Capítulo VIII

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Capítulo ocho

Tanto andar me iba a poner un culo de infarto.

Seguro que el resto de chicos lo agradecerían luego.

Ya estaba cansando recorrer los pasillos de la universidad una y otra vez, prácticamente sin descanso alguno. A parte de moverme de clase en clase, ya llevaba tres días y dos horas de hoy
con el objetivo de encontrar a Mar.
Les doy un adelanto, ni siquiera se le escuchaba a alguien comentar sobre ella y su misteriosa desaparición.

Quizás se le fue la mano con la brujería y se hizo desaparecer.

Sinceramente esperaba que aquello fuera una predicción estúpida, porque si no, quien sería estúpida sería ella por dejarme con un muerto en mi casa. Y es que no me quejaba mucho sobre la situación, pero la rutina de esta última semana se había convertido muy monótona: follar e ignorarse, follar e ignorarse...

Era cierto que me podía quedar an mis aires y a la vez obtener placer, aunque había veces que el ambiente se tornaba tenso y nos quedábamos en un silencio incómodo.

Culpa de Axel.

Y sí. Mientras que yo intentaba sacar conversación, él se dedicaba a ignorarme o responder con monosílabos como "sí" o "no". Ojalá Axel tuviera una mejor forma de ser.

En conclusión, ambos queríamos que Axel volviera al abismo, de donde pertenecía.

Terminé recostándome en la primera columna que vi en el segundo piso de la universidad. Aquel era mi sitio para merendar sin interrupciones. Pronto habría una chapita que pusiera
«PROPIEDAD DE ABRIL DENSON».

Estaba demasiado cansada hasta para sacar el plátano y las galletas que había traído de casa. Mis piernas y pies pudieron por fin descansar los veinte minutos que tenía libres. Cerré los ojos con la intención de dejar la mente en blanco y liberarme de tooooodo el estrés de las últimas semanas.

Entre que los profesores te explotaban, creyendo que no teníamos más vida después de clases, y que Axel estuviera a mi cargo...

La sorpresa que me llevé al ver con claridad fue para nada esperada. Inés estaba parada, mirando por las puertas como si buscara alguna cosa o a alguien.

Para aquellas personas que no sepan quién era Inés: ella era una chica de mi misma edad, catalogada por la mayor parte de la universidad (incluyendo a los profesores) como un bicho raro por su aspecto. Inés era bonita, pero se salía de lo fuera de lo normal en Anvard. Su pelo era rosa fantasía y llevaba grandes piercings en la cara y las orejas.

— Ey, Inés, ¿sabes dónde está Mar? — la mujer frunció el ceño. Quizás no me había explicado bien — La que se rumorea que es bruja — le aclaré.

Y claro que era hechicera, aunque esa información la confirmaría solo para mí.

— Un respeto a las mujeres, que tú también eres una — Inés abrió la boca, enfurruñada.

No le aclararía que no la insulté, preferí limitarme a rodar los ojos.

— Dale, responde. ¿La has visto por la facultad?

— No, he estado muy ocupada buscando los carteles de la próxima quedada que no me he parado a mirar nada más.

Oh, sí. Se me olvidó comentar un pequeño e importante detalle sobre Inés. Ella era la presidenta del grupo de feministas de la universidad y tanto había hecho que el grupo se expandía por la ciudad. Es cierto que las participantes eran estudiantes, pero a las reuniones, protestas y cualquier cosa que hicieran, podían ir todas las mujeres de Anvard.

Demonio: las leyes del abismoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin