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Reconciliación


Todo el camino de la cama al baño fue dando traspiés, yo no quería dejar de besarla y parecía que ella tampoco quería dejar de hacerlo conmigo.

Entramos al cuarto y cerré la puerta detrás de nosotros, agarré a Tara por los muslos y la subí al mueble más cercano de nosotros tirando todas las cosas a nuestro paso. Puse mis manos sobre su vestido de satin, subiendo hasta el tirante y deslizándolo en su hombro.

Puse mi boca sobre la piel de su cuello, quería marcarla, para que el próximo idiota que la viera supiera que era de alguien más y que no tenían oportunidad sobre ella.

-Te odio- jadeó cuando le mordí el lóbulo de la oreja.

-¿Ah si? Mis sentimientos por ti son todo lo contrario al odio.

Sus manos se enredaban en mi cabello, abrió las piernas para juntarnos más, todo su cuerpo temblaba como si llevara demasiado tiempo deseando esto.

-¿Ya olvidaste cuando te hacía tocar las estrellas, bellisima?

-Bloqueé casi todos mis recuerdos sobre ti, no pienso sobre nosotros... nunca.

Eso me dio en el ego, no hay un jodido día donde yo no piense ella, ya sea para maldecirla o desearla, pero siempre está en mi mente sin pagar renta.

-supongo que tus amantes hacen un buen trabajo.

-son muy buenos, en especial tu jefe.

-¿Te estas cogiendo a Mikey?

De todos los hombres que hay en Bonten se tuvo que meter con él, solo de imaginarme su bella cara con esa expresión de sexo que tiene cada vez que se la metía y debajo de Mikey me hierve la sangre.

-Fue una vez, en la cama que solíamos compartir, cuando te quedaste con Luca y joder Sanzu no sabes lo mucho que lo disfruté, de solo pensar en lo que hicimos me mojo.

Tara había despertado un instinto animal que no se iba a apagar tan fácil, la furia y los celos nublaban el poco juicio que aún me quedaba.

Le rompí las bragas, esperaba que forcejeara o me apuntara con un arma, pero estaba siendo muy cooperadora.

La escuché reírse y sentía sus dientes clavarse en mi piel. Me bajé los pantalones, acomodé nuestras pelvis y se la metí de apoco, era increíble la sensación de estar de nuevo dentro de ella, nuestros sexos encajaban a la perfección y me recibía tan bien como siempre.

Era como si estuviéramos hechos el uno para el otro.

-¿Estás celoso?

-No tienes ni puta idea Tara...- la agarré del cuello, sin ejercer mucha presión pero si la suficiente para que supiera que la tenía en mi control -El jefe se cogio a Sémele, a tu perfecto personaje, pero yo mi amor tengo sexo con la verdadera tú, además recuerda que solo yo pude darte un hijo.

-Demuestrame que eres mejor que el rey, dame un razón para creer que Akashi Haruchiyo vale la pena.

Bajé mi mano de se cuello al trasero, empujándola para adelante y así poder entrar más profundo en ella.

Sus delgadas piernas se enredaron en mi cadera, le quité el sujetador y le masajeé una de sus perfectas tetas, la piel se le erizaba y podía escuchar como dejaba escapar pequeños suspiros de placer mientras chupaba a mis juguetes favoritos.

La conozco a la perfección, me atrevería a decir que mejor que a mi mismo, sé que cosas le gustan y cuales no, nadie a excepción de mi puede decir eso.

Blood In The WineWhere stories live. Discover now