Vorágine: La Senda Del Tigre

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"Proteger lo que amas...

Defender tu felicidad...

No permitir que nada ni nadie se interponga entre tú y el camino que deseas seguir...

No permitas jamás que nadie te arrebate lo que es tuyo."

Sin embargo... Siempre que debas repetir estas palabras, debes contestarte también está pregunta:

¿Cuál es el límite?

En qué punto debes desistir y aceptar que las situaciones y las personas cambian, que nada puede ser forzado...
Que debemos avanzar...

Y si ceder y dejar ir es lo mejor, entonces... Aunque duela... Debes hacerlo...

Por desgracia, casi siempre, la forma de aprender esa lección... Es por la mala.

 Es por la mala

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— Hola hola pequeño, tú y yo tenemos algo importante de que hablar — dijo el tipo de pelo negro con una sonrisa de lado, sujetandome del cuello y dándome un golpe en el estómago.

El aire escapó de mis pulmones haciéndome sentir mareado y mis piernas fallaron, lo que aprovecharon para arrastrarme dentro del departamento y arrojarme en el taburete junto a la mesa, los únicos muebles que habían quedado en la sala.

— ¡Pero que mierda de lugar! Pensé que era una zona de ricos, pero no tiene ni un maldito sillón — se rió el otro tipo de cabello plateado.

— ¡Ja! Así son estos malditos niños universitarios, quieren aparentar tenerlo todo cuando en realidad no tienen ni en que caerse muertos — dijo el pelinegro mirando al rededor con una risa de burla.

— Que estupidez, así que no es un lindo niñito rico, solo es un lindo niñito embustero y oportunista — continuó riéndose el peliplateado.

— Así parece, bueno, como sea, eso me importa una mierda — dijo el pelinegro acercándose a mi y tomándome del cuello de la playera — nuestro asunto no cambia, solo se hace más fácil — se rió mirándome a los ojos.

— ¿Quienes son? ¿Que mierda quieren? — pregunté con la voz aún un poco ahogada, tomando su muñeca, intentando que me soltará, pero era bastante fuerte.

Los miré tratando de reconocerlos, pero jamás los había visto, y me preocupe al darme cuenta de lo enormes y musculosos que eran, jamás podría contra ellos, quizá podría defenderme de uno, pero no de ambos, no tenía oportunidad y me sentí furioso al darme cuenta.

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