Vulnerabilidad: El Conejo y La Zorra

156 16 11
                                    

Las decisiones que tomamos día a día son lo que van formando el futuro, no solo el nuestro, también el de las personas que nos rodean. Aceptar o rechazar, pedir o dejar pasar, si o no...

Siempre he pensado que es importante pensar no solo en nuestro beneficio al tomar una decisión, debemos tomar en cuenta a quienes podemos afectar, cambiar o lastimar con ella.

Creo en el destino, quizá no en la forma en que todo lo que sucede está escrito y dictado de antemano, pero si del modo en que las situaciones y circunstancias se amoldan, tuercen y rompen para unir o separar a las personas... He sido testigo de eso y me han afectado de diferentes maneras.

Quizá es por eso que herir o lastimar a los demás es algo que balanceo siempre antes de tomar cualquier desicion.

Sin embargo...
Tambien aprendí que en ocasiones hay que dejarse llevar y arrastrar por lo que, en ocasiones, nuestro corazón más que dictar, grita...


 Tambien aprendí que en ocasiones hay que dejarse llevar y arrastrar por lo que, en ocasiones, nuestro corazón más que dictar, grita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Izuku... ¿A quien miras, a ella o a él? —

Esa pregunta se había hecho frecuente. Y no podía culparla... Pero sí recordarle que jamás fue un secreto para ella, ni para nadie.

Cambié la página de la revista que mirábamos juntos, sentados en el sillón de la sala con sus piernas sobre las mías.

— A ti — contesté con media sonrisa acariciando un mechón de su cabello que se había desacomodado cuando volteó a verme con acusación señalando a la perfecta y atlética pareja que sonreía falsamente mientras caminaban de la mano por una playa, en un más que obvio Photoshop del atardecer.

Sonrió poniendo los ojos en blanco y continúo pasando las páginas rápidamente, deteniendose en el destino turístico que más llamaba su atención. La mayoría eran soleados, cálidos y húmedos. Yo solo suspiraba cada que comenzaba a trazar planes en cada uno, enlistando los pros y los contras.

Me había dicho que elegiríamos un lugar juntos, pero era claro que las esquinas inferiores de las páginas estaban dobladas y las hojas de la revista prácticamente se abrían solas en los que a ella más le habían gustado. Por desgracia el clima que a ella le parecía "encantador y mágico" para mí era sofocante y molesto. Preferí no decir nada, después de todo ella siempre ha sido así.

El timbre de la puerta sonó y deslizó sus piernas permitiendome levantarme sin voltear a verme. Abrí encontrándome con un repartidor de comida. Me entrego dos enormes paquetes y la factura. Medio sonreí dejando todo en el piso y sacando mi billetera para pagar.

Regresé a la sala con ambas manos ocupadas y en cuanto me miró levanté los paquetes con la clara pregunta en mi rostro.

— No tengo ganas de cocinar hoy — dijo alegremente levantándose de un salto y llevándose un paquete hacia el comedor.

Solo En TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora