8 | final.

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Las horas pasaron y el turno de trabajo de Danielle terminó. Muy pronto la princesa Haerin y la princesa roja, envueltas en todos los abrigos que les había obligado a usar la pareja de ancianos dueña de la librería/café, se encontraban recorriendo hombro a hombro las heladas calles de aquel mundo tan increíble para ellas y tan aburrido para el resto. El ambiente olía a chocolate caliente mientras cruzaban la calle pacientemente para llegar a la plaza, donde un gran árbol de navidad con muchas luces era el centro de atención, teniendo a un montón de personas alrededor de el para simplemente compartir regalos o tomar fotos.

— ¿Ir por un helado sería lo correcto con un clima tan frío? Deberíamos tomar un café ahora que lo pienso. —comentó una sonriente Haerin de mejillas rojas, con su mirada clavada en aquella princesa roja de manos tan lindas y delicadas.

— Si quieres un helado, te daré un helado. —le respondió Danielle decidida, batallando con la nieve. Era como una bolita llena de ternura y amor.

— Yo sólo quiero pasar tiempo contigo. —se rió Haerin a carcajadas, haciendo que las esquinas de sus ojos tuviesen tiernas arrugas y su rostro enrojeciera cada vez más.

— También me gusta estar contigo. —admitió Danielle sinceramente, deteniendo sus pasos de un segundo a otro.

Giró su cabeza en dirección a Haerin y le miró a los ojos, intensamente.

Haerin le sostuvo la mirada, sonriendo de una tierna manera.

— ¿Puedo sostenerme de tu brazo al caminar? —le preguntó tímidamente Danielle.

Sin dar respuesta alguna, Haerin amplió su sonrisa y extendió su mano hacia la de Danielle.

Luego asintió, y en un segundo, sus dedos estaban rozando los de Danielle.

Las mejillas de ambas ardían, sonrojadas hasta más no poder.

— Vamos. —Haerin le susurró suavemente.

Una sonrisa creció despacio en los labios de Danielle, hasta que observó a Kang con absoluto cariño y deslizó su mano por los dedos contrarios, así tomándola entre la suya con fuerza. Haerin también apretó su mano con fuerza, haciendo la presión suficiente para que se sintieran seguras juntas.

— Vamos. —repitió Danielle.

Su voz era tan preciosa, la manera en la que hablaba y la manera en la que te miraba. La forma en la que caminaba, cada acción que hacía. Todo de Danielle Marsh era el cielo.

Haerin ni siquiera entendía por qué se decía que la princesa roja no tenía corazón.



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Media hora después, Danielle y Haerin estaban sentadas en una banca de la plaza, disfrutando de la música navideña del lugar y sosteniendo dos tazas de café entre sus manos. Y sólo eran ellas. Danielle y Haerin. Hablando sobre cosas con poca importancia, riéndose juntas y sintiéndose común por un momento. Siendo Danielle y Haerin, dos chicas que amaban reír y pasar tiempo juntas. La princesa Haerin y la princesa roja, aquellas que tenían un montón de responsabilidades, habían quedado atrás por un instante.

Pero no podían esconderse del mundo del que venían por mucho tiempo.

— ¿Alguna vez has tenido un sueño? ¿Algo que no tuviera nada que ver con ser una princesa? —le preguntó Kang a Danielle, manteniendo la mirada fija en su café y la cabeza baja— No sé, una meta. Un plan para el futuro que te gustaría seguir. Algo personal. Algo que no implique ser una princesa... Simplemente ya no ser una princesa. Ni una reina. Ni nada parecido. Y sólo ser quién quieres ser, quién eres realmente pero que nadie quiere dejarte mostrar.

sin corazón.           [daerin] auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora