Enemigos desde siempre, pero en matrimonio al final.
Un empresario millonario y un jinete famoso dispuestos a fingir amor después de tanto rencor.
Un matrimonio falso que se parezca a uno real, donde se acostumbrarán a estar juntos y no querrán solt...
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Decidieron que lo mejor era viajar a las Maldivas todos juntos con una villa para cada pareja luego de darse cuenta que Henry había sido estafado con un hotel que nunca había existido en la vida.
Había sido un vuelo bastante corto para ambos, su compañía hacía que el tiempo pasara demasiado rápido, siempre terminaban queriendo un poco más del día para poder estar a gusto los dos. Durante el viaje, durmieron muy poco, porque Lucien hablaba de todas las cosas que quería hacer, la emoción que llevaba encima de por fin tocar las costas cristalinas lo invadían, y a Matthew eso le hacía muy feliz. Lo escuchaba atentamente sin dejar ningún solo detalle fuera, él también proponía sus planes que ya había escrito, y los juntaba con los que el menor le proponía. Así los dos podían hacer las cosas que querían hacer. Sergio anotaba lo que podía escuchar estando detrás de su asiento, no lograba anotar todo y se había dormido en medio del camino, Matthew no lo culpó porque últimamente habían trabajado demasiado.
Calam y Henry estaban del otro lado, discutieron por unos minutos sobre la idea de compartir cama, el problema era que, de alguna forma, Henry seguía enojado por la antes respuesta que Calam le había proporcionado. Aun así, después de esa pequeña charla, los dos durmieron acurrucados uno encima del otro sin despegarse en ningún solo momento.
Al final los cuatro, a su manera, estaban felices. Aunque uno de ellos estaba nervioso, preocupado, angustiado. Porque mientras todos dormían plácidamente, Matthew tenía su cabeza llena de ideas, imágenes dadas por su propia imaginación, una preocupación constante y un deseo de querer, pero no saber cómo hacerlo. Esa tormenta que su cabeza le provocó, no le dejó dormir más de unos cuantos minutos. Y si lo hacía, se despertaba al instante.
Miraba a Lucien dormir tranquilamente en su hombro, sonreía al verlo, pero la tormenta no acababa. Y sabía que nunca acabaría hasta que hable con Lucien.
—¿Ya desempacaste?— Lucien entró a la villa. Estaba descalzo con una camiseta descotada que descubría sus delgados brazos.
Matthew lo miró y sonrió de inmediato.
—Ya casi, solo me hace falta un par de cosas más.
—¿Quieres que te ayude?— Lucien empezó a sacar una sola camisa de la maleta de Matthew.
Pero luego el mayor había alejado la maleta de las manos del menor dejándolo confundido.
—Creo que... es mejor dejar las cosas así, lo puedo hacer después.— Lucien notó su nerviosismo.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? Te ves nervioso.
—No pasa nada, creo que me tardaré demasiado y...— se llevó la maleta para otro lado.— no es necesario perder tanto tiempo en... desempacar.
Lucien lo miró confundido, Matthew trataba de no tartamudear demasiado.
—Si, de acuerdo, aunque conociéndote, siempre te he visto ordenar tus cosas en el closet de cualquier hotel... pero si no quieres hacerlo, podemos empezar con nuestras vacaciones.— dijo feliz haciendo que Matthew se tranquilizara.
