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El manto oscuro cubría cuando arribaron a la frontera, Nikola Tesla notó que el dedo con el anillo de bodas le seguía sangrando. El guardia de cabellera rojiza y larga examinó los pasaportes a la luz de una linterna, haciendo esfuerzo para que la presión del viento invernal que soplaba no le afectará. Aunque eran dos pasaportes diplomáticos en regla, el guardia levantó la linterna para comprobar que los retratos se parecían a las caras.

Nikola Tesla un joven de facciones suaves, con unos ojos azules mas hermosos que las aguas más cristalinas del paisaje marítimo más precioso y una piel blanquecina como la nieve que irradiaba vida en el lúgubre anochecer de enero. Estaba arropado hasta el cuello con un abrigo afelpado igual de blanco que su piel; que no podía comprarse con el sueldo de un año de toda la guarnición fronteriza. El muchacho daba un aura de ser un ángel enviado por Dios a traer la paz al mundo.
Beelzebub Ecrón, su marido, quien conducía el coche, era un año mayor que el, daba imagen de ser un ángel caído, imponente. Vestido en su totalidad de negro; llevaba una chaqueta negra del cuero más fino, aparenta no tener frío. Al contrario de su esposo, era un poco más alto y atlético y tenía las mandíbulas de hierro de los matones tímidos.

Una pareja que contrastaba bastante.

Pero lo que revelaba mejor la condición de ambos era el automóvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se había visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban atiborrados de maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todavía sin abrir. Ahí estaba, además algunos de los inventos apasionados del ingeniero electrico antes de que sucumbiera al amor de su tierno pandillero.

Cuando el guardia le devolvió los pasaportes sellados, Beelzebub le preguntó dónde podía encontrar una farmacia para hacerle una cura en el dedo a su marido, y el guardia le gritó algo en francés cosa que el no entendió.

Los otros guardias estaban sentados a la mesa jugando barajas mientras comían pan mojado en tazones de vino dentro de una garita de cristal, y les bastó con ver el tamaño y la clase del coche para indicarles por señas que se internaran en Francia para buscar la farmacia. El pelinegro hizo sonar varias veces la bocina, pero los guardias no entendieron que los llamaban, sino que uno de ellos abrió el cristal y les gritó con más rabia que el viento.

- Merde! Allez, idiot! -

Entonces Nikola algo cansado de la situación salió del automóvil envuelto con el abrigo hasta las orejas, y le preguntó a uno de los guardias en un francés perfecto dónde había una farmacia. El más viejo con las cejas muy pobladas,una cicatriz dividía su barba en la mandíbulas, este se animo a contestar con la boca llena de pan que eso no era asunto suyo. Y cerró la ventanilla. Pero luego se fijó con atención en el muchacho angelical se chupaba el dedo herido, debió confundirlo con una aparición mágica en aquella noche de espantos, porque al instante cambió de humor. Explicó que la ciudad más cercana era Biarritz, pero que en pleno invierno y con aquel viento de lobos, tal vez no hubiera una farmacia abierta hasta Bayona, un poco más adelante.

-¿Es algo grave? -preguntó el viejo arqueado su poblada ceja -

- Nada - respondió Tesla con una sonrisa cálida, mostrándole el dedo con la sortija de diamantes en cuya yema era apenas perceptible la herida - Es sólo un pinchazo - acompleto -

Antes de Bayona volvió a nevar. Encontraron las calles desiertas y las casas cerradas por la furia del nevazón, y al cabo de muchas vueltas sin encontrar una farmacia decidieron seguir adelante. Beelzebub se alegró con la decisión.
El hombre tenía una pasión insaciable por los automóviles raros y coleccionar animales muertos. Además de un papá con demasiados sentimientos de culpa y recursos de sobra para complacer las extravagancias de su hijo, y nunca había conducido nada igual a aquel convertible de regalo de bodas. Era tanta su embriaguez en el volante, que cuanto más andaba menos cansado se sentía. Estaba dispuesto a llegar esa noche a Burdeos, donde tenían reservada la suite nupcial del hotel Splendid, y no habría vientos contrarios ni bastante nieve en el cielo para impedirlo.

;;- ᴛᴜ ʀᴀꜱᴛʀᴏ ᴇɴ ʟᴀ ɴɪᴇᴠᴇWhere stories live. Discover now