RENACER DE LAS CENIZAS

Parte 3

Por su parte, Betty pasó una mañana tranquila, llegó temprano a la oficina, organizó los regalos que le había dado don Armando en unas bolsas de compra que había llevado desde su casa para no atraer atención indeseada al momento de llevárselos, y cuando don Armando llegó, le mostró los contratos, le explicó para qué era cada uno y don Armando no se hizo ningún problema para firmarlos.

Luego llamó a don Mario y le explicó personalmente lo del contrato de compra-venta y como el dinero saldría de la misma Terramoda y era un precio justo según el detalle de Betty, también aceptó firmarlo apenas regresara de su viaje.

El que sí estaba nervioso era don Armando, lo vio ir de un lado para otro, preocupado y se preguntó si sería por el sobre, pero como Nicolás no se lo había querido entregar y además ni siquiera sabía qué es lo que tenía, mejor se calló, pues don Armando no había preguntado nada más sobre el asunto.

Ya luego le contaría lo sucedido cuando Nicolás le devolviera el sobre. Solo esperaba que don Armando no volviera a ponerse celoso de Nicolás cuando eso sucediera.

Luego llegó doña Catalina para entregarle una relación de gastos para el lanzamiento y a eso de las 9 de la mañana recibió la llamada de Nicolás y aunque no le gustó la idea de hacerse un cambio de imagen, Nicolás insistió en que había sido el mismo doctor Becerra quien les había recomendado ese lugar, desarmándola completamente, pues si había sido el doctor Becerra, al menos tenía que intentarlo.

Como esto probablemente tardaría bastante tiempo, Betty se escapó a eso de las 10 con la excusa de tener que hacer un trámite urgente, pues con o sin cambio de look, regresaría vestida y peinada igual que siempre a la empresa, de lo contrario don Armando se enojaría de que ella hubiera dejado el trabajo tirado por algo tan banal como un cambio de look, especialmente cuando ya sabía que a él, ella le gustaba tal como era, por lo que no necesitaba cambiar su aspecto.

Sin embargo, todas sus expectativas se hicieron trizas al terminar el cambio de look completo, pues no solo ella, sino también Nicolás se veían totalmente diferentes y principalmente, guapos. Es que mientras más se miraba al espejo, más hermosa se veía y apenas miraba a Nicolás, sentía como si estuviera viendo a alguien completamente diferente, aunque esto obviamente era solo por fuera, ya que seguía hablando igual y caminando igual, pero su aspecto era... divino. No era tan guapo como don Armando, claro, pero se veía guapo y varonil, mientras que ella se veía hermosa y elegante.

Aunque al principio había estado asustada de que le quitaran el capul y no estaba para nada segura de la ropa que le recomendaron, pues no pensó que fuera el tipo de ropa adecuado para alguien como ella y especialmente el pánico que sintió cuando la maquillaron ligeramente mientras le explicaban paso a paso cómo lo que estaban haciendo para que luego lo hiciera ella misma, ahora que veía la magnitud del cambio y ver lo hermosa que se veía, sintió que realmente había valido la pena confiar en estas personas.

- Mírenos, Betty -Le susurró Nicolás sonando igual de asombrado que ella-. ¿Puede creer que esos del espejo realmente seamos nosotros?

- Nunca, Nicolás -Le confesó Betty-. Jamás hubiera pensado que nosotros podríamos ser tan... tan... así -Dijo, pues no podía encontrar un adjetivo que hiciera justicia al cambio tan radical que habían tenido.

- Sin duda esta noche no haremos el ridículo -Le dijo Nicolás-. Estaba con miedo, ¿Sabe? El doctor Becerra nos invitó a un evento, pero me daba miedo que se burlaran de nosotros por nuestro aspecto, ahora estoy seguro que eso no pasará.

Rápidamente Nicolás le pagó al joven por el cambio de look, agradeciendo que cada vez que salía, solía llevar dinero de la caja chica de Terramoda, de lo contrario, no habría tenido dinero para pagar ese cambio tan radical que se habían hecho, ni la ropa y el maquillaje que habían comprado.