4. Durazno

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Ama su sabor, la textura suave en su boca que se adhiere al contorno de sus labios, es dulce de una forma tierna y el elixir de su jugo hace que cierre sus ojos mientras traga. Muerde otra vez, el tejido de la fruta se desprende de su punto firme y pasa a través de su lengua. Traga, repite.

Lame sus labios tomando una pausa, probablemente estén de un color rosa, amelocotonado.

El dulce sabor aún lo siente en su boca, entre sus dientes y saborea trazando con su lengua lentamente.

Realmente disfruta de comer esta fruta, es algo que no puede explicar, pero son momentos en donde él simplemente muerde y el tejido agradable en su boca hace que de una segunda mordida y pronto descubra que tiene el corazón firme de la fruta entre sus dedos. 

-

- Eres tan obsceno para comer fruta, George.

La voz de Cristina hizo que saliera de sus pensamientos, el dulce sabor en su boca, estaban sentados en las mesas de afuera de la cafetería. Izzie, Cristina y Meredith lo acompañaban como de costumbre junto a sus bandejas. Dejó de limpiarse las manos con una servilleta, mirando ahora a la joven asiática que estaba inclinada en su bandeja devorando unas papas fritas sin mucha retención. El hecho de que se fijara en cómo él comía era o porque estaba nerviosa y tenía que fijarse en algo para molestar o realmente estaba aburrida.

Él pensaba en la segunda opción.

- Es algo que me di cuenta, pero sólo pasa con el durazno...

Meredith acompañó el comentario de Cristina, mientras picaba con su tenedor desechable la pobre zanahoria de su "barata y de baja calidad" ensalada que Izzie negaba a aceptar. Ella tenía ojos cansados, realmente cualquier comentario podría despejarla de sus pensamientos.

- ¿De qué hablas? Lo hago como una persona normal -protestó mientras se reclinaba levemente en su silla, él comía de forma decente, nadie podría decirle nunca que su boca se abrió alguna vez mientras lo hacía.

- Basura, comes ese durazno como si fuera un jugozo y apretado trasero.

- ¡¡CRISTINA/CRISTINA!!

El coro de ambas mujeres resonó un poco bastante, haciendo que la atención se dirija a ellos una vez más, realmente no podía sentir su rostro de la vergüenza que provocó esta respuesta. Izzie tenía sus mejillas ligeramente rosadas pero mantenía una sonrisa en su boca, signo de que el comentario no la había horrorizado sino que era un escándalo de los que le gusta a ella. Meredith en cambio, carcajeó tapándose la boca con las manos para silenciarse pero fallando en el intento. Una risa sentida, desde el fondo de su garganta.

Cristina era tan desvergonzada y tan directa que a veces quería silenciarla antes de que siquiera pensara en hablar. Por estas cosas.

- ¿Qué? ¡Si es verdad! Pero no te juzgo, si me gustaran los traseros probablemente los comería así.

- ¡OH, rayos- yo, me largo. No voy a tener esta conversación contigo, Cristina.

No podía soportar las miradas acaloradas de las personas en él, realmente Cristina lo hacía para molestar y si ellos estuvieran en algún lugar más privado, como la casa de Meredith, probablemente le hubiera seguido el juego mencionando algo de su relación con Izzie.

Cristina iba a seguir pujando esa broma de forma casi picante, pero él no estaba preparado para exhibirse en público, gracias.

Por esa razón no tardó en levantar su bandeja y salir casi corriendo de esa mesa, Meredith simplemente le sonrió poniendo sus ojos en blanco, indicándole que Cristina Yang sólo estaba jugando. Pero eso no hizo que se detuviera, simplemente caminó sin interrupción bajo la mirada de la gran mayoría de esa cafetería que había escuchado aquello y los silbidos de lobo de algunos idiotas. Casi no sentía el rostro de la vergüenza, pero ya iba a pasar. 

Besos de miel (Alex Karev x George O'malley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora