuando se separa de mi se pone a llorar y no se calma hasta que lo vuelvo a colocar cerca de mí. Ni siquiera puedo ir al baño en paz, tengo que ir con Izan en brazos porque si no se pone a llorar y alguno de esos siete tiene que ayudarme en todo el proceso de ir al baño...cosa que se me hacía demasiado vergonzoso. 

Y a la hora de dormir, desde que llegamos a la mansión Izan no ha tocado su cuna para nada, tengo que tumbarme en mi cama y colocar a Izan en mi pecho para que se duerma, pero Izan al ser tan chiquito, tengo miedo de quedarme dormida con el al lado y que inconscientemente haga algún movimiento que pueda lastimarlo. Por eso no he pegado ojo en los últimos días. 

Sin embargo Arthur es todo lo contrario, apenas lloraba y solo lo hacía cuando tenía hambre o sueño. Dormía ocho horas del tirón y eso era un gran alivio para mí. 

Eso sí, diferenciar a los gemelos era un maldito reto, eran idénticos. Solo podíamos diferenciarlos por las pulseritas que le pusieron cuando nacieron. También tengo que decir que eran demasiado lindos, tenían cabello negro y unos ojos grandes y azules hermosos. Eran preciosos. 

Una vez termine de darle el pecho a Izan, me acomode mi camisa de tirantes y mecí a Izan en mis brazos. A lo que en ese momento vi la hora, y vi que ya casi era la hora de comer a los niños. 

– Koko mi amor, ¿podrías ir calentando la comida de los niños por favor? – dije con voz cansada. 

– Claro mi amor, enseguida voy – se guardo el fajo de billetes en su bolsillo y se paro de su lugar –. Por cierto, ¿necesitas algo reina?

– No cielo, no te preocupes, yo estoy bien – sonreí. A lo que Koko se acerco a mí y dejo un delicado beso en mis labios antes de ir a por la comida de los niños. 

Yo mientras, gire un poco mi cabeza hacía los niños y los llamé. 

– Amores, vallan recogiendo los juguetes, ya casi está la comida lista – los avisé. 

– ¿Omida? – dijo Emma, con un juguete en su mano. 

– Si mi vida, la comida ya casi está lista, vallan recogiendo sus juguetes. 

A lo que Emma se paró de su lugar, y miro a Soru, quién se encontraba jugando con un pequeño cubito de madera. Y Emma se lo quito de las manos haciendo que Soru diera un pequeño chillido. 

Emma ignorando a Soru, fue hacía su cesta de los juguetes y coloco el cubo adentro, y luego se giro para ir a por otro juguete. 

Soru se paró del piso mientras Emma agarraba otro juguete del piso. Y se acerco a la cesta, donde Soru saco el pequeño cubito que Emma había colocado adentro. 

LA MUJER DE BOTEN II - Nuevos comienzos -Where stories live. Discover now